El sábado 26 se presentará el libro 197 historias ilustradas en Juan Lacaze y Rosario. Se trata de una obra que rescata historias de 197 uruguayos que desaparecieron bajo los régimes de terrorismo de Estado en el Cono Sur, según destacó Isabel Cal, organizadora de esta actividad, en diálogo con la diaria.

Las presentaciónes se realizarán en el Centro Cultural Don Bosco de Juan Lacaze a las 18.00 y en la Casa Sindical Gustavo Avonde de Rosario a las 20.00. Estas presentaciones son organizadas por colectivos de derechos humanos de ambas localidades colonienses.

El trabajo recoge las historias de los lacazinos Carlos Guaz y Ademir Bentancour, aún desaparecidos en Argentina, y del rosarino Rutilio Bentacourt, cuyos restos aparecieron en Catamarca, Argentina.

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Kiara Lucas lideró este proyecto, que empezó a pensar hacia 2021, cuando entabló un contacto más estrecho con la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos: “Comencé a conocer algunas historias un poco más de cerca, de parte de los integrantes, y también incluso la historia de mi tío, un poco más, al entrar en contacto con algunos compañeros de él. En ese momento tuve la loca idea de quererlos conocer a todos; en realidad, como que no era suficiente con una sola historia. Y se me ocurrió hacer un libro”, resume. Así fue que convocó a Rodríguez Tabacco, por su experiencia en curaduría de artes visuales, y luego sumó a Acosta, quien llevó a cabo el diseño editorial y “la tarea más difícil: que convivan todas las ilustraciones”.

Kiara Lucas. (archivo, mayo de 2024)

Kiara Lucas. (archivo, mayo de 2024)

Foto: Mara Quintero

Fueron más de 150 artistas, cada cual con su estilo, y con ellos dialogan las fichas y textos breves. Son dibujos bien distintos en enfoques, materiales y técnicas, pero tienen algo en común: cierta luminosidad que pretende cambiar ese panorama de rostros perdidos en el tiempo. “Eso siempre fue la consigna inicial cuando nos fuimos contactando con los artistas”, confirma Lucas. “La única condición que poníamos en el momento que asignábamos un caso era que, dentro de lo posible, fuera una ilustración a color, a no ser que el blanco y negro tuviera una intención (hay un par que están en blanco y negro, pero que van tomando color en zonas específicas”, cuenta Lucas.

“La idea de esto es, como nosotros le llamamos, traducir la memoria, salir de la foto en blanco y negro, que a veces parece tan lejana y un poco difícil de empatizar para las nuevas generaciones”. Justamente, el proyecto está pensado para un rango etario de entre diez años y 21, mediante un lenguaje próximo.