Uruguay cerró su participación en el Mundial de rugby el sábado con una derrota frente a Inglaterra, 60-3, en Manchester. Los Teros hicieron un excelente primer tiempo, pero el cansancio y la falta de rotación de los jugadores se sintió en los 30 minutos finales.

La primera mitad del partido con los ingleses fue lo mejor de Uruguay en el Mundial. Los jugadores metieron 84 tackles en 40 minutos y por primera vez impidieron que el rival sumara el punto bonus ofensivo en ese tiempo.

Antes del minuto de juego, Felipe Berchesi tuvo su primera chance de sumar, por penal de los ingleses. El apertura que milita en Francia no perdonó y puso a Uruguay 3-0. Después de esa primera jugada, el partido se emparejó. Inglaterra obtuvo la pelota y acumuló fases en velocidad, pero los celestes se pararon firmes en el uno a uno e impidieron que el local pudiera marcar puntos. Sin embargo, en una jugada a partir del scrum, Inglaterra abrió la pelota y desequilibró por la punta para marcar su primer try y dejar el parcial 7-3.

Como en todo el Mundial, cuando el rival probó en el juego abierto y vio que no sería fácil entrar, empleó las armas tradicionales del juego: scrum y maul. Con las ventajas que otorga Uruguay en tamaño y peso, se le hizo muy difícil frenar el juego agrupado de los locales. Así, a los 18 minutos, los ingleses conquistaron su segundo try. A esto se sumó la indisciplina de los Teros, que cometieron muchos penales y se vieron forzados a jugar en su campo todo el tiempo, lo que le costó la amarilla al capitán Santiago Vilaseca, cerca del final. Con esa ventaja, Inglaterra no perdonó y sumó la tercera conquista, para ponerse 21-3.

Contra todos los pronósticos, el primer tiempo fue muy parejo. Inglaterra tuvo el dominio territorial, pero no pudo lastimar a los celestes. Uruguay armó su juego a partir del line y, en las pocas chances que tuvo, acumuló buenas fases y cortó la defensa inglesa, aunque pecó en el manejo y en cometer errores no forzados, como las patadas afuera.

En la segunda mitad, de arranque y con un jugador más, Inglaterra fue superior en el uno a uno y llegó al cuarto try, que dejó el parcial 26-3. Un try que fue de otro partido, porque con uno menos, Uruguay bancó y siguió defendiendo, e incluso generó penales a favor. El problema fue que el line ya no funcionó y a los celestes les costó mucho obtener la pelota.

Resignados a defender, los jugadores comenzaron a sentir en lo físico el desgaste del partido del martes con Fiyi. Con sólo cuatro días de descanso, Uruguay enfrentó a un equipo inglés fresco, que esperó este encuentro una semana entera y, además, hizo ocho modificaciones tras la caída con Australia.

Uruguay puso muchísimo corazón, pero en el complemento las piernas y los hombros no respondieron como en el primer tiempo. Aguantó 53 minutos de igual a igual, pero a partir de ese momento no hizo pie en el partido y los ingleses no perdonaron, hasta cerrar con un contundente 60-3.

Tras el pitazo final, los Teros se fueron con la frente alta y recibieron el aplauso de todo el estadio. A pesar de las diferencias, nunca bajaron los brazos y presionaron al rival todo el partido. En lo individual, los puntos altos volvieron a ser Agustín Ormachea, Carlos Arboleya, Juan Manuel Gaminara y Rodrigo Silva.

Luego de los cuatro partidos de Uruguay en el Mundial, se puede concluir que el proceso fue más allá de la clasificación, porque también preparó a los jugadores para competir de igual a igual con las potencias del mundo, lo que genera ilusión para el futuro.

Puntos altos

No hubo lesionados. Antes del inicio de la competencia, algunos especialistas bromeaban con que el milagro para Uruguay sería “volver en un pedazo”. En un Mundial en el que las lesiones fueron protagonistas, los Teros deben sentirse orgullosos de la preparación física que les permitió exponer su cuerpo sin lamentar huesos rotos.

