Distintas combinaciones de abrasivos, que podían contener desde arena fina a piedra pómez o tiza molidas, y pociones o gomas de raíces o hierbas refrescantes, entre los cuales la menta y el regaliz eran frecuentes, fueron utilizados ya por los antiguos egipcios, los persas, los mayas para combatir la placa dental, la inflamación de encías, la caries y el temido mal aliento. Pero desde que en el siglo XIX la pasta dental se industrializó (en 1892 se envasó por primera vez en un tubo plegable, como los óleos) fue en aumento la diversidad de ingredientes y la segmentación de este producto.

La odontóloga uruguaya Lucía Rodríguez Surroca desarrolla desde hace tres años la marca Agna de dentífrico y enjuague bucal, que ofrece en su clínica y distribuye en tiendas naturistas y a través de las redes. Su diferencial es principalmente que evita el flúor, al que señala como dañino para el organismo y para el ambiente: “Es profundo el tema comercial, porque se trata de un residuo de la industria del aluminio, tóxico, y todo tiene flúor: los medicamentos, los pesticidas, el teflón, estamos muy expuestos”. Le puso Agna como el chakra del tercer ojo (o ajná), cuya raíz es la glándula pineal, “donde más se aloja el flúor”.

Rodríguez Surroca admite que los cepillos de bambú son lo que ha calado más fuerte dentro de lo que se entiende como cosmética natural: “Es lo que está más naturalizado”. Encontrar el nicho para su producto a ella le llevó tiempo, capacitación e inversión. El proyecto nace a partir de una formación en odontología biológica que la profesional realizó en Chile, que sintetiza como una aplicación de su especialidad más amigable con el cuerpo; junto a la parte clínica, se ponen en discusión desde los materiales que colocan en boca para las restauraciones hasta el protocolo que utilizan para la remoción de amalgamas (para eliminar el mercurio en el paciente). Dentro de ese combo figuraba el papel del flúor y la dentista prefirió eliminarlo de su horizonte. “Pero no encontraba pastas en el mercado que tuvieran lo fundamental, porque además quería que protegieran”, explica. Empezó a hacer pruebas y compartirlas. “Cuando quise ver tenía una cuenta de Instagram, un logo y fui madurando y aprendiendo esta parte que para mí, si me sacás del área biológica, es muy nueva”.

Una de las alternativas que le mostró el curso fue el aceite de coco, “un caballito de batalla en cuidado bucal, porque tiene ácido láurico, ácido cáprico, entre otros excelentes bactericidas, entonces es muy usado. Se busca también el bicarbonato, para que regule el ph. Pero cuando lancé la pasta, el sustrato principal era el aceite y en verano, con más de 23º, quedaba líquida, y en invierno estaba muy rígida, era difícil colocarla en el cepillo. Estudiando cosmética natural y después de un año de buscar cierto efecto en boca y de cursar una segunda maternidad, llegué el año pasado a la nueva fórmula”. Esta vez, aclara, obtuvo una cremosidad que se aproxima más a la pasta de dientes tradicional, aunque no hace espuma. Ahora, amén del aceite de coco, contiene xilitol natural (que evita la proliferación bacteriana), carbonato de calcio, aloe vera, “y lo que hace que se destaque son los aceites esenciales que uso; soy puntillosa en eso, no todos se pueden ingerir ni son biológicos y a veces están diluidos”.

A nivel sensorial, la odontóloga admite que es difícil que además de natural sea rica sin acudir a esos componentes de la industria que, según señala, “son disruptores hormonales, agentes cancerígenos y promueven la desmineralización”. De todos modos cree haberlo logrado, en particular con la de clavo de olor y naranja: “Depende de cómo se lleve la persona con el clavo de olor”, dice sobre esa especia tan asociada a los consultorios (debido al uso de eugenol), “pero en mis hijos uso esa, que tiene la propiedad remineralizante”.

Para otros gustos tiene menta y menta-limón, en presentaciones de 50 ml en frasco de vidrio reciclable que cuestan $ 370. En el caso de los enjuagues bucales utiliza agua destilada, xilitol y mezclas de aceites esenciales. Recomienda la de menta y lavanda para problemas gingivales, pero también tiene una más suave de menta y limón y otra de sensación mentolada a base de menta y eucaliptus. Vienen en 200 ml y los vende a $ 340. Para contactarla: https://linktr.ee/agnauruguay.