Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En estos meses que preceden al cambio de gobierno, las autoridades salientes les aportan a las entrantes información que facilitará sus tareas futuras, y se intenta coordinar en lo posible. Hay enfoques diferentes sobre muchos asuntos (por algo fue que se presentaron opciones distintas en las elecciones nacionales), y obviamente el objetivo no es que se logren acuerdos integrales. Lo que sí conviene es que las discrepancias se manejen con sensatez, diferenciando los casos en que se refieren a cuestiones técnicas de los que implican orientaciones ideológicas y políticas. Por ejemplo, en el caso del Ministerio de Defensa Nacional, no es lo mismo decidir qué tipo de avión conviene comprar para la Fuerza Aérea que elegir quiénes ascenderán a generales en el Ejército (o que abordar el marco ideológico de la formación militar).
En el caso del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), el tema central es que el futuro titular, Pablo da Silveira, prioriza en sus declaraciones el objetivo de mejorar “la calidad educativa”, y aunque agrega que eso quiere hacerlo “respetando escrupulosamente la institucionalidad, la autonomía y la distribución de tareas”, el hecho es que desde el MEC no se puede hacer mucho, directamente, en áreas cuya conducción corresponde a la Administración Nacional de Educación Pública. De hecho, la actual ministra, María Julia Muñoz, tenía intenciones en la materia que no pudo llevar a la práctica.
Hay otras áreas en las que el rumbo definido por los gobiernos del Frente Amplio sigue teniendo consecuencias, aunque no esté claro cuánto cambiará y cuánto quedará en pie a partir de marzo. Por ejemplo, el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República (CDC - Udelar) aprobó la creación de la tecnicatura en Acompañamiento Terapéutico de la Facultad de Psicología, pero es evidente que las posibilidades de acción de las personas que adquieran esa capacitación tendrán bastante que ver con el futuro del Sistema Nacional de Cuidados, que aún es una incógnita.
En otros terrenos, las dudas no son tantas como puede parecer. El CDC también trató la cuestión de las reválidas de médicos cubanos que han trabajado en el Hospital de Ojos, y quedó claro que no hubo ninguna situación que cuestione la capacidad de esas personas para realizar las tareas que los trajeron a Uruguay. Lo que sucede es que, más allá de esas tareas, que se han llevado a cabo de forma muy satisfactoria, habilitarlos para ejercer en todo el campo de la oftalmología requiere que realicen determinados cursos, con sus pruebas finales correspondientes. Esto no roza la validez del programa por el que fueron enviados desde Cuba, y sería muy saludable que las cuestiones ideológicas (o los intereses corporativos en la disputa por el mercado) no interfieran con las metas sanitarias y sociales.
Mientras tanto, y con independencia de que la transición haya comenzado, hay tareas impostergables que les tocan a las actuales autoridades. Entre ellas, la de procurar una difícil negociación con el nuevo gobierno de Argentina acerca de las medidas que pueden afectar el turismo en Uruguay.
Hasta mañana.