La diversidad de playas que presenta el departamento de Colonia es una constante a lo largo de los 180 kilómetros de extensión que tiene su costa. En este recorrido que inició la diaria hace algunas semanas, ahora, a nuestras espaldas dejamos Boca del Rosario, y seguimos paso por la arenosa playa de Colonia Cosmopolita o Los Piamonteses para seguir camino hasta Juan Lacaze.
Los sabaleros, además de reivindicar su larga historia industrial, también muestran orgullo a la hora de hablar de sus playas, muy diferentes una de otra, que han motivado versos de los poetas locales, como José Carbajal El Sabalero o Walter Aranda.
La vinculación de los habitantes de la actual Juan Lacaze con las costas es muy estrecha, y se remonta a épocas bastante anteriores a la llegada de las industrias papelera y textil ocurridas en el ocaso del siglo XIX y en el inicio del XX. En efecto, hace ya 300 años Puerto Sauce, antigua denominación de este lugar, fue un lugar de recalada para los navegantes del Río de la Plata y asiento de los primeros establecimientos saladeriles desarrollados en la costa oriental. Previo y en forma simultánea a esa época, tal cual lo han demostrado las investigaciones arqueológicas, integrantes de los pueblos originarios también se establecieron a la vera de la costa.
En el presente, en tanto, la comunidad organizada lacazina procura desarrollar un circuito turístico donde los relatos sobre lo acontecido en el pasado convivan con la promoción de sus playas, la Sur o Charrúa y la Verde. El trabajo desarrollado en esa línea en los últimos años ha sido intenso y los resultados están apareciendo, valoran los locatarios.
El recorrido de cada mañana
En verano, la playa Sur, o más conocida como Charrúa, es la preferida por los habitantes de esa ciudad y por los visitantes que buscan darse un baño o disfrutar a los rayos del sol. Esta playa forma parte de una línea de costa de más de seis kilómetros de extensión que se inicia en la localidad Boca del Rosario, caracterizada por la presencia de arenas finas y aguas seguras.
Jorge Rodríguez Pugliese vive a pocas cuadras de la playa Charrúa, en el barrio homónimo. Rodríguez y Lilians, su pareja, retornaron hace ocho años a Juan Lacaze luego de transitar más de dos décadas fuera del país. “Soy de los pocos que camina la playa todo el año”, aseguró Rodríguez en diálogo con la diaria. Este vecino recorre varios kilómetros de playa todas las mañanas, ya sea invierno o verano, haciendo ejercicios y disfrutando de la fotografía, una disciplina que desarrolla desde joven de modo no profesional.
Las caminatas que realiza por la playa le permiten disfrutar “de algo que muchas veces, al tenerlo tan cerca, no lo aprovechamos totalmente”. Estas playas “son especiales y muy lindas”, y “la bahía natural sobre la playa Sur la hace muy hermosa”, comentó.
Las características de esta playa se han modificado en los últimos años, observó Rodríguez. Y explicó que eso se debe a varios factores: hace algunos años un barco quedó encallado sobre la playa Los Piamonteses, y eso, para este vecino, “ha transformado a la playa y a los bancos de arena”. El cierre de las industrias textiles y papelera también repercutió en la costa sabalera. “De alguna manera, estos hechos han logrado que las playas y las aguas estén más limpias”, añadió.
“La gente de la ciudad debe aprovechar más lo que tiene a los pies de su casa. Estas costas son de las más lindas del departamento”, cerró, orgulloso, Rodríguez.
Deportes náuticos
El desarrollo de las actividades deportivas se ha intensificado en Juan Lacaze tras el cierre de las históricas fábricas locales. Es que en el intento de diversificar la matriz productiva, ahora todo lo que acontece en las cercanías del río es mirado con mayor detenimiento por los actores locales. Y efectivamente una de las cosas que más se han movido en los últimos años en esa ciudad son las diversas disciplinas vinculadas al mundo de la náutica.
La playa Charrúa, sea verano o invierno, es disfrutada por los amantes de los deportes náuticos, especialmente quienes practican kitesurf.
El desarrollo de esta práctica en la localidad se inició hace dos décadas. Hasta entonces se trataba de un deporte que no era conocido en la zona, y que no tenía instructores ni gente que lo practicara.