El uno a uno. Nadie esperaba una batalla tan pareja en el mano a mano. Los primeros minutos con Gales y el primer tiempo con Inglaterra son el ejemplo más claro de la paridad física y técnica entre los celestes y sus rivales. Ormaechea, Gaminara y Silva jugaron de igual a igual todos los partidos.

Sistema defensivo. Además de la excelente técnica para el tackle, Uruguay mostró un sistema muy efectivo. Casi no recibió tries de jugadas largas, lo que demuestra orden y prolijidad para bancar a sus rivales. Con Inglaterra defendieron 16 fases sin hacer penales.

Breakdown. La batalla en el ruck fue otro punto alto. Gaminara fue una pesadilla para todos los equipos, pero también se destacaron Berchesi, Arboleya y Ormaechea. Al no tener obtención, Uruguay pudo recuperar pelotas en el ruck.

Line. El equipo más bajo en estatura en el Mundial obtuvo gran porcentaje de sus pelotas en la hilera. El line se convirtió en la principal plataforma de lanzamiento, desde donde vino el primer try del campeonato, frente a Fiyi.

Lo negativo

Scrum. La principal arma de este equipo quedó en el olvido. Fue una pesadilla en los cuatro partidos, costó muchas infracciones y hasta puntos en contra. Fue el gran talón de Aquiles del equipo.

Maul. Otro gran dolor de cabeza. Los rivales crecieron a partir de esta herramienta. Sólo Fiyi no pudo marcar por esta vía. Más allá de la diferencia de peso, no hubo estrategia detrás de los esfuerzos. Nunca se supo cómo defendía Uruguay en el maul.

Errores propios. Uruguay siempre buscó los partidos perfectos, aun siendo casi amateur. Sin embargo, falló al cometer errores no forzados, como patadas en el line, malos pases y erróneas decisiones de juego. Hay que estar ahí, pero a priori el porcentaje de desaciertos fue alto, y los errores se pagan con tries en contra. Se sabía que las pelotas para atacar serían pocas y que había que cuidarlas y aprovecharlas al máximo. Hubo pocas pelotas, pero no se cuidaron y no se pudieron explotar. La mayoría de los ataques de Uruguay se cortaron por malas decisiones y errores propios.

Rotación de los jugadores. En la previa del partido final con Inglaterra se habló mucho del equipo designado por Pablo Lemoine. Después de Fiyi, Uruguay tuvo sólo cuatro días de descanso. Por eso sorprendió cuando el director técnico anunció sólo dos cambios en la alineación inicial. Uruguay sabía que la victoria era un imposible, por lo que el Mundial serviría como premio al esfuerzo y para preparar la base que buscará la clasificación para Japón 2019. Salvo cuatro o cinco casos excepcionales, no hubo jugadores irreemplazables en el campeonato. Entre el resto no existe una gran diferencia de nivel. ¿Por qué, entonces, no darles más minutos en la cancha a todos?

El sueño no es ganar el Mundial, el sueño es jugar el Mundial. Imaginen cómo se debe de sentir un jugador que destinó dos meses de gira para jugar menos de diez minutos. Todos los equipos participantes rotaron sus planteles, y me animo a decir que Uruguay fue el que concentró más minutos en los mismos jugadores. ¿Con qué fin? Lemoine falló cuando puso a los suplentes menos de seis minutos en el campo de juego. Esa decisión no tiene justificación alguna. Ningún técnico del mundo lo hace, y mucho menos en una estructura prácticamente amateur, con un equipo que no se juega ningún logro deportivo más allá de acumular competencia, y en el que existe paridad absoluta.

Lo que importa son los jugadores, que dejan todo. Mi opinión es que a la mayoría se le falló. Esas actitudes del cuerpo técnico no forman el carácter o la moral; por el contrario, la destruyen. Es una verdadera lástima que el alto rendimiento en la cancha y el sueño de un plantel y un país se hayan visto empañados por estas decisiones, difíciles de entender.