Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
El presidente Luis Lacalle Pou realizó ayer una conferencia de prensa, junto con el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, y el subsecretario José Luis Satdjian, para transmitir la posición del Poder Ejecutivo ante la fase actual de la pandemia de covid-19 en Uruguay. El contenido sobre el tema central estuvo dentro de lo esperable, pero caben reparos en otros terrenos.
Por un lado, el mensaje llegó con retraso. Desde fines de diciembre, los informes diarios del Sistema Nacional de Emergencias aportan números muy altos de diagnósticos diarios y de casos activos, que han llegado a superar todos los antecedentes desde que se declaró la emergencia sanitaria. Ayer, por ejemplo, se registraron nuevos récords de diagnósticos diarios (6.760) y de casos activos (43.347). Sin embargo, debido a las características de la variante ómicron del virus que causa la enfermedad y a los efectos de la vacunación, la proporción de casos graves es baja y los fallecimientos han sido relativamente pocos.
Por lo tanto, es preciso mantener precauciones básicas, pero la situación poco tiene que ver con la de los meses críticos del año pasado, y el principal problema actual es la sobrecarga de consultas en el primer nivel de atención. Todo esto se explicó correctamente ayer, pero habría sido mejor que se hiciera antes, sin dejar que el paso de los días aumentara temores e incertidumbres.
El segundo reparo se refiere a una cuestión de estatura. Como en varias ocasiones anteriores, Lacalle Pou no fue capaz de centrarse en las prioridades, y además de recaer en el autoelogio descendió al cuestionamiento sobrador de quienes discrepan con sus políticas. Esto genera resistencias a la recepción del mensaje, que debería dirigirse con especial cuidado a quienes están menos dispuestos a escucharlo.
No es necesario convencer a quienes ya están convencidos, ni se trata de reforzar el vínculo con la base electoral del gobierno nacional, sino de propiciar con argumentos la reflexión entre las personas que, por distintos motivos, no se quieren vacunar o se abstienen de las precauciones tantas veces recomendadas, y también de facilitar que los fundamentos de las decisiones sanitarias sean considerados, en la forma más racional que sea posible, por gente que no tiene afinidad política con el oficialismo.
Es cierto que, desde el comienzo de la emergencia sanitaria, en varias ocasiones figuras de la oposición tampoco fueron capaces de expresar sus discrepancias de una forma que, en vez de aumentar la polarización, propiciara los acuerdos. Pero eso no le quita responsabilidades a quien conduce el gobierno.
También en lo referido a la comunicación, el presidente reiteró una actitud de excesivo protagonismo, que le impide dejar algunas explicaciones totalmente a cargo de quienes, como Salinas, tienen más conocimientos y son capaces de comunicarlos con claridad. Por momentos parece que Lacalle Pou estuviera demasiado preocupado por transmitir que sus palabras siempre aportan algo necesario acerca de cualquier asunto. Ayer dijo que a veces no tomar medidas es una medida; también podría tener presente que a veces hablar menos es comunicar más.
Hasta mañana.