Hoy es 14 de octubre. Faltan 13 días para las elecciones nacionales.

Los partidos tienen por delante sus últimas oportunidades de ganar votos antes de las elecciones del 27 de este mes, pero algunos también comienzan a perfilarse con miras al próximo período de gobierno.

Desde la reforma constitucional de 1996, todas las elecciones nacionales han determinado que quienes lograron mayorías propias en ambas cámaras ganaran la presidencia. En esta edición, Fernando Esponda explica algunos aspectos no muy conocidos del proceso que lleva a tener mayoría parlamentaria, y considera las probabilidades de que el Frente Amplio (FA) la obtenga esta vez. Pero también podrían darse, por primera vez, otras combinaciones.

No sólo es posible, como siempre, que uno de los dos grandes bloques en pugna tenga mayoría propia en el Parlamento y el otro gane la presidencia. Ha aumentado un poco la chance de que un bloque sea mayoritario en el Senado y el otro, en la Cámara de Representantes, e incluso podría ocurrir que el ingreso a Diputados de uno o más partidos menores determine que ni el actual oficialismo ni el FA lleguen a la mitad más uno del total de integrantes de esa cámara, a veces llamada “baja” por motivos históricos y clasistas.

Hay todavía otra posibilidad, de la que se habla poco. En general se asume que el actual oficialismo seguirá actuando como un bloque de aliados, con independencia de que gane o no la presidencia, pero no es totalmente seguro que eso pase, sobre todo si no la gana.

Es interesante lo que sucedió con el intento de que la coalición multicolor o republicana comenzara desde ya a negociar un acuerdo programático como el “Compromiso por el país”, que firmó entre la primera y la segunda vuelta de 2019, para darle fundamentos a la decisión de que los partidos Nacional, Colorado, Cabildo Abierto (CA), Independiente (PI) y De la Gente apoyaran a Luis Lacalle Pou contra Daniel Martínez el 29 de noviembre de ese año.

La iniciativa fue del PI y esto es significativo, porque hasta 2019 el partido liderado por Pablo Mieres proclamaba que, como su nombre lo indica, no estaba alineado de antemano con ninguna otra fuerza política, sino dispuesto a sumarse a una u otra para formar alianzas de gobierno.

Esta premisa, que continuaba la del “partido bisagra” planteada por Hugo Batalla cuando abandonó el FA y formó el Nuevo Espacio en 1989, queda de lado por primera vez, y el PI se inclina hacia la tesis de que “Uruguay llegó a un nuevo bipartidismo”, planteada por Julio María Sanguinetti la semana pasada.

A su vez, Guido Manini Ríos anunció que no está dispuesto a firmar un nuevo “Compromiso por el país” antes de la primera vuelta, y en CA hay quienes adelantan su preferencia por un camino propio en el próximo período de gobierno, con independencia de los demás partidos que integran hoy el oficialismo. Desde el año que viene, la gobernabilidad puede depender de algunas variables imprevistas.

Hasta mañana.

Aclaración. En la edición del viernes pasado, por error, se publicó en esta columna que el expresidente Julio María Sanguinetti votó por primera vez en 1946. Fue en 1954, cuando el Partido Colorado ganó con Luis Batlle Berres a la cabeza. Pedimos disculpas.