Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El Senado descartó ayer la iniciativa de “juicio político” a la intendenta frenteamplista de Montevideo, Carolina Cosse, presentada por ediles opositores de los partidos Nacional y Colorado.

La noticia no sorprende. Desde fines de abril se sabía que, en la Comisión de Constitución y Legislación de la cámara alta, oficialistas y opositores coincidían en que no era pertinente llevar adelante el proceso, que implicaba decidir si correspondía separar de su cargo a Cosse por “violación de la Constitución u otros delitos graves”.

Tampoco sorprendió, en aquel momento, que los altos dirigentes nacionalistas y colorados se dieran cuenta de que la acusación era obviamente desproporcionada desde el punto de vista jurídico, y de que sus consecuencias políticas podían fortalecer a Cosse, a otro precandidato frenteamplista o al FA como tal, pero de ningún modo volcar votos indecisos a favor del oficialismo.

Lo que sí pudo sorprender –o quizá no– es que el nacionalista Jorge Gandini haya decidido ayer marcar perfil, como único integrante del Senado que votó a favor de la realización del juicio.

La explicación más obvia de esta actitud es que la iniciativa fue impulsada en la Junta Departamental de Montevideo por el edil Javier Barrios Bove, que integra el sector de Gandini y ya se había caracterizado por posiciones de oposición extremista a Cosse, por ejemplo en ocasión del debate sobre el préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo a la Intendencia de Montevideo para obras de saneamiento y limpieza.

Sin embargo, el senador buscó justificar de otra forma su conducta: dijo que no quería que el FA pudiera presentar el resultado de la votación como un respaldo unánime a Cosse, y que había decidido evitar la unanimidad cuando se enteró de que iba a realizarse una conferencia de prensa frenteamplista sobre la decisión del Senado.

En otras palabras, y por confesión de parte, la actuación de Gandini no se apoya en ninguno de los dos fundamentos que el alemán Max Weber llamó “ética de la convicción” y “ética de la responsabilidad” en su ensayo La política como vocación, publicado en 1919, mucho más citado y tergiversado que leído y comprendido.

Lo que sostuvo Weber es que el político debe sopesar, de forma equilibrada, sus creencias en el terreno moral y la consideración de lo que más conviene al bien común, para llegar a posiciones que a menudo implican una transacción entre ambos factores.

Gandini sabía que su voto no iba a tener ninguna consecuencia práctica, porque el rechazo al juicio ya estaba acordado y asegurado. Tampoco sostuvo que, en su opinión, correspondiera destituir a Cosse. Aprovechó las circunstancias para hacer algo que, si el resto del oficialismo hubiera actuado como él, habría tenido consecuencias que el propio Gandini no quería, pero que como gesto solitario podía beneficiarlo personalmente. El caso del senador no es, lamentablemente, único en la política uruguaya.

Esta manera de aprovechar las circunstancias en beneficio propio, jugando para la tribuna sin que estén realmente en juego la convicción ni la responsabilidad, se llama por lo general oportunismo.

Hasta mañana.