Este lunes iniciará una nueva cumbre del Mercosur, que estará atravesada por el avance unilateral de Uruguay de solicitar formalmente el ingreso al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), tal como adelantó el presidente Luis Lacalle Pou esta semana. Las representaciones diplomáticas de los socios del bloque regional ya realizaron advertencias a Uruguay por el pedido y todo indica que el próximo martes, en la reunión de presidentes, que tendrá lugar en Montevideo, el tema volverá a estar arriba de la mesa.

Para Brasil, Argentina y Paraguay se deben respetar los estatutos del Mercosur, en especial aquel que establece que ningún país dentro del bloque puede negociar por fuera de él sin el visto bueno de los demás (Decisión 32/00). Además de no caer bien a la interna del bloque la ida de Bustillo a Nueva Zelanda para pedir formalmente el ingreso al CPTPP, esta queja se suma a las negociaciones por un Tratado de Libre Comercio con China, que actualmente están estancadas.

Esta semana, Lacalle Pou dijo que se sienten “en todo” el “derecho” de continuar con el posible ingreso al CPTPP, porque les asiste el “derecho internacional y los hechos recientes de decisiones que no son tomadas por consenso”. A modo de ejemplo, citó la primera baja de aranceles acordada entre Brasil y Argentina, y la baja de aranceles para beneficiar los productos y servicios de zona franca de Uruguay cuando pueden ser exportados al país del norte.

Pero su par paraguayo Mario Abdo Benítez apuntó el pasado jueves que las intenciones de Uruguay de buscar acuerdos por fuera del bloque “desnaturaliza” la “esencia” del Mercosur. El canciller paraguayo, Julio César Arriola, señaló que aun así no significa un quiebre del bloque: “Los Estados miembros del Mercosur deben negociar siempre en bloque y por consenso; y nosotros nos mantenemos en esa línea”. 

Los riesgos de la estrategia

Camilo López Burian, doctor en Ciencia Política, docente investigador del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales, señaló a la diaria que la discusión sobre la inserción económica internacional de Uruguay viene de “larga data” y contrapone al menos dos miradas, con matices internos. Por un lado, la que presupone, parafraseando al economista liberal Ramón Díaz, que “un país pequeño tiene que ser un país abierto”. Para el académico, esa visión presupone la importancia de tener acuerdos internacionales, que generen incentivos para la atracción de inversión extranjera directa y para el libre comercio. “Esa mirada encarna una visión de desarrollo hacia afuera que es favorable para nuestros sectores importadores o productores de commodities”, como la carne o la soja. Y, según López Burian, ese es el camino que ha optado el gobierno

En cambio, la visión que cuestiona esta estrategia ve en estos acuerdos “ciertos peligros”, en términos de quitarle capacidades al Estado para promover otro tipo de modelo de desarrollo, a través de cláusulas que “tienen que ver con propiedad intelectual o con compras públicas”. “Le quitan, por ejemplo, al Estado capacidades para promover el desarrollo de sectores estratégicos y esta visión tiene una mirada donde la región es importante y la integración es clave para el desarrollo de cadenas productivas regionales, lo cual hace necesario un buen relacionamiento con la región. Ahí es donde están contrapuestas estas ideas que muchas veces en el discurso político y también en el análisis académico no se muestran como dos posiciones que tienen dos bibliotecas distintas detrás, fundamentos diferentes, y que contraponen visiones políticas distintas”, agregó. 

Asimismo, señaló que “muchas veces” se da el argumento de que el Mercosur es un “corset” -como planteó Lacalle Pou en una cumbre y distintos foros-. En ese caso, dijo, es que “hay que pensar cómo el Uruguay se posiciona hacia un afuera de alguna forma debilitando los lazos que tiene con la región y que eso genera un esquema de desarrollo hacia afuera donde obviamente hay ganadores y perdedores, como en todo”.

