El sonido al golpe del acero. Respiraciones que parecen exageradas. Gente que va y viene con total seguridad entre las máquinas. El bullicio que se entremezcla con la música punchi. Una desorientación intimidante. Y de repente, ahí está: la vergüenza.
La primera vez que pises un gimnasio probablemente te invada la inseguridad. Porque exponer a tu cuerpo a movimientos nuevos, interactuar con máquinas robustas y elementos desconocidos y aprender a moverte en un espacio cargado de reglas implícitas que quizás nunca nadie te va a explicar, te puede hacer sentir vulnerable.
Primera buena noticia: nada es tan terrible como parece al comienzo. Segunda buena noticia: al inscribirte en un gimnasio tenés derecho a recibir asesoramiento de un profesional del área del ejercicio físico que te oriente. No te olvides que además de que estás pagando por un servicio, lo que está en juego es tu salud.
¿Llegaste de vacaciones y estás juntando fuerzas para arrancar en febrero el gimnasio? ¿Sos de quienes tuvieron experiencias truncas en el pasado pero quieren volver a intentarlo? ¿Te anotaste en el club de tu barrio y todavía no entendés cómo son las dinámicas y qué te corresponde después de haber pagado una cuota?
la diaria consultó a cuatro profesionales del área de la educación física y del entrenamiento personal que compartieron una serie de consejos para superar las frustraciones que se presentan cuando se pisa por primera vez un centro de entrenamiento. Además, señalaron cuáles son los derechos que tienen los alumnos y las responsabilidades que deberían tener los profesionales a cargo de una sala de musculación o de una clase grupal.
Desorientación
El temor y la vergüenza que generan no saber qué hacer ni cómo utilizar las máquinas suele ser la principal decepción que se presenta cuando llegás al gimnasio por primera vez. Así lo indicó la entrenadora personal e instructora en fitness Jessica Piriz. Subrayó que quienes recién comienzan a entrenar no tienen por qué contar con ningún tipo de conocimiento o experiencia y que, por lo tanto, es responsabilidad del profesor guiar y brindar información.
Piriz agregó que otras frustraciones se vinculan con el aspecto físico: “Existen determinados estereotipos arraigados a la actividad física y pensamientos de que ciertos ejercicios son sólo para algunos o que ciertas personas se ‘ven mal’ haciendo determinado ejercicio. Y es un gran error”. La entrenadora remarcó que cada cual tiene sus tiempos y procesos y que, una vez que entienda eso, podrá reconocer sus logros. A su vez, agregó que “es fundamental que en el gimnasio se genere un ámbito amable para todos los que quieran entrenar y que exista el respeto para que nadie se sienta frustrado en cuanto a su aspecto”.
En la misma línea, la licenciada en Educación Física Ana Laura Leite dijo que muchas veces las personas intentan imitar a otros, porque no entienden la técnica de los ejercicios o porque buscan levantar pesos por fuera de sus posibilidades para no pasar vergüenza. Y esto, además de producir mayor desánimo, incluso puede derivar en lesiones. Por eso, Leite remarcó que es fundamental que el entrenador a cargo de la sala de musculación o de la clase genere un clima en el que el alumno no se sienta ignorado.
Sentirse fuera de ambiente, la poca experiencia haciendo ejercicio y hasta la vestimenta pueden ser también motivos de vergüenza y frustración para los principiantes en el gimnasio. Así lo indicó el licenciado en Educación Física Nicolás Cardozo, quien problematizó que en ciertos centros de entrenamiento puede darse la situación de “llegar y que nadie te reciba ni te pregunte qué vas a hacer o si necesitás algo”.
En ese sentido, el entrenador personal Rodrigo Luzardo dijo que por parte del profesional a cargo de la sala de aparatos o de clase tiene que haber paciencia, empatía, sentido común y, sobre todo, una escucha activa.
Diálogo como pauta
Leite, quien trabaja en formación por ser la directora académica de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos e Instructores de Fitness (Enedif), indicó que el profesional a cargo de la sala de aparatos tiene la responsabilidad de generar un diálogo cercano con el alumno para conocerlo y luego guiarlo. Saber qué actividad física venía haciendo -o no-, qué le gusta, cuáles son sus objetivos, en qué trabaja, si tiene una lesión previa o alguna enfermedad crónica, son algunos de los datos importantes a consultar que destacó la docente.
Conocer al alumno es un mojón también para Luzardo, quien contó que con sus alumnos aprovecha momentos como la entrada en calor para preguntarles cómo se sienten, si les dolió algo en la sesión anterior y otro tipo de consultas que los hagan sentir cómodos y cuidados.
Explicar y corregir
No es raro escuchar anécdotas de personas que asisten al gimnasio y hacen lo que creen que está bien porque se sienten molestas al preguntar o porque notan que nadie les presta atención. Eso es totalmente contraproducente. Primero, porque si ejecutás un ejercicio sin tener clara la técnica o sobrecargándote, te podés lesionar. Segundo, porque al entrenar sin una planificación, difícilmente verás resultados. Y tercero, porque con el tiempo será probable que te aburras y desistas de seguir ejercitándote.
