Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Las nuevas revelaciones sobre Alejandro Astesiano que publicamos hoy ponen a prueba la capacidad de asombro. Son muchas y muy graves las implicaciones a considerar.

Aparece en escena una nueva solicitante de los “servicios” de Astesiano: Vertical Skies, una empresa con sede en Estados Unidos pero cuyo director fundador es un exmilitar uruguayo. La firma declara operaciones en medio centenar de países y una gama tan amplia como vaga de rubros de actividad, pero el que surge de los chats con el exencargado de la seguridad presidencial es básicamente la obtención ilegal de datos. En algunos casos, para mejorar su capacidad de lobby en beneficio de clientes empresariales (lo que se llama “espionaje industrial”); en otros, con la intención declarada de desactivar la denuncia de los senadores uruguayos Mario Bergara y Charles Carrera sobre el acuerdo del Poder Ejecutivo con Katoen Natie.

Todo esto desde el despacho de Astesiano en el cuarto piso de la Torre Ejecutiva, a donde preguntó si “se arrimaba” a buscar información el gerente en Uruguay de Vertical Skies, otro militar retirado.

Puede ser que Astesiano exagerara acerca de lo que podía conseguir, y que no dispusiera de todos los recursos que se atribuía, pero el hecho de que actores empresariales de peso acudieran a él indica que por lo menos en cierta medida cumplía. En el territorio de la ilegalidad también hay una especie de clearing, y quienes siempre ofrecen en falso se quedan pronto sin clientes (cuando no les ocurre algo peor).

Si Vertical Skies se arriesgó a pedirle a Astesiano “fichas” con “información personal” y “vinculaciones” de Bergara y Carrera que pudieran “atarlos”, tuvo que ser porque consideraba probable que consiguiera lo que le solicitaban, mediante sus numerosas vías de acceso a la Policía o de alguna otra forma. Esto ratifica que, en lo referido a los recursos que manejaba en forma ilegal, facilitar el acceso a documentación uruguaya basada en datos falsos distaba de ser lo peor.

El fiscal Gilberto Rodríguez decidió archivar la denuncia sobre el acuerdo con Katoen Natie, señalando que, si bien pueden “existir válidos cuestionamientos a la forma” en que se gestionó, él no disponía de elementos para probar que los denunciados actuaron con la intención de causarle un perjuicio al Estado, y previó un juicio con discusiones técnicas complejas en las que su posición se vería debilitada.

Sin ánimo de cuestionar la opinión profesional y fundamentada de Rodríguez, cabe una pregunta básica a la luz de nuevos elementos: si no había nada malo en ese acuerdo, ¿por qué alguien pudo llegar al extremo de procurar información reservada para neutralizar a los denunciantes?

En todo caso, algo queda cada vez más claro, pese a la gran oscuridad de este asunto. Astesiano no es apenas un guardaespaldas que dio un mal paso y traicionó la confianza del presidente Luis Lacalle Pou, al involucrarse en un negocio con pasaportes. Cada nuevo dato sobre la vastedad de sus operaciones y el alcance de sus contactos subraya la negligencia de haberlo instalado en el lugar que ocupaba, y debilita la idea de que no había ni un indicio para sospechar de él.

Hasta mañana.