Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Comienza una nueva reunión del Consejo Mercado Común, órgano superior del Mercosur, en un contexto complicado para Uruguay por la decisión unilateral de pedir ingreso al Acuerdo Transpacífico. Veamos en qué contexto se realiza esta cumbre, que según el presidente Luis Lacalle Pou “va a estar entretenida”.

El próximo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva tendrá que afrontar problemas internos de importancia en varios frentes, pero está en condiciones de recuperar una posición relevante en el terreno internacional.

Por un lado está el tema de la negociación de un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que comenzó a discutirse hace ya más de 23 años. Se ha visto trabado en buena medida por las políticas agropecuarias proteccionistas de varios países que integran la UE, pero en el bloque europeo preocupa el aumento de la influencia de China en América Latina, y en los últimos años las negociaciones recuperaron dinamismo.

Sin embargo, muchas de las reticencias europeas a concretar finalmente un acuerdo persisten, y durante el gobierno de Jair Bolsonaro se escudaron detrás de la fácil y justificada crítica a la deforestación de la Amazonia. Para quienes utilizaron ese argumento como excusa, la elección de Lula y su anunciado cambio de orientación en este terreno (por ejemplo, durante la reciente cumbre sobre cambio climático), son en cierta medida un problema, y le otorgan al veterano político brasileño un importante margen de maniobra.

Por otro lado, el vínculo de Brasil con China, Rusia, India y Sudáfrica en el BRICS, establecido durante las dos primeras presidencias de Lula, lo ubica en una situación estratégica de importancia para incidir en la regulación de las complicadas relaciones de Estados Unidos y la UE con Rusia y con el creciente poderío chino.

A su vez, la suma de los factores ya mencionados y la nueva oleada de triunfos electorales progresistas en América Latina determinan que el vínculo con Brasil sea una alta prioridad para el gobierno estadounidense, y habrá que estar muy atentos a lo que ocurra en la reunión de Lula con Joe Biden en Washington, que probablemente se realizará este mes.

Ante este panorama, no hace falta ser un especialista en política internacional para darse cuenta de que la relación de Uruguay con Brasil se volverá aún más crucial que de costumbre. Y no deberíamos olvidar que tanto la asunción de Lula como la perspectiva de que Argentina se incorpore al BRICS implican un refuerzo de la coordinación de posiciones entre nuestros dos grandes vecinos y socios.

Por lo tanto, este es el momento menos propicio para mantener la actitud desafiante e infértil asumida por Uruguay en el Mercosur desde 2020, con esperanzas en un apoyo del gobierno de Bolsonaro que nunca llegó a concretarse. En el único sentido en que esta nueva cumbre puede aportar “entretenimiento” es como distracción, en el plano local, de una agenda noticiosa en la que la investigación vinculada con Alejandro Astesiano le está complicando mucho la vida a Lacalle Pou. Pero esto no ayudará en lo más mínimo a mejorar la inserción internacional de nuestro país.

Hasta mañana.