Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En Estados Unidos y en Bolivia la ciudadanía decidió que se revirtiera la orientación de los gobiernos encabezados, respectivamente, por Donald Trump y Jeanine Áñez. Hasta hace poco, la situación en esos países les parecía a muchos una prueba de que el continente americano había iniciado un fuerte giro hacia la derecha, pero hoy vemos que las relaciones de fuerzas eran coyunturales.

Es interesante, mirando los procesos desde Uruguay, que tanto el estadounidense Joe Biden como el boliviano Luis Arce enfaticen en estos días que no van por revanchas, aunque este último señaló ayer que hubo un golpe de Estado, y que la Justicia debe establecer responsabilidades por las políticas represivas del gobierno de facto. De todos modos, el centro de sus anuncios apunta a la recomposición de relaciones políticas de respeto al adversario, mientras que aquí gran parte de los integrantes del gobierno nacional insisten en un discurso belicoso, que atribuye al Frente Amplio (FA) la culpa de todos los problemas actuales.

La intendenta electa de Montevideo, Carolina Cosse (8-10), aspira de todos modos a establecer una relación política madura con el Poder Ejecutivo y a encontrar los puntos de contacto posibles, sobre la base de que cada parte tiene el derecho y el deber de impulsar su propio programa.

Quizá uno de los problemas menos obvios al respecto es que, si bien la “coalición multicolor” estableció acuerdos por escrito antes del balotaje del año pasado, mantiene diferencias de importancia en muchos temas. Entre ellos, el de la política internacional, como queda de manifiesto al ver las distintas reacciones dentro del oficialismo ante el resultado electoral en Estados Unidos.

Un síntoma claro de que las relaciones políticas entre el gobierno y la oposición de nuestro país siguen lejos de lo deseable es que, ante el anuncio de que el FA interpelará en el Senado al ministro del Interior, Jorge Larrañaga, este optó por salir a informar sobre estadísticas de delitos, destacando la comparación con los datos del año pasado.

Es obvio, o debería serlo, que todos los partidos desean que la cantidad de delitos disminuya. Pero hay que tener en cuenta que parte de los cambios de este año pueden vincularse con la emergencia sanitaria, y estar seguros de que algunas variaciones en los procedimientos durante los últimos meses no han incidido sobre los resultados del registro.

Además, las políticas del Ministerio del Interior no deben ser evaluadas sólo en función de los indicadores aportados por el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad. Entre otras cosas, hay que estar atentos también a la violencia de los propios policías, y preocupan las nuevas denuncias de procedimientos desmesurados contra jóvenes que estaban en una plaza pública, esta vez en la ciudad rochense de Castillos.

Al igual que en casos anteriores, los funcionarios actuaron como si alguna norma vigente los habilitara a emplear la fuerza cuando se les ocurre que hay una situación riesgosa para la salud pública, y a esta altura es difícil pensar que esto no tenga que ver con órdenes superiores.

Hasta mañana.