En ese sentido, Piriz dijo que quien esté a cargo de la sala de musculación es quien debe corregir la técnica de los ejercicios, explicar el funcionamiento de máquinas y equipos y marcar una rutina.
Al momento de comenzar a entrenar en una sala de musculación, si no te lo ofrecen, te corresponde consultar a los entrenadores a cargo si te pueden guiar con una rutina. Y en esa rutina deberías tener detallados puntos como la entrada en calor, los ejercicios a realizar, la cantidad de series, los descansos entre cada serie y cada ejercicio, y una referencia de las cargas a utilizar.
Si no conocés un ejercicio que te marcan en la rutina, preguntá cómo hacerlo. Si creés que estás haciendo mal un movimiento o simplemente querés chequear si tu ejecución es correcta, también preguntá. Es mejor que te conviertas en el alumno más preguntón del gimnasio a que, por miedo a “molestar”, te lesiones y termines abandonando después.
¿Qué pasa en el caso de quienes asistan por primera vez a una clase grupal? Les corresponde, según Píriz, recibir información sobre cuáles son los objetivos de la clase, su intensidad y otras características sobre su funcionamiento. Asimismo, el profesor a cargo debe estar atento a las necesidades que se le puedan presentar a la persona que está en proceso de adaptación. Para la entrenadora es importante que quien comienza a entrenar lo haga en un ambiente en el que se sienta seguro y contenido.
Seguimiento personalizado
Dependiendo de las dimensiones y la cantidad de socios, el número de profesores de los que dispondrá la sección de musculación del gimnasio o club. Claramente es imposible que un entrenador siga puntillosamente a cada uno de los que asisten en simultáneo a la sala. Cuando veas que un entrenador le marca los ejercicios sólo a una persona durante toda su sesión es porque, probablemente, fue contratado de forma personalizada.
Cardozo explicó que el tipo de asesoramiento que brinda un gimnasio depende también de la idea de negocio que ofrezca la institución. Hay quienes concurren a centros que tienen una persona idónea a cargo de la sala, que está para asistir o responder dudas del momento, entonces, eligen contratar una asesoría personalizada aparte.
“Es posible que la persona vaya en otro horario y el otro profesional de ese turno le marque algo totalmente distinto. También puede pasar que la rutina que le dan sea algo previamente diseñado y se le dé una ficha escrita. No es lo ideal, simplemente es lo que termina pasando”, apuntó Cardozo.
Contra el abandono
Luzardo insistió en que la adherencia al ejercicio está fuertemente ligada al abordaje del entrenamiento que reciba una persona y a qué tan cómoda se sienta en el espacio en el que entrena. Además, consideró: “El entrenador tiene que incentivar al alumno con recomendaciones que vayan más allá de la sesión de entrenamiento para que busque mantenerse activo durante el día e incorporar el ejercicio como un hábito”.
Para lograr constancia en el gimnasio, Cardozo señaló que es importante no restarle importancia a los procesos y esfuerzo propios. Además, insistió también en la necesidad de incorporar al entrenamiento como un hábito, más allá de los resultados: “En las personas que tienen objetivo la pérdida de peso y grasa -y tomando como referencia un metaanálisis de Anderson, es decir, que combina resultados de estudios- se vio que cuando comienzan un proceso de cambio físico y logran resultados, vuelven a ganar más de la mitad del peso bajado en los primeros dos años. Por eso, las estrategias deberían estar orientadas a cambios de hábitos y a un cambio de mentalidad en la que entrenar, alimentarse bien, recuperarse y manejar adecuadamente el estrés sean para toda la vida y no con un fin particular o una fecha límite”.
Para el licenciado en Educación Física es importante encontrar un ambiente en el que la persona se sienta cómoda y segura para poder mantener la constancia y no abandonar en el camino. Y ese ambiente incluye personas, equipamiento, infraestructura e incluso la ubicación del centro al que asista.
Por su parte, Leite hizo hincapié en cómo incide el factor social sobre la asistencia al gimnasio: “Encontrar un grupo de personas con las que disfrutás de entrenar, charlar y compartir, también ayuda”. La docente destacó el valor de establecer cuál es el objetivo al momento de entrenar y encontrar a alguien que acompañe a perseguir esa meta, lo que genera cierto compromiso con el otro que motiva a seguir yendo y encarar nuevos desafíos.
“Todas las personas que empiezan el gimnasio lo hacen a partir de una motivación. Que no se mantiene para siempre y que está condicionada por muchos otros factores. Pero si logramos, como profesores, darle un marco a esa actividad y brindar seguridad, estamos dando herramientas y motivos para superar la motivación”, reflexionó Piriz sobre el rol clave que juegan los entrenadores en este asunto.
La instructora concluyó que después de vencer las primeras frustraciones en el gimnasio y comenzar a transitar el camino hacia la incorporación del ejercicio como hábito, es fundamental entender que los resultados mágicos no existen y que “el proceso es largo, necesita paciencia y constancia”.