El presidente del directorio de OSE, Raúl Montero, dijo el lunes 15 de este mes que, si no se producían lluvias de magnitud suficiente para revertir tendencias, la reserva en la represa de Paso Severino, que en aquel momento era de unos seis millones de metros cúbicos de agua, podía alcanzar para “18 días más” de abastecimiento al área metropolitana, que consume aproximadamente un millón de metros cúbicos cada tres días.

De aquellos 18 días pasaron nueve, y justamente ayer OSE publicó un “estado de situación” del déficit hídrico, con datos que permiten una previsión un poquito más optimista, pero de ningún modo tranquilizadora. Según el servicio descentralizado, ayer quedaban en Paso Severino unos cuatro millones y medio de metros cúbicos, que, de acuerdo con el criterio aplicado antes por Montero, darían aún para 13 días y medio, pero lamentablemente esto no se debe a que el contenido del embalse haya dejado de disminuir.

En el informe se indicó expresamente que las lluvias de esta semana en la cuenca del Santa Lucía no fueron suficientes para detener el descenso del nivel de las aguas, y lo mismo se había señalado en un boletín del Instituto Uruguayo de Meteorología, más conocido como Inumet. Lo que sí pasó fue que disminuyó la demanda, y cabe suponer que esto se debió en parte a la respuesta de la población a las recomendaciones de no desperdiciar el líquido, pero también a que, por las propias características del suministro de OSE, una gran cantidad de personas ha dejado de consumirlo, como registró una encuesta de Opción Consultores.

Cuando Montero realizó las declaraciones mencionadas al comienzo, dijo que los esfuerzos del organismo que preside se centraban en “llegar a junio”, pero la previsión del jefe de Pronóstico de Inumet, Néstor Santayana, es que recién entre julio y agosto las lluvias comenzarán a “normalizarse” y a habilitar que se reviertan las consecuencias de la sequía en lo que tiene que ver con el suministro de OSE.

Como lo que no se hizo antes no va a ser hecho a tiempo para remontar esta crisis, resultaría muy afortunado que Santayana se hubiera equivocado y que, en cambio, hubiera acertado el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, cuando aseguró el 16 de este mes, al día siguiente de las declaraciones de Montero y como para enmendarlas, que la cantidad y la calidad del suministro no iban a empeorar hasta que llegaran las lluvias necesarias, e incluso que en ese lapso se iba a poder “generar un agua de una calidad un poco mejor”.

Sin embargo, ocurre que sólo uno de los dos es especialista en el tema del que habló. Con el paso de los días aumenta, por lo tanto, la probabilidad de que la crisis ya instalada se agrave, pero no se ha formado un comité de crisis ni hay indicios de que las autoridades nacionales se propongan abrir el juego en la búsqueda de medidas paliativas para la emergencia y propiciar que lluevan, por lo menos, ideas.