Luciano Dalaison es parte de Charrúa Kite, un grupo conformado por personas que realizan ese deporte sobre las costas lacazinas. “Hace mas de diez años que practico este deporte en la zona y cada día siento que lo conoce más gente”, dijo Dalaison.
En sus inicios muchos de quienes practicaron esta disciplina lo hicieron sin el conocimiento necesario. Desde 2017 que Charrúa Skate enseña kitesurf a niños, jóvenes y adultos en las costas de la playa Charrúa. “Tenemos un espacio autorizado para deportes náuticos brindado por la Intendencia de Colonia y Prefectura”, comentó. “En 2021 tuvimos récord de gente que se anotó a la escuela. Y este año recibimos gente de Carmelo, Fray Bentos y de muchas otras localidades, y se siguen sumando”, destacó.
Para entrar a navegar al río los cultores del kitesurf requieren vientos de 10 nudos -18,52 kilómetros. La playa Verde también está autorizada para los deportes en el agua. “Antes de salir a navegar vemos como está el viento. Nosotros tenemos la particularidad que en Juan Lacaze si hay viento en una playa en la otra muchas veces está tranquila, y sino viceversa”. “Hemos realizado encuentros con otras escuelas e instructores y es impresionante como la gente se va sumando a este deporte”, valoró el deportista.
A la sombra de la Playa Verde
Alejada unas diez cuadras de la playa Charrúa, en el límite entre los barrios La Bombonera e Isla Mala, se encuentra la Playa Verde, desde la cual se prolonga una rambla que se extiende hasta el atracadero de yates ubicado en el puerto local.
Los vecinos más viejos dicen que históricamente esta playa se caracterizó por ser un lugar de encuentro de los trabajadores industriales entre turno y turno de las dos grandes empresas, donde disfrutaban de las sombras que proyectan los frondosos árboles que allí se encuentran.
Patricia Sequeira es una vecina de Juan Lacaze que asiste asiduamente a la playa Verde. Hay quienes dicen que “cuando vemos pasar a Patricia con su silla para la playa, confirmamos que comenzó la temporada”. “Yo aprendí a caminar en la playa Verde”, aseguró Sequeira, en diálogo con la diaria.
“Es una hermosa playa que, en los momentos que no estuve viviendo en Juan Lacaze, extrañé muchísimo”, contó. “La playa Verde es muy baja, sin peligro, con arena, pasto, sombra y tranquilidad”, detalló.
Patricia concurre a esa playa desde muy pequeña, cuando lo hacía con sus padres. Y ahora lo hace diariamente desde octubre a marzo. Todas las mañanas Patricia realiza ese periplo, a la mañana y a la tarde, acompañada por su matera y una silla plegable.
Producto de los efluentes sanitarios que llegan desde un complejo de viviendas cercano, los resultados de los análisis de las aguas de esa playa que ha realizado la Intendencia de Colonia en los últimos años dicen que no está apta para baños.
“Por un lado me da tristeza que no esté habilitada para baños, pero por otro, es lindo que no baje mucha gente ya que me gusta la soledad de la playa y escuchar el ruido de las pequeñas olas que llegan a la costa”, dijo Sequeira.
Esa parte de la costa sabalera ha sido dominada por la presencia de los juncos. Y luego de varios años en los cuales la comuna coloniense no encaró el retiro de los mismos ni de las malezas que crecen en la zona, los vecinos alzaron sus voces para protestar por esa situación. Finalmente, la intendencia respondió a ese pedido, y en diciembre del año pasado, junto al Municipio local, encaró la limpieza de esa playa.
“La limpieza que reclamamos varios de nosotros, y que por suerte se realizó, quedó espectacular”, indicó Sequeira. “Siento que la playa Verde es mí playa, la siento así, y me daba mucha tristeza verla como estaba”, expresó.
La playa Verde se extiende hasta la desembocadura del arroyo Sauce. Pero en ese punto la accesibilidad pública a las costas que debería darse desde las calles que nacen en el Camino La Balsa parece haber terminado. En efecto, los propietarios de los campos que limitan con esas costas de modo unilateral han resuelto ir contra la normativa vigente y cerrar tranqueras colocadas en caminos vecinales, lo cual hace casi imposible el acceso a esos espacios públicos.
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