El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a la Casa Blanca empleando el eslogan “Make America great again”, que traducido vendría a ser algo así como “Hagamos Estados Unidos grande otra vez”). Probablemente pensando que la frase fue exitosa, Trump y su equipo decidieron nombrar “Opening up America again” (“Abriendo Estados Unidos otra vez”) a las pautas que “ayudarán a los funcionarios estatales y locales a reabrir sus economías, hacer que las personas vuelvan a trabajar y continuar protegiendo las vidas de los estadounidenses”.

Publicadas en el sitio de la Casa Blanca, las pautas, “basadas en el asesoramiento de expertos en salud pública” y con el aval de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), abordan cómo ir relajando el distanciamiento social y retomar la actividad económica en tres fases. Ante el anuncio en Uruguay de la conformación de un grupos de expertos que trabajarán con Isaac Alfie, en el ámbito de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, para estudiar cómo modular las “perillas” sanitarias y de la economía, a fin de dar paso a la “nueva normalidad”, la detallada hoja de ruta publicada por la Casa Blanca sirve de insumo para pensar lo que se nos viene o para comparar procesos.

Tres fases con criterios claros

Para empezar, el plan establece que “el enfoque por fases” está basado en “datos actualizados y la preparación” que permitan “mitigar riesgos de resurgencia” de la enfermedad protegiendo “a los más vulnerables” y de forma que sean “implementables en todo el estado o condado, a discreción de los gobernadores”.

Las tres fases o etapas están definidas en base a “criterios de control estatales o regionales” que deben satisfacerse antes de proceder al avance de cada etapa. Los criterios para avanzar a cada una de las tres fases abarcan tres categorías: síntomas, casos y hospitales. En el caso de los síntomas, deberá verificarse una “trayectoria descendente de enfermedades similares a la influenza reportadas dentro de un período de 14 días”, además de una “trayectoria descendente de casos sindrómicos similares a la covid-19 notificados en un período de 14 días”. En cuanto a los casos, deberá verificarse una “trayectoria descendente de casos documentados dentro de un período de 14 días” o, en su lugar, de una “trayectoria descendente de las pruebas positivas dentro del porcentaje del total de las pruebas dentro de un período de 14 días”. Finalmente, en relación con los hospitales, se deberá cumplir que “traten a todos los pacientes sin provocar una crisis en la atención” y que haya un “programa de pruebas sólido para trabajadores de la salud en riesgo, incluyendo pruebas de anticuerpos emergentes”.

Si todos estos criterios se cumplen, cada 14 días se podrá ir pasando de una etapa a la siguiente, siempre recordando que las personas deberán mantener sus prácticas de higiene (lavado de manos, toser en el codo, usar tapabocas en público, etcétera), que los empleadores deberán favorecer “el distanciamiento social y proveer equipo protector”, realizar chequeos de temperatura y, entre otras medidas, desinfectar regularmente las áreas de uso común. Cada etapa establece cómo se afectará la vida de los individuos, de los empleadores y de qué tipo de actividad se retoma.

Primera fase

Si los estados o regiones cumplen con los criterios de síntomas, casos y hospitales, podrán pasar a la primera etapa. A nivel de los individuos, en este primer paso hacia la reapertura se debe seguir “maximizando la distancia física” y deben “evitarse los entornos sociales de más de diez personas donde el distanciamiento no sea práctico”, a la vez que se recomienda no hacer “viajes no esenciales”.

En esta etapa se insta a los empleadores a “seguir alentando el teletrabajo siempre que sea posible”, “cerrar áreas comunes donde es probable que el personal se congregue e interactúe o aplicar estrictos protocolos de distanciamiento social” y considerar “alojamientos especiales” para los trabajadores que son parte de la población vulnerable.

En cuanto a la actividad, en la primera fase “las escuelas y las actividades organizadas de jóvenes (guarderías, campamentos) que actualmente están cerradas deben permanecer cerradas”. Los lugares grandes, como cines, restaurantes o logares donde se come sentado, espectáculos deportivos y sitios de culto, “pueden operar bajo estrictos protocolos de distanciamiento físico”. También pueden “reanudarse las cirugías electivas”. Por su parte, los gimnasios “pueden abrirse si se adhieren a estrictos protocolos de distanciamiento físico y saneamiento”, mientras que los pubs “deben permanecer cerrados”.

Segunda fase

Si los tres criterios se cumplen durante algún momento del transcurso de la primera fase, el plan permite que “aquellos estados y regiones sin evidencia de un rebote” pasen a la siguiente. En esta etapa las personas en grupos de riesgo deberán continuar su aislamiento. Si bien los individuos deben seguir “maximizando la distancia física” en lugares públicos como parques, áreas de recreación o de compras, el cambio mayor es que “los entornos sociales” a evitarse pasan de ser de más de diez personas a más de 50. A su vez, los “viajes no esenciales pueden reanudarse”.

Los empleadores deberán mantener las medidas de la primera fase, pero ahora están habilitados para hacer “viajes no esenciales”. Las escuelas, campamentos y otras actividades “pueden reabrir”, y los lugares grandes, como cines, restaurantes, espectáculos deportivos y sitios de culto, “pueden operar bajo moderados protocolos de distanciamiento físico”. Los gimnasios siguen abiertos bajo las mismas condiciones, y la novedad es que los pubs “pueden operar con una ocupación reducida” cuando sea apropiado.

Tercera fase

Aquellos estados y regiones que estando en la segunda fase vuelvan a cumplir con los criterios de baja de casos, síntomas y capacidad de atención no saturada, entrarán a la tercera y última etapa del plan. La población vulnerable retoma sus interacciones públicas “practicando el distanciamiento físico”, mientras que la población de bajo riesgo “debe considerar minimizar el tiempo que pasa en entornos multitudinarios”.

Los empleadores “reanudan la actividad del personal sin restricciones”, los lugares grandes como cines, restaurantes, sitios de culto, etcétera, ahora operan con “protocolos limitados de distanciamiento físico”, los gimnasios “pueden permanecer abiertos si cumplen con los protocolos estándar de saneamiento”, y los pubs pueden abrir “con mayor ocupación de gente de pie en sus salones”. También en esta etapa se reanudan “las visitas a instalaciones y hospitales de cuidados de adultos mayores”. Así, Estados Unidos se habrá abierto otra vez.

Las etapas, plazos, criterios, condiciones y medidas están claras. Y ante un rebrote, se vuelve a la fase o fases anteriores. Mientras Uruguay trabaja en un plan para ir retomando “la nueva normalidad”, el programa de la Casa Blanca sirve para tener de ejemplo y, como el de otros países, ver qué tan bien funciona y qué podemos mejorar. Sólo cabe esperar que el de aquí no siga el camino de Trump y que evite llamarse “Está bueno cambiar a la nueva normalidad”.

Por más información sobre el tema: Sobre nuestros expertos y la “nueva normalidad” - Rafael Radi: “El confinamiento en forma sostenida es imposible”.