El martes empezó la 74ª edición del Festival de Cine de Cannes, que en realidad es también la 73 más una. Son muchos los autores que llevan más de un año con sus obras perfectamente preparadas porque iban a planear sobre la abortada edición de 2020, que fue retrasando fechas a la espera de ser viable pero, al final, se vio imposibilitada por la situación sanitaria en Europa. Y todos ellos han tenido clara la decisión de esperar a que el mayor escaparate del mundo para el cine de autor en salas abriese su colección 2021.
Entre las que han permanecido 15 meses en el freezer están algunas de las películas de mayor peso de la sección oficial a concurso por la Palma de Oro. Entre ellas, Benedetta, de Paul Verhoeven, basada en la historia real de una monja lesbiana en la Italia del siglo XVII; Crónica francesa, un nuevo collage que Wes Anderson conforma con su banda, cada vez mayor, de actores cómplices, como Bill Murray, Tilda Swinton y Edward Norton, junto a incorporados recientes al club, como Benicio del Toro y Anjelica Huston, entre otros.
También protagoniza Tilda Swinton otro de los films que se han apuntado a esa larga espera, Memoria, la primera producción rodada fuera de Asia –concretamente, en América Latina– del tailandés Apitchapong Weerasethakul, quien ya sabe lo que es ganar una Palma de Oro, al igual que Nani Moretti, cuya película se daba por descontada en la Mostra de Venecia del año pasado. Pero al final Moretti, muy hijo de Cannes, también optó por guardar ausencias para competir ahora en la Croisette con Tre Piani, que el propio director protagoniza junto a Alba Rohrwacher. Otro nombre relevante de la cosecha del 20 será Mia Hansen-Love, que presenta Bergman Island, con Tim Roth y Mia Wasikowska en la isla sueca de Faro.
De esta temporada
Esas cinco grandes protagonistas de Cannes 2021 se suman a toda la producción propia de este año. Y por ahí la cifra de películas en competición se eleva a 24, dos o tres títulos más del número de corte habitual del festival. En esta lista brilla la ausencia prácticamente absoluta de cine de Hollywood: apenas dos películas estadounidenses, pero de naturaleza independiente. Una de ellas es Flag Day, de Sean Penn (viejo amigo de Thierry Frémaux, director artístico de este festival), que llegará con ganas de resarcirse del batacazo mayúsculo que sufrió en 2016 con The Last Face. A él se suma Sean Baker, valor muy en alza en el cine indie tras filmar Tangerine (2015) y sobre todo, con mayor proyección, The Florida Project (2017). Y ni un solo negocio con Netflix.
El divorcio de Cannes y Hollywood no hace así más que agravarse. Y ya en Venecia, con renovadas fuerzas, se prepara el desembarco, en setiembre, del star-system estadounidense en el Lido. Por eso es que Cannes ha cerrado filas enrolando prácticamente todo el cine con sello autoral disponible. Completan así la lucha por la Palma de Oro nombres como Nadav Lapid, Joachim Trier, Ryusuke Hamaguchi, Ildiko Enyedi, Asghar Farhadi, Joachim Lafosse y Justin Kurzel. Y la cuota parte de producción francesa: Catherine Corsini, Jacques Audiard, Julia Ducournau o Leos Carax, que inauguró la sección oficial con el musical Annette, una apertura que divide opiniones, aunque son mayoría los que no comprenden qué ha querido hacer Carax y aún más los que creen que está muy lejos de tener intencionalidad alguna este film preñado de despropósitos y caprichos caros y excéntricos pagados por Amazon.
Para completar, Frémaux, el jefe de todo esto, ha ideado secciones nuevas, como Cannes Première, en las que poder lucir el galón de firmas como Hong Sang-soo, Oliver Stone, Gaspar Noé, Arnaud Desplechin, Mathieu Amalric y Marco Bellocchio. Esta pantagruélica apuesta eleva de 58 a 70 el número de títulos de la sección oficial.
Esta edición de Cannes, tan atípica desde su propia celebración en plena canícula y a la salida de una pandemia, con los veraneantes predominando sobre los acreditados en el festival (28.000; 30% menos que en años anteriores, con una significativa caída entre los que procedemos de América Latina) y con Spike Lee como presidente del jurado –puesto que iba a ocupar en el aplazado festival de 2020–, ofrece curiosidades como la del personal con traje de soirée a las cuatro de la tarde y bajo un sol peronista mientras los bañistas que pasan rumbo a la playa observan a esta fauna por encima del hombro.
Por una cabeza
Manolo Nieto, el director de La perrera (2006) y El lugar del hijo (2013), films que ya tuvieron un interesante recorrido internacional y una muy prolífica cosecha de premios en festivales, ha logrado entrar a una selección de especial mérito, sobre todo cuando el cine latinoamericano es uno de los grandes ausentes de este Cannes 2021. Su tercer largometraje, El empleado y el patrón, integrando la Quincena de Realizadores de Cannes, era lo que le faltaba a Nieto para catapultar su carrera de cineasta y colocar su nombre entre los de los autores punteros del panorama en América Latina. Vuelve Nieto, con su talento, a poner al cine uruguayo en el mapa de la distribución cinematográfica internacional. La première mundial será este viernes en el Théâtre Croisette de Cannes, y esperemos que pronto llegue a las salas de nuestro país. ¿El aforo? Aún desconocido. Pero la entidad cada vez más sólida de su cine de conflicto social merecería salas llenas.
Alejandra Trelles, desde Cannes.