Pasaron dos semanas de la obtención del campeonato. El talante tranquilo de Leonardo Zylberstein es el mismo que mantuvo a lo largo de las finales, en las que Hebraica y Macabi se quedó con el título de la Liga Uruguaya de Básquetbol (LUB) tras vencer a Aguada. Fiel a su condición en extremo analítica, volvió a ver el último partido, en el que el macabeo vapuleó 82-56 a su rival, para sacar “cositas” y pensar en lo que viene.

Con tan sólo 37 años y habiendo vestido la casaca de Welcome, Urunday Universitario, Atenas, Reducto, Goes, Olivol Mundial y también la de Macabi, el joven entrenador consiguió algo que ningún entrenador había logrado hasta el momento: ser bicampeón de la LUB.

Se hizo cargo del equipo en la temporada anterior, cuando el argentino Fabio Demti decidió irse. En ese entonces Leo era su asistente y los directivos confiaron en él, que respondió con resultados. Logró el título de liga esa temporada y luego tuvo destacadas actuaciones en campeonatos continentales. Es profesor de Educación Física, fue asistente de varios entrenadores y estuvo a cargo de las divisiones formativas del equipo hebreo. Es judío, aunque no practicante, y por eso se siente enteramente identificado con el club que dirige, el que, sostiene, siempre apostó antes a lo social que a lo deportivo.

–¿Por qué se dio todo perfecto en el último partido de la serie, que ganaron con tanta diferencia?

–Nosotros tuvimos diez días entre el partido de Malvín y Aguada, y tratamos de trabajar un montón de cosas que nos podían dar soluciones. En esos días trabajamos en la zona, no sólo la 2-3, sino también la 3-2. En el medio de la serie, si bien en algún momento la utilizamos y no nos dio resultado, cambiamos la estrategia cuando Aguada nos empató. Pudimos utilizar esa forma y, al final, terminó dándonos resultado. En líneas generales, el plan de juego se hizo a la perfección.

–Tu equipo fue campeón dos veces seguidas, algo que no es común.

–Tenemos que remontarnos a lo que fue el proyecto de formativas que se inició en 2006. Hay un montón de jugadores jóvenes con los que fui creciendo, crecimos juntos. Creo que tener esa mixtura de gente joven, con ganas de triunfar, junto a jugadores ganadores, de experiencia, que dan la diferencia, es lo que te hace ser un equipo profesional con mentalidad ganadora. Tuve un grupo de trabajo con el que trabajamos diez meses sin regalar nada. Capaz que si no ganábamos, no íbamos a hacer esta nota, pero yo iba a pensar exactamente lo mismo. Cuando un proyecto tiene un camino, cuando los dirigentes van acorde a ese proyecto, cuando los jugadores entienden el rol y trabajan para lograr cosas, estás mucho más cerca de poder ganar.

–Tampoco es común ser campeón dos veces seguidas, y menos con 37 años.

–Tuve la suerte de ser asistente de muy buenos entrenadores; eso te permite sacar lo positivo y lo negativo y armarte una idea de lo que querés como entrenador. Me gusta ver el básquetbol internacional y sacar cosas de los mejores equipos del mundo. Cuento con un plantel en el que, por el talento que tiene, puedo adaptar cosas que me gustan: un equipo que sepa jugar al básquetbol y que sea agresivo tanto en defensa como en ataque.

–Sos tranquilo y muy analítico. ¿Cómo influye eso en el juego?

–Tengo un plantel con el que los gritos no funcionan, que funciona a partir de que el entrenador dé soluciones. Mi tranquilidad se da en la confianza que yo intento transmitirles a los jugadores, y en la confianza que tengo por lo que hacemos. Si bien hay otros ámbitos, en los que se generan problemas y podés estar con las pulsaciones más altas, cuando la pelota va arriba me gusta ser un técnico que piense en lo que pasa. Intento pensar más en cuándo hacer un cambio correcto o en qué momento pedir un minuto. Es mi forma de ser, y el entrenador debe ser un reflejo fiel de cómo es.

–También está el profesor de Educación Física que iba a campamentos con jóvenes.

–Sí, claro. Los entrenadores tenemos que convencer a los jugadores de qué es lo mejor para el equipo. Estar frente a un grupo es ejercer la docencia, y es algo que vengo desarrollando desde que empecé el curso de Educación Física. Me parece que son profesiones que están conectadas.

