En las mesas no hay floreros sino macetas con delicadas orquídeas; lo mismo que en las estanterías, en el ventanal, en la terraza al frente. La pizarra detalla sándwiches y antojos dulces, pero la mirada reposa en un anturio gigante, unas calas negras, un cactus tornillo, una palmera de Madagascar, hasta en los cymbidium que asoman desde la fachada. Nada es estático en Brote Café: las plantas a la venta rotan, ya sea porque necesitan luz y las cambian de sitio, o porque su elegancia encontró nuevo hogar. No es un vivero ni una casa particular; tampoco apenas un local de comidas. La confluencia de rubros, a fin de cuentas, es lo que se lleva. Hace dos años Juan Arbiza, junto con Luis y Ruth Beltramelli, abrieron Brote como tienda online y luego con presencia física en Sinergia Design. En mayo, para el Día de la Madre, el proyecto se mudó a Pocitos, inaugurando un espacio en asociación con Daniel Batista en la parte comercial y con la empresa Garden Pot, importadora de la grifa holandesa Elho, de accesorios de PVC para huerta y jardinería, como macetas, portamacetas, regaderas, pulverizadores, invernaderos con sistema de ventilación.

Quedaron cerca del World Trade Center, pero justo en un cruce de calles tranquilo, todavía con cierto clima de barrio. Arbiza es arquitecto y trabaja en una empresa constructora; la afición por las plantas le viene de familia: su madre y su tía mantienen un jardín de invierno con una colección de orquídeas que lleva ya 30 años. Más tarde que temprano, “me prendí”, dice casi inconsciente de lo gracioso que suena para el caso. Pero su intención con Brote no fue apuntar a los especialistas, sino todo lo contrario, “tratar de llegar a la gente común que intenta meterle onda, que busca plantas exóticas para decorar su casa, que pueda tener una paphiopedilum en su apartamento. El café surge como un apoyo para las plantas”.

De todos modos, la oferta gastronómica tiende a crecer, mientras van viendo qué demanda la clientela. Tienen capacidad para 20 personas y trabajan sin carta. Cuentan sobre todo con un servicio de cafetería y los fines de semana hacen un brunch bastante económico que se elabora fuera del local y que hasta el momento tuvo como especiales tacos, bagels, cazuela y foccacias rellenas.

Pero el llamador son esos extraños seres vivos que entregan envueltos en papel de seda y bolsas de papel madera con una tarjeta que lista los cuidados básicos. Como la casa es seria, una vez vendidas les hacen un seguimiento por medio de las fotos que envía la clientela y reciben consultas en Instagram, Facebook e incluso por Whatsapp. “La idea es que si comprás una planta cara, por lo menos alguien te diga cómo cuidarla”, dice Arbiza, antes de admitir que de todos modos la asesoría no garantiza la supervivencia. Los que no nacieron con el consabido “dedo verde” tienden a llevar las que más resisten, como las suculentas (“aunque algunas son muy difíciles, no se puede generalizar”) o las sansevierias, las que vulgarmente llamamos espadas de San Jorge, porque se adaptan bien a espacios interiores y es muy difícil que mueran. Pero también demandan ficus lyrata, algo así como la planta del año, cuenta Arbiza: “El otro día leí un artículo que decía que en los viveros de Estados Unidos y Europa se agotaron”.

Los socios concuerdan en que las tendencias vienen, como en moda o en gastronomía, y que después que se instalan –ya sea porque el aficionado lo vio en Pinterest o en un programa de televisión– ahí aparece la historia que hay detrás de esa planta, sus propiedades o su supuesta energía. En Brote declaran una página web de cabecera, la de la tienda neoyorquina The Sill.

Entre las orquídeas, la que tiene más salida es la phalaenopsis, porque es muy vistosa y la floración dura más. Y porque evidentemente se está usando mucho para decoración. La floración depende de la especie; en la phalaenopsis, de origen asiático, va de un mínimo de 30 días hasta 90. Cuando florece en casa del nuevo dueño, al siguiente año dura aun más, de cuatro a cinco meses, porque como todo ser vivo necesitan adaptarse al ambiente. Con el clima local, eso sucederá alrededor de agosto o setiembre. Si bien en Uruguay hay especies nativas de orquídeas, no son de interior. “Sólo una especie de las que tenemos es nativa: la oncidium. Le dicen comúnmente orquídea patito, es de exterior, crece en los montes”, apunta Arbiza.

Aunque las formas y los colores sean los principales factores cazacuriosos, las plantas exóticas tienen más atributos. “Mejor mirar y no tocar”, dice Arbiza al tiempo que señala una cattleya walkeriana de su colección que huele como una sutil fragancia de diseñador, y más allá indica otra con perfume a chocolate. Hablando de aromas, “la vainilla es una orquídea trepadera que crece muy alto, necesita un clima cálido y mucha humedad”, cuenta este apasionado autodidacta. Además de aportar a la tienda algunas especies de su colección, principalmente las compra en viveros que producen o importan, hace una curaduría de plantas o, como prefiere decir, “una selección fina de lo que queremos promover”. Carnívoras justo ahora no hay, porque en inverno hibernan.

Brote Café | Marco Bruto 1317 esquina Plácido Ellauri. Abierto de martes a domingo de 10.00 a 19.00. El brunch de fin de semana cuesta entre 200 y 300 pesos. Las orquídeas van de 600 a 2.500, y hay otros tipos de plantas.