Patricia Robaina (Melo, 1983) tiene años en esto de andar con la guitarra a la espalda, interpretando canciones propias y musicalizando letras ajenas. En 2016, con apoyo del Fonam, sacó su primer trabajo discográfico, Canciones para responder lo que nadie pregunta (Perro Andaluz), en el que participaron los músicos Ernesto Ferreira, Álvaro Pérez, Federico Andrade y Leo Maslíah. Disponible en Spotify, el disco es un conjunto de canciones que muestran una influencia indisimulable de la música de Brasil, con ritmos cercanos a la bossa nova que a veces tienen algo de tango y también cierta vocación de milonga, y con letras que delatan una mirada siempre posada sobre la situación de los que están más jodidos.
En estos días está por salir su segundo disco, Cancionero de juguete, grabado con el sello Papagayo Azul, en el que musicaliza textos del libro del mismo nombre escrito por una coterránea, la poeta Teresita Cazarré (1944-1989). Pero además está por presentarse, el sábado 5 de octubre, con un espectáculo en el que dará a conocer su tercer disco, Marimorena, sobre poesías de Virginia Brindis de Salas, además de nuevas composiciones propias.
Para conversar sobre todo esto nos juntamos el lunes en el Café Brasilero, y pudimos tomar contacto con la arrolladora capacidad de trabajo de Patricia y con el misterio que rodea a Virginia Brindis de Salas, la primera poeta negra publicada en América Latina.
¿Qué es Marimorena?
Es el nombre del espectáculo basado en el Pregón de Marimorena (1946, reeditado en 1952 por Sociedad Cultura Editora Indoamericana), el primer libro que editó Virginia Brindis de Sala. Ella publicó tres libros, de los cuales sólo quedaron dos [el Pregón... y Cien cárceles de amor, de 1949, editado por Compañía Impresora SA], porque hay uno que no se ha encontrado: desapareció [Canción de lejanía, inédito]. Y yo me encontré con el Pregón de Marimorena –los pregones son como una forma literaria; el poeta iba a los bares y un poco declamaba, un poco cantaba– y musicalicé algunos. Esto que estoy presentando en el espectáculo son los pregones, y también voy a hacer canciones propias.
¿Las canciones propias son nuevas o son las que están en el disco?
Son nuevas: milongas, tangos. Virginia justo me llegó en un momento en el que estaba investigando la milonga, el tango; venía de Canciones para responder lo que nadie pregunta, un disco que me llevó a investigar musicalmente. Soy de la frontera, entonces siempre hago un entrevero que digo que es de milonga con samba (Ernesto Díaz dice que lo que hago es “marcha rancho”). Y bueno, yendo para atrás, ahí es que me encuentro con Virginia Brindis de Salas. Estaba haciendo candomblés, milongas, cuando me encuentro con estos textos y me doy cuenta de que estaba buenísimo lo que ella escribía. Agarré la guitarra y me vino así la música en el momento, y durante ese día, en un día solo, hice siete canciones. Yo tenía muchas ganas de hacer algo que se llama suite, que es la continuidad de una historia, de un relato. Ahora, tiempo después de mi primer disco, estoy tratando de unir historias en la música y llegó esto, que no era mío, pero bueno, soy bastante autodidacta, así que fue como un ejercicio.
¿Cómo diste con ese primer texto de Virginia Brindis de Salas?
Tengo que contar la historia, porque es rara. Yo no había ido a trabajar ese día, porque estaba con fiebre. En ese momento trabajaba con niños, hacía talleres de alfabetización en Casavalle, con música. Ese día me sentí mal y mi hija tampoco estaba muy bien, así que decidí que mejor nos quedábamos. Era un día de invierno terrible. Me puse a mirar Facebook y apareció la foto de un pintor y decía: “Al lado de su hija, la poeta uruguaya Virginia Brindis de Salas”. Y yo, como mi mamá es poeta [Laura Inés Martínez Coronel], siempre he tenido poesía al alcance de la mano, y no tenía ni idea de quién era esa mujer. Entonces la busqué y enseguida me encontré con un libro como hecho a mano, que alguien había fotocopiado y lo había puesto en internet: eran los pregones de Marimorena. Ahora sé que fue una poeta importante, la primera poeta negra en ser publicada en América Latina.
Antes de este rescate de la obra de Virginia también hiciste el Cancionero de juguete, de Teresita Cazarré, que también es un rescate. ¿Por qué se te ocurrió hacer eso?
