Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Los dispositivos publicitarios del oficialismo son potentes para destacar muy especialmente cualquier hecho que pueda incidir en forma favorable sobre la imagen del presidente Luis Lacalle Pou, y varios capaces de producir el efecto contrario han sido minimizados o desplazados rápidamente de la atención.
Un ejemplo fueron los fracasos poco difundidos cuando, poco después de asumir el 1º de marzo de 2020, trató de impulsar iniciativas como la desmonopolización de la importación de combustibles o la derogación total de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, pero no logró apoyo suficiente en el oficialismo. Otro fue, en setiembre del año pasado, el intento de flexibilizar las normas regulatorias para combatir el tabaquismo, mediante un decreto que fue duramente cuestionado por todos los especialistas que lo analizaron, fue objeto de recursos de revocación y de amparo por parte de la Sociedad Uruguaya de Tabacología, quedó en suspenso por resolución judicial y terminó pasando al olvido en la forma más disimulada que le fue posible al oficialismo.
Desde el punto de vista de la salud pública, fue lo mejor que pudo ocurrir, no sólo en el ámbito de nuestro país sino también en el internacional. Aquel decreto sentaba un precedente peligroso, porque era el primer retroceso de un Estado en el cumplimiento de lo establecido por el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud, firmado en 2003 y ratificado por Uruguay al año siguiente.
El efecto del episodio fue malo para Daniel Salinas, que en aquel momento era ministro de Salud Pública y candidato a presidir la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con apoyo en su actuación durante la pandemia de covid-19. Salinas, que no firmó el decreto porque estaba fuera del país, tampoco expresó discrepancias con él a su regreso, y esto sin duda incidió para que, cuando se votó en la OPS, recibiera sólo cuatro votos de 37 en la primera ronda y ninguno en la segunda.
Para Lacalle Pou fue una derrota importante, porque había desdeñado en declaraciones públicas las críticas a su decisión, calificándolas de “una cantidad de disparates enorme”, y las atribuyó a la voluntad de “combate político constante hacia el gobierno”. Y, como si esto fuera poco, dijo en diálogo con periodistas: “¿Esto es para favorecer a la empresa Montepaz? No, me lo pidió una fábrica de chicles. Obvio, quien se dedica a producir cigarros en Uruguay es Montepaz y quien le pidió esto al Ministerio de Industria es Montepaz”.
Del decreto no se volvió a hablar, pero los productores de tabaco no abandonaron su empeño. Así resulta que, por segundo año consecutivo, la bancada oficialista en el Parlamento no acompañó propuestas del Ministerio de Salud Pública para aumentar la regulación mediante artículos de la Rendición de Cuentas.
La actual ministra, Karina Rando, defendió ayer en el Senado esas propuestas, señalando lo obvio: “son beneficiosas para la salud”. Hay otros dos hechos obvios: que perjudican a quienes venden productos dañinos y que lamentablemente, ante esa contraposición de intereses, hay políticos que se ponen del lado insano.
Hasta mañana.