Además, indicó que estas visiones sobre el desarrollo y la inserción económica internacional tienen “implicancias políticas”, por ejemplo, para pensar la autonomía de Uruguay. “La apertura al mundo puede generar lazos de dependencia, por eso hay que discutir muy bien la estrategia, a la vez que la región no necesariamente puede ser una traba, porque la capacidad de desarrollar estrategias junto a la región puede darle a Uruguay una mayor autonomía estratégica, al darnos mayor capacidad negociadora con potencias y bloques de proyección global. Autonomía es tener mayores márgenes de maniobra y esa es una clave para pensar al Uruguay internacionalmente, aunque lamentablemente es un debate que no está presente hoy”, aseguró.

Por su lado, la doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de San Pablo Nastasia Barceló dijo a la diaria que si Uruguay continúa con la estrategia de política exterior que actualmente emplea “quedará cada vez más aislado de la región”. En ese sentido, sostuvo que “para un país pequeño, sobre todo en población, y con fuertes restricciones internacionales, quedar aislado de la región implica quedar aislado en el mundo”. 

Recordó que en las últimas décadas, el Mercosur se había constituido como el “ámbito fundamental” de proyección del país y su plataforma de inserción en la economía mundial. Sostuvo que la decisión de seguir adelante con el pedido de ingreso al CPTPP, después de la advertencia de los países del bloque, “es grave y compromete política y jurídicamente a Uruguay, así como afecta intereses económicos de varios sectores”. 

Agregó que “el relato de que con Bolsonaro tendríamos el visto bueno para negociar tratados comerciales por fuera del bloque, es eso, un relato y nada más”. “Uruguay no firmó las últimas declaraciones de las cumbres de Mercosur, justamente porque no se hacía referencia alguna a sus demandas”, expresó.

La académica graficó que con el giro político en Brasil es posible esperar el retorno de un regionalismo “más activo y multidimensional”, en aspectos que son “claves” para América del Sur: integración energética, en defensa, seguridad y en infraestructura. “Apostar a la globalización sobre la regionalización es un error estratégico que probablemente nos llevará a pagar los costos de desandar el camino transitado en los últimos 31 años junto al Mercosur. Ojalá que Uruguay pueda revertir sus posturas, creo que aún estamos a tiempo”, agregó.

El funcionamiento pragmático del bloque

En tanto, el economista y experto en comercio internacional Marcel Vaillant consideró que la advertencia de los socios “genera titulares” y de algún modo expresa la “fragilidad que sigue manteniendo el bloque y su agenda”. 

En ese marco, deslizó que no sabe si los presidentes en la cumbre sostendrán lo que los diplomáticos plantearon, en especial el de Brasil, puesto que Bolsonaro se mostró abierto a que Uruguay avanzara en algunos de estos acuerdos: “Creo que el diplomático brasilero logra mantenerse en la posición que tiene, que por otra parte tampoco es claro porque no se sabe cómo se va a procesar el nuevo gobierno de Brasil, ni qué tipo de enfoque va adoptar en relación a este tema, eso sigue estando en el terreno de la especulación”. 

A su vez, comentó que no se trata de un problema jurídico-normativo. “Desde hace mucho tiempo el Mercosur no funciona de acuerdo con lo que están planteando en sus estatutos sino que funciona con un criterio bastante pragmático”.

Sostuvo que los países que forman al bloque no estuvieron en condiciones de cumplir los acuerdos que se han dado. Por eso, afirmó que Uruguay “no es que se destaque por ser el gran afiliado a las disciplinas del Mercosur, pero claramente no es el incumplidor serial de todas las disciplinas del Mercosur”, en especial de las básicas vinculadas al comercio interregional, a todas las regulaciones y disciplinas que tiene el bloque. 

Por último, el economista opinó que la decisión del gobierno de visitar Nueva Zelanda para iniciar contactos y pedir el ingreso formal al Acuerdo Transpacífico “no fue una medida táctica adecuada”, y añadió que eso se tendría que “haber procesado unos cuantos meses o haber postergado la decisión”.