Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En Uruguay, la gran mayoría de las personas de derecha no se reconocen como tales. Es probable que esto tenga que ver con el arraigo histórico de algunas ideas progresistas, convertidas en parte del sentido común.
El problema es que, como casi nadie dice ser derechista, e incluso son pocos quienes se identifican como conservadores, las ideas reaccionarias –que sin duda existen– se suelen presentar como si fueran apenas matices dentro de un consenso civilizado. Sus fundamentos profundos se omiten, quizá por temor a la condena social, y la comunidad puede persistir en la creencia de que es homogéneamente demócrata, moderada y tolerante.
La excepción, en los últimos años, son los intercambios en redes sociales, pero muchas veces al amparo del anonimato, o con la excusa de que allí no hay que tomarse nada muy en serio. Charles Baudelaire escribió que la mejor artimaña del diablo es convencernos de que no existe.
Y sin embargo, la derecha se mueve. Azuzó y aprovechó el descontento de una gran parte de la población con los gobiernos del Frente Amplio (FA), ganó espacios de representación política propia y logró presentarse como un factor indispensable de la “coalición multicolor”. El resultado electoral de 2019 indicó con claridad esos avances, aunque haya quienes no quieren verlos. Y una de sus consecuencias es que la expresión de ideas retrógradas se ha vuelto más frecuente.
Cuando la derecha se siente habilitada y pierde filtros, salen a la luz propuestas como la de las cámaras empresariales, para habilitar contrataciones “de emergencia” con sólo 70% de la remuneración que marcan los laudos y sin derecho a cobrar despido.
El presidente de la Cámara de Industrias, Alfredo Antía, dijo a la diaria que en esta materia “Uruguay está atrasado” en relación con el resto del mundo, y que la iniciativa busca hacer “más eficiente” la negociación colectiva.
No habló de aumentar el lucro patronal aprovechando una situación política favorable, de los empresarios a los que les va muy bien ni de los trabajadores que deberían afrontar, además de la pérdida salarial de este año y el anterior, una nueva rebaja de ingresos. Sin mencionar esas cuestiones escabrosas, invocó la defensa de las empresas en dificultades y apeló a la tesis de que los salarios “excesivos” sólo conducen al aumento del desempleo y la informalidad. Así suena mucho más pulcro y técnico.
Mucho menos pulcra fue la directora general de Secundaria, Jenifer Cherro. Al presentar los datos del año pasado sobre promoción en los liceos públicos, expresó que en su opinión los mejores resultados fueron los de Colonia porque ese departamento está “integrado por inmigrantes, por distintas colonias”, y eso “genéticamente hace que la gente tenga otra forma de ver las cosas y de encarar la vida”, con “pujanza” y costumbre de “levantarse temprano”.
Si nos acostumbramos a las barbaridades y no sinceramos la discusión ideológica, corremos el riesgo de que alguien considere pertinente, en el marco de los debates sobre un eventual tratado de libre comercio con China, evaluar que podría aportarnos la relación con ese país desde el punto de vista genético.
Hasta mañana.