Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En 1999, mientras el mundo occidental se preparaba para el comienzo de un nuevo milenio y cundía el pánico por los presuntos riesgos de una falla informática masiva, el presidente de Estados Unidos era Bill Clinton, y se desarrollaba un proceso de juicio político contra él por mentir sobre su relación con la becaria Monica Lewinsky.
Se lanzaron las series de televisión Bob Esponja y Los Soprano, se estrenó la película Matrix y falleció el director Stanley Kubrick. No existían Gmail, Facebook ni Twitter, y los celulares “inteligentes” todavía eran raros fuera de Japón.
Terminó la guerra de Kosovo y tras la renuncia de Boris Yeltsin a la presidencia de Rusia, en el último día del año, lo sustituyó Vladimir Putin. El flamante presidente de Venezuela era Hugo Chávez, fuera de Argentina muy pocos sabían quién era un gobernador de provincia llamado Néstor Kirchner, y Luiz Inácio Lula da Silva aún intentaba llegar por primera vez a la presidencia de Brasil, ocupada por Fernando Henrique Cardoso.
En Uruguay se realizó por primera vez un balotaje y el candidato más votado en primera vuelta, Tabaré Vázquez, fue derrotado por Jorge Batlle, quien se postulaba por quinta vez.
Mientras ocurrían estos y muchos otros acontecimientos que hoy parecen tan lejanos, la Unión Europea (UE) estableció el euro como moneda común e inició conversaciones para un tratado de libre comercio (TLC) con el Mercosur, cuya negociación continúa hasta el presente con grandes dificultades.
Es obvio que el mundo ha cambiado muchísimo desde entonces, pero hay datos que siguen muy vigentes, y uno de ellos es que algunos países de la vieja y alicaída Europa, y entre ellos muy especialmente Francia, se aferran al proteccionismo de su actividad agropecuaria, por motivos que van más allá de lo económico.
Los relatos para fundamentar esta posición han variado a lo largo de 24 años, y durante la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil la UE hizo hincapié en políticas nefastas que llevaron al aumento de la deforestación de la Amazonia, pero tras la victoria de Lula y el cambio de esas políticas la resistencia al TLC persiste, y ahora apela al desfasaje del Mercosur en relación con las nuevas normas europeas para la transición a una economía menos dependiente de los combustibles fósiles.
En unos meses es posible que se pongan sobre la mesa cuestionamientos a las políticas del presidente entrante argentino, Javier Milei, siempre y cuando este opte por permanecer en el Mercosur e impulsar el acuerdo con la UE. Ambas cosas están en contra de las doctrinas que defiende, pero no sería su primer viraje en relación con el discurso que lo llevó a ganar las elecciones.
El experto en relaciones internacionales Ignacio Bartesaghi dijo a la diaria que algunos optimismos políticos acerca de la posibilidad de avance hacia un TLC no condicen con las grandes dificultades en la negociación técnica, pero también podría decirse que en la UE hay una contumaz resistencia política, y que el debate técnico es su herramienta. En cualquier caso, el bloque europeo pierde cada vez más el derecho a quejarse por los avances de la influencia china en esta parte del mundo.
Hasta mañana.