“El estrés es un término muy usado pero pocas veces definido”, dijo a la diaria la médica Verónica Morin, creadora de la primera clínica del estrés en Uruguay. Lo definió como “una respuesta natural del organismo que surge para ayudarnos a enfrentarnos a situaciones nuevas”. Agregó que existen muchos mitos alrededor del término; en primer lugar, dijo que “creer que el estrés es consecuencia de las circunstancias externas” es uno de esos mitos, porque “es un proceso de interacción entre el entorno y una respuesta física y cognitiva de nuestro cuerpo”. Entonces, resumió que sentir estrés es “percibir que la demanda del entorno excede nuestros recursos personales para afrontarlos”.
Por otra parte, contó que aunque casi siempre cuando hablamos de estrés lo hacemos con una connotación negativa, también existe el estrés positivo. “El distrés es angustia, estamos afligidos y agobiados, genera riesgos de sufrir problemas cardiovasculares o de salud mental, mientras que el eustrés es positivo, neutro y necesario para la vida”, detalló Morin. “Es importante saber que en la vida vamos a encontrarnos con situaciones estresantes desencadenadas a través de factores que generan estrés pero son positivas, como tener un nieto, o recibirnos de lo que estudiamos”, ilustró. Sobre las edades en que las personas nos estresamos, explicó que es algo que sucede a cualquier edad, desde niños hasta adultos mayores, en cualquier etapa de la vida.
El estrés del final
Sobre la alteración que genera el mes de diciembre por la movilización que conlleva terminar el año, Morin dijo que “es un mes con sobreinteracción social, fin de año incrementa el estrés”; “nos presionamos por cumplir todos los objetivos que teníamos para el año que finaliza, además de ser una época en la que nos sobrecargamos de responsabilidades, por ejemplo, de trabajo”. Sobre las fiestas, dijo que las reuniones con las madres de los colegios, compañeros de actividades, de grupos que integramos en general, generan el estrés de organizar las agendas, a lo que se suman las tradicionales noches de Navidad y Año Nuevo”.
Sobre los ciclos que solemos decir que se cierran en esta época, la profesional dijo que existen dos tipos: “Por un lado están los reales, que son finales de curso, finales de proyectos, de cosas que terminan, y por otro, los mentales, conocidos como nuestros propios balances de fin de año”. Sobre los últimos dijo que “son muy similares a los que hacemos en nuestro cumpleaños, son momentos en los que pensamos que hay que poner un fin, algo se termina”.
Por otra parte, aclaró que “si bien teóricamente no existe el estrés de fin de año, sí es una época que nos enfrenta a altos niveles de estrés, aumenta nuestra ansiedad y pueden aparecer signos de depresión”. “Una persona se deprime cuando no cumplió las metas que se había propuesto, cuando el balance que hace le arroja resultados que considera negativos, se apareja mucho con la ansiedad”, detalló. Sobre el género, dijo que “las mujeres suelen sufrir más que los hombres, aunque la diferencia radica en que los hombres consultan más pero ante un importante desgaste; la mujer lo hace antes y se puede recuperar luego de un proceso bastante corto”.
Según Morin, para saber si estamos estresados de forma negativa, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos si estamos descansando y alimentándonos bien, y si me hago el tiempo para poder hacer cosas que nos hacen bien. Si la respuesta es que no, posiblemente estemos ante la primera etapa del estrés. “La primera instancia afecta el sueño y el apetito, la segunda nos hace estar más irritables y tenemos menos ganas de hacer cosas que antes nos gustaban, la tercera es adoptar algún hábito tóxico y la cuarta presenta síntomas físicos y afecta la capacidad de cumplir tareas cotidianas”, expresó la doctora.
En fin de año, Morin considera que hay que priorizar ordenarse, “hay que decir que no sin culpa y no aceptar algo que en el momento en que nos lo proponen no nos nace decir que sí”, sugirió. Además, consideró importante “intentar mantener la tranquilidad, estar en compañía de quien realmente queremos estar y guardar momentos con nosotros mismos, ya que es fundamental”. Para quienes no cuentan con licencia y no tienen vacaciones de verano, sugirió “guardar los fines de semana para tomarse pequeños descansos, no acumular mandados o esfuerzos para sábado y domingo; eso evita llegar agotados a enero”.
