Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Durante la presidencia de Luis Lacalle Pou, su gestión fue difundida día tras día con un marcado criterio publicitario, y en ese terreno el desempeño fue muy exitoso. Desde el primer año, la presentación del proyecto de ley de urgente consideración, con cerca de 500 artículos sobre asuntos muy diversos, así como la construcción de una épica en torno a la emergencia sanitaria, consolidaron una imagen de intensidad, pujanza y grandes realizaciones. En comparación, el comienzo de la presidencia de Yamandú Orsi parece lento y escaso de propuestas, pero esa percepción puede ser muy engañosa.
A la hora de evaluar resultados, el saldo del gobierno de Lacalle Pou no condice con su imagen. Por ejemplo, las intervenciones altaneras en cumbres del Mercosur –muy difundidas para el público uruguayo, que era su verdadero destinatario– y los anuncios sobre avances hacia tratados de libre comercio fuera del bloque no condujeron absolutamente a nada.
Mucho se habló de reducir el presunto despilfarro de los gobiernos frenteamplistas para mejorar la situación fiscal, pero en 2024 los niveles de gasto público y endeudamiento fueron mayores que los de 2019. Aún más se insistió con datos sobre la reducción de denuncias de delitos, pero el crimen organizado y los niveles de violencia avanzaron de modo alarmante.
La situación del país que recibió Orsi presenta problemas graves que incluyen, además de los antedichos, el aumento de la desigualdad y de los trabajos de mala calidad con remuneración insuficiente. Revertir el desmantelamiento y los retrocesos en el terreno de las políticas sociales no será sencillo con recursos escasos y un crecimiento económico mediocre. El impulso a la economía local y los avances en la inserción internacional son caminos de salida que llevará tiempo recorrer.
Hay consecuencias del gobierno anterior que el programa del Frente Amplio (FA) busca corregir, pero al oficialismo no le será fácil lograr mayoría en Diputados, y tiene por delante negociaciones difíciles como la referida a la mejora de los sistemas de protección social. Al mismo tiempo, debe afrontar problemas críticos como los del Casmu, la Caja de Profesionales Universitarios y la autorización del proyecto Neptuno decidida por Lacalle Pou al fin de su mandato, que pueden demandar grandes desembolsos estatales.
Mientras tanto, el ánimo de la oposición nacionalista es belicoso. Se intenta presentar el escándalo de la Intendencia de Soriano como una persecución política, probablemente temiendo futuras investigaciones sobre otras gestiones de gobierno en el período pasado. Se habla de designar “gente guerrera” en los directorios de OSE y la Administración Nacional de Puertos para defender el proyecto Neptuno y la concesión portuaria hasta 2081 a Katoen Natie. Se plantea la tesis descabellada de que la reforma jubilatoria de 2023 no debe modificarse porque el plebiscito sobre seguridad social del año pasado la ratificó.
El hecho es que en las últimas elecciones la mayoría optó por las propuestas del FA y por la búsqueda paciente de acuerdos amplios que caracteriza a Orsi. Malo sería que esto no se asumiera.
Hasta mañana.