¿Cómo es ponerle sonido a lo inaudible? ¿Y traducirlo a imágenes? ¿Y cambiar de escenario? “Hace menos de nueve meses que estamos presentando esta performance y cada vez que lo hacemos, nuevamente muta”, sintetiza el argentino Federico Seineldin, quien junto con Alejandro Sorín llega con Biópera el sábado a Montevideo, en doble función, porque la primera se agotó. Producen una inmersión en una sutil generación de sonidos, en tiempo real a partir de señales bioeléctricas de hongos, junto con materiales audiovisuales precompuestos.
“Lo vamos mejorando y vamos probando procesos, intervenciones, tecnologías nuevas”, dice Seineldin, encargado de facilitar y modular las señales. “Y claro que es muy distinto hacerlo en el Club Social de La Pedrera, hacerlo en un cenote en Tulum, que es una caverna acuática al aire libre, o en ArtLab, como lo hicimos hace 15 días en Buenos Aires, que es un centro icónico del arte digital y de la música, con un nivel de sonido impresionante y una pantalla gigante”.
Este fin de semana estarán en Magma Futura, que brinda otras condiciones: “Es un espacio inmersivo, pequeño, pero 360º, con ocho proyectores. Pero no sólo cambia la técnica y la infraestructura, sino que nosotros vamos sumando intervenciones, o sea, va creciendo para bien”.
Cuenta que cuando arrancaron, Sorín y él estaban atrás, con una consola técnica, y al frente iban los hongos. “Ahora vamos adelante para que la gente entienda cuándo está modulando el hongo y cuándo está tocando música. Otro cambio es que sumamos músicos humanos que improvisan con el hongo y acompañan”. Es que parece que cambia la reacción con el público. “Vamos a presentar en Uruguay por primera vez la versión en 3D, con los lentes del cine, esos lentes de cartón con las ópticas azul y roja que dan una experiencia inmersiva de distintas dimensiones y acercamiento a las imágenes. Entonces, no solamente ya está 360º, multisensorial, con sonido envolvente, generado en vivo por los hongos, con un músico en vivo, sino que las visuales salen ya de lo común”, explica.
Una función es una nueva apreciación del show, asegura. “Obviamente depende de la energía de la gente y de cosas que no llegamos a entender, que los hongos también se comportan distinto, a veces más activos, entrando en conversación con el músico, o a veces yendo por su lado”, comparte.
Tal como se difunde, el montaje no pasa inadvertido: “Se ubica en la intersección entre bioarte, live cinema, arte sonoro y arte interactivo, con una dimensión ecológica y crítica implícita”. En cuanto a la estructura del espectáculo, “los actos que están pregrabados son como si fuera un corto de cine arte que cuenta desde nuestra mirada el inicio de la vida fúngica en el planeta”, adelanta Seineldin. “Hay teorías que dicen que vinieron en meteoritos las primeras esporas, o sea, que no son originarios de acá y a partir de ahí posibilitaron que las algas salieran del mar y se transformaran en plantas, empiezan los animales... O sea, los hongos son la Pachamama, casi. Eso está expresado en esos ocho relatos y, por supuesto, cuenta con nuestro punto de vista sobre el avance de la humanidad y sobre nuevos ciclos regenerativos”.
Cómo empezó, cómo sigue
La trayectoria de Seineldin “está inspirada por la cultura hacker, el movimiento open source y el espíritu DIY (Do It Yourself)”, dicen sus credenciales. Para más datos, “en 2015 recibió el reconocimiento Creativo Argentino, otorgado por el Círculo de Creativos Argentinos, por su diseño y ejecución de soluciones innovadoras en la intersección de lo tecnológico, ambiental y social. Tiene publicado un libro de poesía y un LP de música experimental”.
“Mi viaje con los hongos, pero diría más con la biosonificación, que es el biofeedback, el proceso de transformar la energía, los pequeños impulsos bioeléctricos de un hongo, de una planta, en datos, y esos datos en notas musicales, y a esas notas musicales asignarles una voz o un instrumento, fue un proceso que empecé a experimentar de 2020 a 2023, más o menos, cuando estaba pasando por un proceso de un cáncer casi terminal. Entonces me acerqué a las frecuencias, a trabajar con el sonido como un juego y buscar ponerle sonido, voz, a lo inaudible; en este caso eran las plantas y los hongos”. A partir de los circuitos electrónicos, se empezó a meter, “más como parte de un proceso de sanación, y ahora de agradecimiento, que otra cosa”.
Actualmente apelan a proveedores locales de hongos, sus compañeros de performance; en el caso de Uruguay, con Bosque Terra. “Son siempre hongos comestibles, trabajamos con melena de león, con las gírgolas, pleurotus, enoki. Necesitamos que tengan no solamente su virtuosismo en cuanto a la pulsación, sino que sean hermosos y estén en un punto en que se puedan mostrar, porque nosotros los mapeamos con visuales a los hongos; también es como que recortamos imágenes y las posicionamos arriba de los hongos milimétricamente. Eso hace que tengamos que estar con ellos varias horas antes del espectáculo, para estar en sincronía y poder mapear bien”.
“Siento que cada experiencia de Biópera, si uno se conecta con una escucha profunda, empática, no buscando la racionalidad de una canción o la lógica argumental de una película, es única, porque te permite sentir lo interespecie. Más allá de poder hacer biofonías o grabaciones de campo de sonidos de animales, de sus voces o de sus movimientos, tenerlo presente ahí, que esté pulsando y esas pulsaciones se estén transformando en algo que emociona, es conmovedor”.
El inicio de la performance es con una pequeña meditación; cuenta para desconectarse del ritmo del afuera.
¿Qué especie o qué tipo de hongos aportan qué sonido o comportamiento escénico? “La verdad es que son todos maravillosos y el mismo hongo no se comporta igual a la mañana que a la noche, cuando está sacando frutos, que cuando está puro micelio, sin las setas. Entonces, es como una entidad; no se comportan todos igual. Por lo menos no tengo esa mirada sobre el proceso de biofeedback, sino más bien como una constelación viva de seres, que están más cercanos a los mamíferos y a los animales que a las plantas”. Esa expresión es cambiante, pero no logra identificar qué influye, si son asuntos de clima u otros factores. Dice que es indeterminado “y, por eso mismo, mágico”.
Biópera se presenta el sábado 2 de agosto a las 19.00 (agotada) y a las 21.00 en Magma Futura (Pablo de María 1011). Entradas en accesofacil.com a $ 1.300. No es un show recomendado para personas con fotosensibilidad, epilepsia o hipersensibilidad sensorial.