Paul Ruiz, investigador del Centro de Investigación Clínica de la Facultad de Psicología y del Departamento de Biociencias de la Facultad de Veterinaria, ambos de la Universidad de la República, hace años que viene estudiando el consumo de alcohol y otras drogas, más que nada en jóvenes, y cómo eso se relaciona con diversos aspectos de la salud mental.

Para su doctorado, que inició en 2013, comenzó estudiando el consumo de alcohol en ratas bajo un modelo de depresión, pero rápidamente pasó a ver qué sucedía en los humanos. Encontró varias coincidencias: tanto en ratas como en humanos, convivir con congéneres que tomaran alcohol aumentaba su ingesta, ambos consumían más alcohol cuando estaban deprimidos y en ambas especies los jóvenes tomaban más alcohol que los adultos.

Alarmado por el alto consumo de alcohol entre los jóvenes de nuestro país –compartimos con Argentina el triste privilegio de tener los jóvenes que más alcohol consumen en las Américas–, siguió profundizando en el tema y en su relación con la depresión, la ansiedad y demás. Fue así que en 2019 publicó un trabajo en el que reportaba que cuanto mayor era el malestar psicológico de los jóvenes, más alcohol consumían. Para aquel artículo había utilizado datos que obtuvo en una encuesta en la que llegó a más de 1.500 jóvenes de Uruguay de entre 18 y 30 años y a los que, además de preguntarles sobre su consumo, aplicó un formulario que medía su malestar psicológico. Trabajando con el alcohol, y más aún con su artículo previo en el que el consumo se relacionaba con la depresión, el malestar psicológico fue un insumo más dentro de las diversas variables que empleó. Sin embargo, lo que había visto le quedó rondando en la cabeza.

A fines de 2023 un nuevo trabajo de Paul Ruiz, una vez más junto a Ricardo Pautassi, quien fuera su tutor y actual investigador del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra, de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, retoma datos de aquella encuesta realizada en 2018. Titulado Malestar psicológico y su relación con edad, sexo, trabajo, estudio, zona de residencia, en jóvenes uruguayos, el artículo se centra en el malestar psicológico en sí mismo. ¿Por qué? Que lo cuente el propio Paul Ruiz.

Volviendo al malestar de 2018

Cuando le pregunto qué fue lo que lo llevó a hacer un artículo específicamente sobre el malestar psicológico de los jóvenes que ya había medido antes, Paul no lo duda: “el puntaje”.

“Estas mediciones del malestar las hicimos vinculadas al consumo de drogas. Cuando me puse a ver los puntajes y a comparar lo que daba entre los jóvenes uruguayos con los trabajos reportados en la bibliografía, me dije que acá pasaba algo y que había que mostrarlo. Los puntajes elevados me llevaron a querer poner el tema arriba de la mesa”, cuenta Paul. Y poner el tema sobre la mesa, en ciencia, es reportarlo en un trabajo que pueda ser leído por el resto de la comunidad.

“Los puntajes que teníamos, comparados con los del resto del mundo, muestran que los valores en Uruguay son realmente altos”, sostiene. En el trabajo reportan que el promedio, en la muestra de 1.527 jóvenes que participaron en la encuesta voluntaria que se distribuyó por redes sociales, el malestar psicológico, medido mediante la escala de Kessler (ya iremos a ella), fue de 24,8.

“Cuando vi ese puntaje dije que era un tema que había que instalar. Y ahí surgió la idea del paper, de separarlo entre hombres y mujeres, en regiones geográficas, ver si tenía algo que ver con el estudio o el trabajo, y ver qué nos íbamos encontrando”, cuenta Paul.

En el artículo establecen que “el objetivo último” fue el de “proveer conocimiento e insumos útiles para el desarrollo de políticas públicas en salud mental”.

Midiendo el malestar psicológico

Como sostiene el trabajo, el malestar psicológico se define como “un conjunto de reacciones emocionales y conductuales que pueden, o no, evolucionar a diferentes cuadros psicopatológicos”. También señalan que “influye negativamente en la salud, por lo que es de gran valor diagnóstico y preventivo”. Aun así, el artículo señala que “los niveles de referencia y factores asociados al malestar psicológico son mayoritariamente desconocidos en Uruguay”.

