“Mi trabajo consiste en la creación de dispositivos que surgen de la síntesis de información y una mirada artística del oficio”, explica en las redes de Taller Capitán el arquitecto Jeremías Merino Pena. Esa visión global integrada a un ambiente crea espacios prácticos, en línea con la identidad de un comercio o una marca. A esto se agrega el equipamiento, que Merino se encarga de fabricar o de conseguir que se haga. En esa área, aunque no se limita a él, el metal suele acaparar las preferencias en sillas, carteles, estanterías, terminaciones o mobiliario independiente, stands y carritos gastronómicos (para Santé, por ejemplo); al respecto, si bien recuerda que probó desde chico, con casitas para sus muñecos, sus primeras armas de artesano, se define autodidacta. Sin embargo, ya van cuatro años desde que los primeros amigos lo convencieron de que reformara su negocio, y su huella puede reconocerse en varios de los locales gastronómicos y de moda con estilo.
Lo mismo deben haber visto los responsables de la plataforma de arquitectura www.archdaily.com, que se presenta como el sitio más visitado en su rubro y, además de la versión en inglés, contempla una para el público latinoamericano. De los materiales que reciben y evalúan para subir al sitio durante el año, hacen una selección que ponen a votación de los lectores. El año pasado Taller Capitán quedó nominado, en la categoría hospitality (el equivalente a locales comerciales), a los Building of the Year Awards por su trabajo en la sede de Culto en el barrio Cordón (La Tostaduría, en la calle Canelones) y ahora pasó de nuevo con el local de Ciudad Vieja (peatonal Sarandí esquina Treinta y Tres). De manera que, registrándose en el sitio, cualquier usuario puede impulsar la candidatura de Merino a la final, para que el proyecto pueda ser evaluado por un jurado especializado. Es importante tener en cuenta que Taller Capitán compite por un lugar entre estudios de arquitectura de todo el mundo y que quedan dos semanas para votar su proyecto como edificio del año en ladiaria.com.uy/U7R.
Funcional
Merino estudia qué quiere transmitir una marca y cuál es su público, pero siempre está sujeto a lo que permita el lugar, explica. En Ciudad Vieja, Culto se instaló en un edificio de la década de 1930, por lo cual el profesional, además de ampliar ventanas y restituir a la entrada los “aires de la puerta original”, optó por revivir algo de la estética del viejo Montevideo utilizando sillones y una pátina que simula ser bronce (aunque es un proceso de uso industrial, aclara). En tanto, en Cordón estaban las paredes originales de una esquina que permaneció vacía mucho tiempo y decidió reforzar ese aspecto, con base en murales y una paleta neutra, dejando el protagonismo al metal en negro. En ambos casos se trata de locales limpios, con mucho aire, coincidiendo la disposición de una larga barra que acapara las miradas, puesto que allí sucede el servicio. El contraste entre lo viejo y lo nuevo se percibe en los dos casos.
Merino, que es porteño, tiene su taller en Cerrito de la Victoria; conocía el barrio por sus abuelos, y sabía que le permitía tener las dimensiones que un espacio de trabajo requiere. De allí salieron ideas y artefactos para el pequeño local de La Porkería, en Ciudad Vieja, el último trabajo que completó, y ahora mismo lo entretiene un proyecto bien alejado: una serie de casas sobre la playa de La Juanita, en Maldonado, como él mismo dice, “un programa distinto, a ver qué inventamos”.