–Estás trabajando con Marcelo Signorelli en el cuerpo técnico de la selección y tenés asignada una selección sub 17. ¿Cómo va ese proceso?

–Estamos marcando un plan de trabajo en el CEFUBB [Centro de Entrenamiento de la Federación Uruguaya de Basket-Ball], que es nuestro nuevo hogar. Esperemos que los resultados se den, porque es lo que va a mostrar si vamos por buen camino. Marcelo nos marca lineamientos. Tenemos reuniones cada 15 días, nos comunicamos con entrenadores de los equipos para tener una idea de lo que queremos. Buscamos tener una línea común de lo que se quiere jugar en la selección desde los más chicos hasta los más grandes. Si el día de mañana no seguimos, estaría bueno que hubiera una línea de juego y un trabajo detrás, que ayude al próximo a continuarla o mejorarla. Es una manera de trabajar algo diferente, que ojalá dé sus resultados.

–¿Cómo se trabaja con juveniles en este deporte?

–Trato de marcar la línea de cómo hay que entrenar, por qué se entrena de tal forma y en qué no alcanza con lo que damos nosotros, sino que lo tiene que aportar el jugador. También hacemos hincapié en el tema del estudio, que es importante. Lo tienen que seguir desarrollando porque el deporte exige que la cabeza piense de otra manera. Lo estamos logrando con jugadores muy jóvenes, que tienen una cabeza a futuro llena de ilusiones. Hay un camino, y cada uno lo tiene que tomar, primero, para ser mejor persona y, luego, para ser lo mejor basquetbolista que pueda ser.

–¿Trabajás en coordinación con los clubes?

–La selección depende de los clubes, y tenemos la suerte de que hay muchos equipos que trabajan muy bien en formativas. Intentamos conectar la proyección que tienen los chiquilines hacia su club. Siempre buscamos sumar cosas para el beneficio del jugador. Dependemos de los clubes, pero en ese sentido estoy tranquilo porque se trabaja bien. Lo más importante es que el jugador tenga cada vez mejores cosas; esa es la línea que buscamos , que los clubes le den importancia al jugador como el elemento más importante de esta cadena. Por eso estamos en constante comunicación con los clubes y con sus entrenadores.

–¿Cómo afectará la nueva forma de disputa a nivel de mayores a nuestra selección?

–Creo que nos va a favorecer. Tenemos la posibilidad de que haya ventanas de partidos en diferentes meses y de que podamos contar con todos los jugadores uruguayos que estén en el mundo. No vamos a depender de esos famosos seguros, o de esas situaciones que a veces eran difíciles. Es magnífico que Uruguay pueda jugar de nuevo de local, porque eso le va a dar una identidad de la gente al deporte, y al jugador, la experiencia de competir en tu casa, con tu gente y con el aliento. Eso se va a asemejar a lo que es el fútbol. Esperemos que los resultados ayuden, porque en el básquetbol la lógica es más importante que en el fútbol.

–¿Cómo se puede mixturar a los jóvenes con aquellos que juegan en el mundo y que tienen otro nivel?

–Hay un cambio generacional que es importante. Tener a [Esteban] Batista, a [Bruno] Fitipaldo y a [Jason] Granger como líderes de esta generación es bueno. Lo que hagan los jóvenes, que puedan observar a esos jugadores, es una sumatoria de cosas que nos va a permitir crecer en el ámbito internacional. La idea es que esto se alimente con los que vienen de abajo.

–¿Podemos tener chance de crecer y de ser más competitivos?

–El gran problema que tiene Uruguay es la disputa del torneo. Estamos hablando de llegar a un Mundial en una eliminatoria de toda América, incluido Estados Unidos, y que se clasifiquen siete equipos. Van a estar Argentina, Brasil, Venezuela y Puerto Rico, que son potencias a nivel mundial. Lo bueno que tenemos es que siempre estamos entreverados. Contamos con la posibilidad de tener una chance ahora, aunque no nos ayudó el fixture. Si bien vamos a poder clasificarnos en la primera instancia, después nos toca jugar con el grupo de Estados Unidos, Puerto Rico y México. Jugaremos para competir y para estar lo más cerca posible. Este es un deporte lógico, en el que mandan las alturas y los porcentajes más altos son cerca del aro; trataremos de ser competitivos y de poder clasificarnos a un Mundial, que sería algo muy lindo para el país.