En ciencia es importante no sólo definir los conceptos, sino también poder medirlos. Para ello, Paul y su colega se inclinaron por la escala de malestar psicológico de Kessler, formulada en 2002, que con unas simples diez preguntas lo mide “a partir de la presencia de síntomas de ansiedad y depresión en las últimas semanas”.

Cada una de las diez preguntas puede responderse con opciones que puntúan distinto, desde nunca (un punto) a siempre (cinco puntos). Como aclara el trabajo, “su puntuación implica el sufrimiento de malestar, pero no necesariamente la presencia de un trastorno psicopatológico”, de manera que se considera un “malestar psicológico normal” un puntaje menor a 20 puntos, “leve” el de entre 20 y 24 puntos, “alto” el de entre 25 y 29, y “muy alto” el de entre 30 y 50 puntos.

Cuestionario Kessler de Malestar Psicológico

En el último mes:

  1. ¿Con qué frecuencia te has sentido cansado/a, sin alguna buena razón?
  2. ¿Con qué frecuencia te has sentido nervioso/a?
  3. ¿Con qué frecuencia te has sentido tan nervioso/a que nada te podía calmar?
  4. ¿Con qué frecuencia te has sentido desesperado/a?
  5. ¿Con qué frecuencia te has sentido inquieto o intranquilo/a?
  6. ¿Con que frecuencia te has sentido tan impaciente que no has podido mantenerte quieto/a?
  7. ¿Con qué frecuencia te has sentido deprimido/a?
  8. ¿Con qué frecuencia has sentido que todo lo que hacés representa un gran esfuerzo?
  9. ¿Con qué frecuencia te has sentido tan triste que nada podía animarte?
  10. ¿Con qué frecuencia te has sentido un/a inútil?

Opciones para cada respuesta: nunca (1), pocas veces (2), a veces (3), muchas veces (4), siempre (5).

De esta manera, el rango de puntuaciones oscila entre los 10 y los 50 puntos. El puntaje total puede interpretarse como sigue: malestar psicológico normal (≤20 puntos), leve (20-24 puntos), alto (25-29 puntos), muy alto (≥30 puntos).

¿Qué tan molesta está nuestra juventud?

Como ya vimos, el promedio en la escala Kessler de malestar psicológico en estos más de 1.500 jóvenes de entre 18 y 30 años fue de 24,8, algo que pega en el palo de lo alto y que, como veremos, llama la atención al compararlo con otras mediciones. Pero al fijarnos en los detalles, surgen cosas tanto o más preocupantes que los promedios.

Sólo 16,6% de las y los jóvenes encuestados presentó niveles normales de malestar, mientras que 24% presentó niveles leves. El asunto es que 21,3% y 18,7% presentaron niveles moderados y altos de malestar, respectivamente. En otras palabras, para 40% de los participantes el malestar era algo importante.

“Es interesante que sobre el malestar psicológico hay muy poco en la literatura científica uruguaya”, comenta Paul. “Y lo que no hay tampoco es la posibilidad de poder utilizar el malestar o el bienestar, cualquiera de las dos cosas, para poder predecir otros elementos de la salud mental de los jóvenes uruguayos, que es el tema realmente importante”, agrega.

Paul Ruiz (archivo, enero de 2023).

Paul Ruiz (archivo, enero de 2023).

Foto: Alessandro Maradei

Paul cuenta que por su trabajo concurre asiduamente a centros educativos. “Cada vez que uno va a los diferentes centros, se encuentra con que estos síntomas, tanto sea de depresión o de ansiedad, ambos componentes del malestar psicológico, están prácticamente en todos los pibes”, señala. “Capaz que algunos tienen unos síntomas más complicados que otros, o un poquito más o un poquito menos, pero todos tienen puntajes bastante altos en estas escalas. Si uno se hace la clásica pregunta científica ¿y por qué?, la respuesta es una clásica encogida de hombros”, sostiene.

“En Uruguay siempre es una encogida de hombros la respuesta a por qué pasan estas cosas. Por qué Uruguay consume tantas drogas, por qué Uruguay tiene índices de suicidio tan altos. Incorporar el tema del malestar psicológico no trae una respuesta, pero por lo menos trae un constructo científico, medible, con una escala interesante, que como consta de sólo diez preguntas, se puede aplicar en un montón de lugares y empezar a estudiar un poco más por qué se manifiesta el malestar de esta forma en los jóvenes uruguayos”, dice Paul.