En realidad nunca había musicalizado nada ajeno, siempre hice canciones propias. Cuando me volví a vivir a Melo, hace cuatro años, estaba trabajando en primaria, en la escuela, daba clases de música, y la tallerista de artes plásticas me trajo el libro Cancionero de juguete, de Teresita Cazarré. En mi casa siempre se habló de Teresita; mi familia es de izquierda, y Teresita siempre fue, en Melo, una referente cultural, era muy nombrada. Pero después me di cuenta de que eso era algo que estaba en mi casa, en la casa de mi abuela, en la casa de mi madre, pero Teresita no estaba así en otros lugares. De grande me di cuenta. Entonces esa compañera me dio ese libro y enseguida me vino a la cabeza la música de esa canción. Fui a mi casa, la escribí, y empezaron a venir otras canciones. Yo me había ido a Melo hacía un tiempo, y tenía un grupo de teatro con música, empezamos a hacer marionetas, a ir a las escuelas rurales y a cantar esas canciones de Teresita. Entonces me encontré con gente que me decía: “Qué bueno que estés haciendo esto, porque Teresita era muy parecida a vos, así con la guitarra, un poco bohemia”, y digo: “Qué raro: esta mujer que hacía estas cosas y acá en Melo nadie la conoce”. Y me propuse, antes de seguir haciendo otras canciones, musicalizar esto.
También te tocó un poco ser la que rescata a Amalia de la Vega. Que no es que esté desaparecida ni mucho menos.
Ahora se hizo un disco de ella, hace cosa de un mes. Yo hice una versión de Amalia de la Vega el año pasado, por una invitación de Matías Romero para el Mapa cancionero del Uruguay: canté “Vidalita a Cerro Largo”. Era un proyecto en el que también participaba Ernesto Díaz, y fue él el que sugirió que, como yo soy de Melo, lo hiciera yo.
O sea que en ese caso no es que vos la rescataste, sino que te convocaron para hacerlo.
Claro, no es como el trabajo de Teresita, que me encuentro con una mujer que cuando la destituyen, en la dictadura, es cuando empieza a hacer estas canciones para niños y sale a cantarles a los niños a la calle, empieza a hacer radio, hace un montón de cosas durante ese tiempo que estuvo destituida. Ella era una luchadora política en Cerro Largo, y también por eso fue ocultada su obra. Me pareció una injusticia enorme, porque su poesía es bellísima, es una poesía que habla del interior del país, de los niños que se crían pensando en el mar que nunca vieron. Es una poesía muy profunda, muy sensible. Pero bueno, yo me encontré con esos poemas hace cuatro años y recién ahora sale, gracias a Ernesto Díaz, que me propuso juntar esas canciones y hacer un disco. Yo lo veía como algo muy lejano, porque pasé diez años para grabar mi primer disco, me presenté varias veces al Fonam. Ahora me vino ese impulso y salieron dos discos juntos musicalizando a estas poetas, algo que nunca había hecho antes. Lo veo como un trabajo muy autodidacta, una búsqueda. Como no hay una escuela de música popular, una va encontrando los caminos.
En Canciones para responder lo que nadie pregunta, que es un disco que me gusta mucho, componés letra y música. Al escucharlo da la impresión de que estuvieras cantando lo que estás viendo en el momento. Me hizo mucha gracia una expresión que dice “dura menos que carnaval en Noblía”.
Es un dicho que hay en Melo: cuando algo es muy corto se dice eso. Cuando grabé ese disco ya tenía hechas canciones de Teresita Cazarré, y casi incluyo dos canciones suyas, pero en el momento pensé que mejor no, que si era mi primer disco, lo mejor era que fuera todo de canciones propias. Hubo un error de edición, y esa canción que tú nombraste aparece como que fuera de Teresita. Y no tiene nada que ver con la poesía de ella, además, pero bueno, es como que ella siempre está apareciendo.
Es bien de frontera lo que vos hacés: hay momentos en que, aunque no tengas una voz parecida, recuerda mucho a Marisa Monte o a otras cantoras brasileñas. ¿Vienen por ahí tus influencias?
Sí. En mi casa siempre se escuchó a Adriana Calcanhotto, Marisa Monte, Maria Betânia, Maria Creuza. A nivel femenino me parece que mis referentes son una mezcla de Las Tres, en Uruguay, con música brasileña. Tengo mucha influencia, creo, de Adriana Calcanhotto. Elis Regina, un poco, Maysa Matarazzo. Sobre todo en el registro, porque yo soy mezzosoprano, igual que Amalia de la Vega, que es un registro que no es ni muy bajo ni muy alto. Cuesta mucho encontrar la voz en esos lugares, porque los coros no están hechos para eso...
¿Dónde te sentís más cómoda? ¿Más abajo o más arriba?
