El gobierno ha incumplido las promesas de no aumentar impuestos que formuló en la campaña electoral. En el lapso transcurrido hasta 2021 incluido, el aumento impositivo se ubicó en 110 millones de dólares.
No hay desarrollo económico y social sin crecimiento de la actividad a largo plazo. Dicho crecimiento supone siempre cambios institucionales importantes.
Con estas señas de identidad hicimos política desde el primer día de los 51 años que hoy está cumpliendo el Frente Amplio, la mayor creación de la izquierda en la historia política del país.
La falta de correspondencia con la realidad de parte del discurso del gobierno se aprecia claramente en las áreas de la seguridad pública y la educación.
Negar el área de los servicios dentro de la actividad productiva era una definición ideológica que contradecía claramente lo que ocurría en la realidad. Por lo tanto, se necesitaba una imprescindible renovación.
El proceso de habilitación del referéndum nos da tiempo para leer, conversar, contraponer argumentos y, finalmente, decidir. Hay aspectos de nivel estratégico que ayudan a detectar los perjuicios que origina esta ley.
Uno de los rasgos más evidentes que permiten definir el perfil ideológico del Frente Amplio, diferenciándolo respecto al del gobierno, tiene que ver, directa y extensamente, con la política económica.
La actitud de cierre o protección de nuestras economías sería –por lejos– el peor error que podríamos cometer hoy en países como Uruguay con la intención de encarar nuestras dificultades económicas.
La actitud oficial no sólo revela una perspectiva estática de la realidad, ya que además de ignorar los antecedentes de los tiempos que nacieron en marzo de este año, también quedan fuera del análisis las consecuencias positivas que podría traer al país la aplicación de acciones más comprometidas con el papel a cumplir por el sector público.
El grado de obsecuencia con el peor presidente contemporáneo de una de las grandes potencias no es digno de la línea de esfuerzo que Uruguay ha aportado siempre para evitar la debilidad y –mucho más– la soledad.
Los cambios no caen del cielo, surgen y se concretan haciendo política. Pero esta actividad humana también es practicada con otros fines, orientada según el interés de los sectores políticos.