“A mí el tema de ver jóvenes deprimidos es una cuestión que se me hace devastadora. Ir a un centro educativo e interactuar con pibes que tienen 15 años a los que no les gusta nada, que no le encuentran sentido a la vida, a los que les parece que el mundo es y va a ser una porquería, para mí es triste”, reflexiona. “Si vos no generás un objetivo de por qué estar vivo o algo que la persona disfrute en un contexto que supere lo inmediato, estás generando más malestar. Porque justamente el capítulo más feo de la depresión, para mí, es el capítulo existencial. Como decía [Firedrich] Nietzsche, quien tiene un para qué puede soportar casi cualquier cómo”, prosigue Paul, que dice que parte de eso es capturado por la escala empleada. “Los resultados son como una foto de eso”, enfatiza Paul. Y la foto no es auspiciosa.

Comparaciones

Paul me pasa una tabla en la que compara el malestar medido con esta escala tanto en su trabajo con jóvenes como con otras mediciones realizadas en otras partes y en otras poblaciones (algunos de los que aparecen en el artículo y otros que no porque aún no han sido publicados).

Foto del artículo 'Jóvenes de Uruguay puntúan altísimo en escala que mide el malestar psicológico'

“Los jóvenes uruguayos, con 24,8, son superados solamente en dos situaciones. Apenas por una medición que realizamos en 2021 cuando en Uruguay la pandemia se disparó, pero no es muy significativo, ya que allí, en una población de entre 18 y 50 años, el malestar fue de 25,1. Y luego este puntaje de jóvenes uruguayos es superado por un reporte de un trabajo que midió malestar psicológico en población psiquiátrica de Buenos Aires, o sea, gente internada, que reporta 27,6. Después, en comparación con el resto del mundo, todas las mediciones están por debajo de las cifras de los jóvenes uruguayos”, afirma casi con impotencia.

“Esto tiene que ver con la salud pública, ya que son datos relevantes, sobre todo cuando hay bibliografía que te muestra que esto se correlaciona no sólo con las drogas y el alcohol, sino también con el suicidio”, agrega.

El trabajo también aporta otros datos: si bien baja, “se encontró una correlación negativa” entre los puntajes de malestar psicológico y la edad, de manera que “a menor edad, mayores niveles de malestar”. También encontraron que quienes reportaron que su sexo biológico era masculino presentaron “una mayor proporción de participantes con niveles normales de malestar”, así como lo opuesto: en los niveles muy altos de malestar “las mujeres exhibieron significativamente más proporción de casos que los hombres”. Más allá de esas leves correlaciones, no encontraron asociación entre el malestar y la cantidad de horas de trabajo o estudio ni tampoco con el lugar de residencia o el nivel educativo.

¿Y entonces, qué hacemos?

Consumo de alcohol elevado. Tasas de suicidio alarmantes. Tasa de desempleo juvenil doblando prácticamente la tasa nacional. Seguro, la insatisfacción del acceso a la vivienda en jóvenes debe ser altísima. Y si a esto le atamos los datos del censo, de que tenemos pocos nacimientos, si los pocos que llegan a la adolescencia o la juventud la están pasando mal, algo tenemos que hacer.

“Ahí tenemos que hacernos unas preguntas guía. ¿Por qué pasa esto en Uruguay? Sobre eso uno podría debatir la vida entera. Pero también está después el preguntarnos qué hacemos con esto. La foto del paper está. ¿Y? ¿Cómo hacemos para que los pibes tengan menos malestar? ¿Cómo hacemos para que los pibes se sientan un poco mejor?”, se pregunta Paul.

“¿Hacemos talleres existenciales que los ayuden a construir un propósito en la vida. ¿Les regalamos cosas? ¿Se puede hacer política pública? ¿Qué tipo de política se puede hacer para que se sientan mejor? ¿Una política de trabajo? ¿Una política de independencia o de acceso a determinadas cosas? ¿Fomentamos actividades y cuestiones vinculadas con lo que para ellos es importante pero que a su vez los ayude a construir un buen proyecto de vida?”, plantea.