Ahora estoy muy enfocada en la interpretación. Si bien soy compositora, me gusta muchísimo cantar. Depende de la canción: si es un tango, una bossa nova. Porque para mí el cantor es un actor: estás actuando. Cada canción es un mundo y te puede llevar por diferentes lugares. Creo que no hay límites para eso. Durante mucho tiempo traté de buscar la personalidad en el timbre de la voz, como una huella o algo así, pero creo que es mucho más rico poder jugar y mostrar diferentes cosas. A mí, al menos, me gusta más eso.
¿Por qué decís carro cuando cantás?
¿Viste? En Melo hablamos así. La ye se pronuncia enormemente y la erre se pronuncia para adentro. Ernesto Díaz, Fabián Severo [ambos artiguenses] de pronto nos empiezan a escuchar a hablar a los de Melo y ven que hay otros jeitos que son sólo de ahí. En Melo se habla mitad español y mitad portugués. No hablás mezclado, en portuñol, sino que hablás portugués o hablás español. Y hay una erre que es bien del norte, de Brasil, que entra por ahí. En Marimorena voy a poner una canción que es de una investigación de un idioma que se habla sólo en Melo, que es el corrupío, un idioma afrodescendiente del que todavía quedan algunas palabras en algunos lugares de Cerro Largo. Las fronteras siempre tienen esas cosas que son únicas del lugar. Me pasó cuando me vine para acá, que me criticaban mucho la ye. Trabajé en radio muchos años, y era una tortura tener que apagar algunos sonidos, porque bueno, hablo así.
¿Estás haciendo radio de nuevo?
Sí, desde hace poco tiempo, en la 1410, un programa por semana, algo muy chico, un programa para entrevistar a mujeres vinculadas a la cultura, al arte. La idea es que sean historias de personas no tan populares, sino de personas que han ido tejiendo cosas.
¿Con qué se va a encontrar la gente en el espectáculo de Ducon?
Me va a acompañar Matías Romero, que es el guitarrista que me acompañó con Amalia de la Vega, y vamos a hacer un repertorio de canciones de Virginia Brindis de Salas y también de canciones propias: una investigación más que nada musical, que tiene que ver con lo rítmico. Por ejemplo, con Virginia me encuentro con tangos, escritos antes del auge romántico del tango, lo primero que me llamó la atención de ella fue la forma en que escribía, lo que escribía, y también que su trabajo era totalmente musical. Te encontrás con textos que se llaman Tango 1, Tango 2, Tango 3; es medio raro. En una época en que el tango hablaba de la violencia hacia la mujer, de la mujer que era traída en los barcos y era la prostituta, de la rubia Mireya, ella hace un tango que no tiene nada que ver con eso: es un tango recontra realista, que describe a los músicos que andan con sus guitarras y sus tristuras llegando a un Uruguay que ella describe muy bien en sus letras. Se mete mucho con los personajes callejeros, la canillita, el guitarrero que pide monedas, algo que no era común escrito por una mujer.
El personaje Marimorena es una canillita que vocea sus diarios en Montevideo.
Por eso también me pareció interesante hacer un rescate musical y poético. Está bueno conocer qué escribía esta mujer en ese momento. Y en un momento como el actual, de una revolución feminista que está en su auge, también me cuestiono cómo puede ser que esta mujer no exista, que a nadie le importe. No importaba antes y no importa ahora. Y veo la unión de Teresita Cazarré con ella: esas mujeres recontra discriminadas, cada una en su lugar.
Eso de escribir sobre los personajes que se ven en la calle, ¿no es un poco también la poética de tus canciones? Es una canción política, diría yo, la tuya. Y da la impresión de que, por el repertorio que elegís, o la canción es política o no te interesa mucho.
Sí, exacto. Con Teresita Cazarré me pasó que son canciones para niñas y para niños, pero hay atrás una denuncia política que es súper clara. Por ejemplo, el benteveo es la Justicia: es un juez que pasa por diferentes lugares, y ella dice que cómo van a poner a un juez que grita todo el tiempo “bicho feo”. Que siempre va a estar diciéndoles a los pájaros que son feos. Es todo un mundo tan tan lindo; esa mujer hizo eso con esa magia, en ese momento, destituida en la dictadura, sola, juntó a unas compañeras, les dijo “vos agarrá este títere, vos este otro”, y se las llevó a hacer eso en Cerro Largo. Yo me imagino lo difícil que debe de haber sido, porque ahora todavía es una cosa recomplicada.
Marimorena se presenta el sábado 5 de octubre a las 21.30 en Teatro Ducon, en Convención 1103.