También remarcó la importancia de realizar alguna actividad física “ya que está comprobado que libera hormonas como la serotonina, que mejora el ánimo, la dopamina, que da sensación de placer, la oxitocina, que nos da sensación de felicidad y amor, y la endorfina, que nos relaja”. “Lo mejor que podemos hacer por nuestro estrés es prevenirlo cuando aún no es algo problemático en nuestras vidas”, aseguró. Por último, recomendó que “todo lo que nos conecte con nosotros mismos, ya sea abandonar las pantallas al menos dos horas antes de dormir o cualquier actividad espiritual o no que nos ayude a estar bien, suma”. Recordando lo mencionado al principio sobre la interacción con el entorno, dijo que “cómo se da esa interacción, cómo lo manejamos o no, es lo que dicta si estamos estresados o no en un contexto de fin de año en el que todo se intensifica”.
“Según cómo estamos y están nuestros pensamientos es cómo nos sentimos, se relaciona mucho con lo que sentimos”, acotó la doctora, entendiendo que la relación es fundamental, ya que en esta época cambia mucho nuestro sentir. “Quienes hayan trabajado sus emociones en el año estarán mejor preparados para fin de año; quienes no hayan podido parar a conocer lo que sienten y cuándo cambia eso, estarán más complicados”, subrayó. Ante lo solas que pueden sentirse algunas personas en un momento en que espera alegría y acompañamiento, dijo que “lo mejor es, en este y en todos los casos, dejar que salgan y expresar lo que nos sucede en el momento en que lo estamos sintiendo, más allá de lo que se espere”, finalizó.
No es la última cena
Otra de las cosas que queda al descubierto como una preocupación durante el mes de diciembre es lo que comemos, y aunque parezca que es la última cena, no lo es, e “importa mucho más generar buenos hábitos durante todo el año que preocuparnos por lo que pasa durante cuatro días”, explicó a la diaria Karen Hernández, licenciada en Nutrición.
“Hay pila de información, especialmente en esta época del año, que aborda la alimentación desde un eje que se basa en evitar engordar, y no está bueno”, agregó la nutricionista. Para Hernández, si bien es verdad que estamos en un momento en que aumenta el consumo de alimentos, “es mejor abordarlo desde lo psicológico y lo ambiental, es decir, tomando conciencia de lo negativo que es consumir como sinónimo de festejar”.
Sobre los motivos que nos llevan a consumir más alimentos en esta época, dijo que “la ansiedad es una de las cosas que genera el consumo excesivo”. En cuanto al tema en general, consideró que “es una línea fina, entre comer lo que queramos pero que eso no signifique que luego estaremos días sintiéndonos mal, porque en eso ya no hay disfrute”. Sobre lo importante o negativo que es aumentar el consumo de ciertos alimentos, la nutricionista opinó que “razonablemente son cuatro días de 31 que tiene diciembre, o sea que si como algún alimento ultraprocesado o tomo alcohol de más, siempre y cuando no tenga alguna patología que me lo impida, no me va a hacer tan mal”.
Para la especialista, el problema debe ser abordado desde otra perspectiva y radica en todo el año, no sólo en el último mes. “La mayor parte de la población uruguaya tiene un alto consumo de cosas ultraprocesadas y alimentos cárnicos que se agravan en las fiestas, entonces en ese caso debo revisar no solamente las fiestas, sino mis hábitos alimenticios en general”, especificó. “Si tengo una alimentación variada como hábito, incluyendo vegetales, varios tipos de alimentos no tan procesados y frutas, no siento la necesidad de cuestionar tanto lo que consumo el último mes del año”, aclaró Hernández.
Por otra parte, sugirió “disfrutar, compartir y comer, pero no al punto de generar malestares y sentir que cuanto más consumimos, más celebramos”.
Por último, sugirió “estar cómodos, distender el momento de comer y saber que unos días al año no son nada en la globalidad de nuestra alimentación”, aclaró. También recomendó agregar vegetales a la parrilla, para complementar el consumo de carne en estos días, y postres como tartas o ensaladas que incluyan fruta. “Lograr el equilibrio es lo más saludable; si en una mesa hay un refresco, poner al lado un agua saborizada para tener otra opción y consumir ambas con el mismo disfrute es muy bueno”, concluyó.