Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
De los 13 ediles que representan a la oposición en la Junta Departamental de Montevideo, sólo dos (del sector colorado Ciudadanos) apoyaron el proyecto para tareas de limpieza y saneamiento con un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presentado por la Intendencia de Montevideo (IM) con varias modificaciones del original. Fueron 20 votos a favor y hacía falta uno más para aprobarlo con la mayoría de dos tercios requerida, de modo que la iniciativa fue rechazada.
Los ediles de Ciudadanos se alinearon con lo planteado por el ministro de Ambiente, Adrián Peña, coordinador general de ese sector. Peña estuvo involucrado en la elaboración del proyecto junto con la IM, y les pidió a los cuatro ediles de su partido que lo aprobaran, mediante una carta en la que señaló que contribuiría “decisivamente a viabilizar el Plan Nacional de Gestión de Residuos, cuya concreción es objetivo central” de su ministerio.
No le hicieron caso los otros dos ediles colorados, ni el del Partido de la Gente, ni los ocho con que cuenta el Partido Nacional (PN), que en todo momento llevó la voz cantante en este asunto con protagonismo de Laura Raffo. Esta viene haciendo un notorio esfuerzo para prolongar su contienda con la intendenta Carolina Cosse, que la derrotó en las elecciones departamentales de 2020, y definió una línea de acción que no se sostiene técnica ni políticamente, y tampoco en términos que, para no usar palabras más fuertes, podemos llamar de convivencia humana.
El PN dijo que quería obras de saneamiento para más barrios, y asumió que tenía la potestad de decidir cómo debe distribuir sus recursos la IM. Desde el punto de vista técnico, la distinción tajante entre tareas de saneamiento y de limpieza es bastante anticuada, y no se adecua al enfoque contemporáneo que compartieron la IM y Peña.
Tampoco es pertinente la otra distinción manejada por los nacionalistas, entre obras duraderas que correspondía financiar con un préstamo a largo plazo y otros gastos que, en su opinión, el gobierno departamental debía costear con fondos propios. El proyecto requería bienes perecederos, así como campañas orientadas a cambiar hábitos de la población, pero era uno solo, con varios componentes.
El caso es que la IM no contará con 70 millones de dólares previstos para llevar adelante proyectos. Más allá de cómo se las ingenie para destinar cierta cantidad de recursos a las áreas en que pensaba contar con financiamiento del BID, será inevitable que en estas y algunas otras recorte presupuesto. No sólo tendrá que invertir menos en limpieza y saneamiento, sino que también se verán resentidos otros planes.
Esto interrumpe décadas de aprobación, con mayoría especial, de préstamos del BID, y perjudicará de distintas formas a la población montevideana.
La IM le realizó varios cambios a su proyecto inicial, acercándolo a las demandas opositoras, pero el voto negativo de los ediles nacionalistas y sus aliados en esta ocasión prefirió lo peor. Decidió que no se beneficiara nadie, e incluso hubo aplausos en la Junta cuando se confirmó el rechazo. No parece un camino prometedor para que el PN salga de perdedor en Montevideo.
Hasta el lunes.