“No pienso abandonar ni loca ese mundo nuevo que descubrí y que amo”, cuenta Papina de Palma, que todavía no puede creer que pasó los 26 años de su vida sin saber que amaba la murga. Era algo que le pasaba de costado, porque no viene de una familia carnavalera y nunca estuvo pendiente de la noche de los fallos ni fue hincha de una murga. Pero un buen día la cantautora se pasó para el otro lado y fue una de las seis mujeres con las que Falta y Resto se presentó al carnaval pasado, pateando el tablero en un ámbito históricamente masculino, con el espectáculo “Misa murguera”.

“Es un ambiente bastante machista, pero en los compañeros de otras murgas no noté ninguna reticencia. Obviamente que al jurado no le gustó el coro porque cantamos afinados… Juzgar el arte es muy difícil, casi que no tiene sentido. Y hay un prejuicio de que las mujeres no pueden cantar murga, pero sin embargo mirá cómo cantamos la seis”, dice Papina con orgullo.

Como se sabe, Falta y Resto no pasó a la liguilla. Igual, a Papina el concurso de carnaval le “resbala” bastante porque, aun adentro, todavía le seguía faltando la cultura de seguirlo. Laboralmente no la afectó, porque la Falta siempre se presenta allá, acá y en todos lados, pero a la cantante le parece “desagradable” pensar que no pasaron porque no gustó el coro mixto. “Opinar sobre carnaval me da pudor porque acabo de llegar, pero son solo seis personas en el jurado. Es probable que su opinión no sea representativa de lo que piensan las personas que nos fueron a ver”, reflexiona.

De todas formas, el carnaval le dejó más enseñanzas. Por ejemplo, tomó consciencia de lo “poco inclusivas” que son sus canciones, pero no en el sentido del contenido, sino simplemente del acceso a ellas. “Si no tenés plata para comprar el disco o una computadora con Spotify probablemente jamás te enteres de que existen mis canciones”, explica, y agrega que el carnaval le dejó la experiencia de ir a distintos barrios, a lugares en los que de repente la gente tiene necesidades verdaderas, y el encuentro con una murga es “muy poco de la cultura que le llega”. Así se dio cuenta de la brecha social que existe y de que a veces no basta con tener un puñado de billetes para poder comprar un disco. “Quizás ni siquiera te dejan entrar al shopping a comprarlo”, dice.

El disco que Papina quiere que escuche la mayor cantidad de gente posible se llama Instantes decisivos; salió a fines de 2016 con el sello Bizarro y es su debut en las bateas. Si bien no llega a todos los barrios, sí lo hizo al jurado de los Premios Graffiti, que es mucho más numeroso que el del carnaval, y quizás por eso es más representativo del gusto promedio. En la edición pasada de los premios a la música Papina se llevó dos galardones para su casa gracias a su disco: Mejor álbum de pop y Mejor artista nuevo. Desde que la nominaron, la cantante sintió el mimo y la alegría de que la reconozcan. “Pero no hay que comerse la pastilla”, aclara, ya que es tan subjetivo como el concurso de carnaval. La subjetividad va y viene, lo importante para ella fue que los premios hicieron que más personas conocieran su música.

Las etiquetas suelen ser injustas. Instantes decisivos derrama pop, pero también folk e incluso algunas gotas de rock (el riff introductorio de “El eco cruzó los ríos”, la llevada rítmica y el solo de “20 narigones”), en donde Papina recorre los terrenos de su voz aguda, pasando por lugares dulces y cálidos, como en “Supersticioso” –el primer corte del álbum, que salió en forma de videoclip en YouTube–, o por zonas guerreras, como en el caso del aullido final de “20 narigones”.

El disco fue grabado del otro lado del río por el músico bonaerense Juanito el Cantor, quien además de meter mano en las perrillas, arregló y produjo el álbum. Papina quería grabarlo en las mejores condiciones técnicas posibles, “bastante cheto”, acota, y para eso tuvo que pedirle plata prestada a sus amigos. Todavía les debe, pero está lejos de arrepentirse del resultado. Además del sonido, Instantes decisivos se destaca por sus arreglos con diferentes instrumentos, que le dan una amplia paleta de timbres –sintetizador, acordeón, vientos, cuerdas y afines–, que a veces agregan detalles que enriquecen la escucha. La intención –cuenta la cantautora– era que la música añadiera información en el terreno narrativo. Para muestra, en “La de la luz”, cuando Papina canta “la ciudad se queda sin electricidad”, las cuerdas (violín y cello) lanzan una melodía descendente que suena como los últimos suspiros de vida de la luz.

Entre sus influencias a la hora de cantar, Papina menciona a la rusa Regina Spektor (“acá tengo una maestra”, pensó la primera vez que la escuchó) y también a la estadounidense Fiona Apple. Pero no todo viene de afuera. “De acá afortunadamente me comparan mucho con Samantha Navarro, que además de ser una amiga es una fuerte influencia”, cuenta.

Las canciones de Instantes decisivos fueron cultivadas con experiencias que llegan desde la adolescencia de la cantante, y si bien no hay una línea temática buscada, muchas de ellas tienen como fuente el amor, aunque a Papina le parece injusta la etiqueta “romántico”, y cuenta que hay muchas más cosas sobre las que le gustaría cantar. “Pero un corazón roto o contento es inspirador”, subraya.

“Eras un tipo de pocas palabras, / con tus bolsillos por la calle caminabas / y me sorprendiste con tu dulce cantar, / y entonces me quise quedar”, canta Papina en “Fans”, la octava canción de su disco, en la que dice que el problema del tipo de “dulce cantar” eran sus fans. Esa es una de las historias que nació en su adolescencia, según cuenta la cantante: “Era un chico que tocaba el bajo en una banda, y me contó que desde que empezó a estar conmigo no había estado con nadie más, y le dije ‘Qué raro, ¿ni un beso te diste con nadie?’. Me contestó ‘Besos sí, obvio’. Me contó que a la salida de los shows había como una reja entre el escenario y el público en donde aparecían un montón de chicas y se besaban a través de la reja. Me lo contó como algo obvio y me pareció que era espantoso”. “Tus fans, tus fans, / me rechinan tus fans”.

Papina tocará esta canción y varias más –incluso algún estreno– con su banda hoy, a las 19.00 en el escenario Alfredo Zitarrosa de la Criolla del Prado. Antes se presentarán Ajó, Experiencias Musicales Oportunas, Marys Cepeda y Roberto Darvin. El cierre, a las 21.30, será con Rubén Rada. “Por Dios, me quedo a verlo”, dice Papina.