Para empezar, generar información es una buena cosa. Y allí hay algo que obsesiona y ofusca a Paul, que tiene que ver con la tabla con datos que nos pasó. “Australia usa esta escala Kessler sistemáticamente desde hace muchos años porque Australia tiene un observatorio de salud mental, algo que Uruguay aún no tiene”, señala.

“Entonces, si bien mi trabajo puede ser interesante, esto es algo que en realidad deberíamos medir sistemáticamente, por ejemplo, cada cuatro años, como hace por ejemplo el Observatorio Uruguayo de Drogas, que cada cuatro años sale a medir su consumo”, apunta. “Uruguay con los índices de suicidio, de depresión y de consumo de sustancias que tiene, precisa un observatorio de salud mental”, dice con vehemencia.

“No es difícil ni caro hacerlo, porque tenemos al Instituto Nacional de Estadística (INE), que trabaja muy bien. ¿Qué hace el Observatorio Uruguayo de Drogas? Le pide al INE que cuando hace sus encuestas incluya determinadas preguntas sobre el consumo de drogas”, apunta. Y aclara: pueden usar la escala Kessler que emplearon en su trabajo o cualquier otra. “Hay muchísimas. La Kessler tiene la ventaja de que son diez preguntas, no lleva más de cinco minutos. Hay una que estoy empezando a usar bastante que se llama SCL. Con la SCL se miden nueve dimensiones: depresión, ansiedad, psicoticismo, síntomas obsesivos y demás. Con 45 preguntas tenés una escala validada que mide un montón de cosas. Perfectamente se podría aplicar esto cada cuatro años, no es tan difícil”, reitera.

En el Plan Nacional de Salud Mental 2020-2027, elaborado por el Ministerio de Salud Pública (MSP), el capítulo “sistemas de información, monitoreo y evaluación e investigación”, que busca “contar con información oportuna y de calidad, influye de manera sustancial en la definición de las políticas públicas”, establece como una de las acciones “elaborar una propuesta de conformación y funcionamiento de un observatorio de salud mental que reúna y analice todos los datos referentes a la salud mental, a la respuesta del sistema y a la implementación del plan”. Los actores involucrados serían “MSP, instituciones académicas, prestadores de salud, otras instituciones que registran datos”, mientras que el resultado esperado sería alcanzar la “normativa para la generación del observatorio”, lograr “recursos asignados” y un “documento de funcionamiento del observatorio”.

“Cuando uno encuentra estas cosas, en este caso estos altos niveles de malestar psicológico en jóvenes, lo que sería esperable es que más gente empiece a investigar el tema. Quienes vengan después, ya sean investigadores de nuestro grupo o de otros, van a tener que incluir más variables vinculadas a por qué se dan estos puntajes o en qué población o subpoblaciones hay más puntajes de malestar que en otras”, resume Paul.

“Para mí esto abre una línea de trabajo. Si nos interesa conocer más de la salud mental en Uruguay, hay que incorporar el malestar psicológico”, apunta. “Creo que debería, además, ser un objetivo de Estado. Hoy ni siquiera tenemos la foto de qué es lo que está pasando a nivel de salud mental en la población en general, y menos a nivel de jóvenes. ¿En serio en el país en que hay más gente deprimida de América Latina nadie va a aplicar la escala que sea una muestra significativa de personas, para ver qué da?”, plantea.

“Si lo querés sacar del mundo del número, porque hay mucha gente que se crispa con eso, hacelo cualitativo: describí el problema, explicá de qué estás hablando. Si lo querés medir, lo medís, y si lo vas a hacer cualitativo, describilo. Pero el tema es que la foto no está, ni cuali ni cuanti. Uruguay tiene que invertir en estas cosas, y no son cosas caras”, sostiene Paul. Y uno piensa: nada es caro cuando un país lo define como prioritario para el desarrollo y el bienestar de su gente.

Artículo: Malestar psicológico y su relación con edad, sexo, trabajo, estudio, zona de residencia, en jóvenes uruguayos
Publicación: Avances en Psicología Latinoamericana (diciembre de 2023)
Autores: Paul Ruiz y Ricardo Pautassi.

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