Este jueves, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) había decidido no expulsar de la organización a las emisoras rusas, por lo lo que artistas rusos podrían competir en el certamen de Eurovisión, poniendo énfasis en el carácter “no político” del evento cultural. Sin embargo, hoy la organización cambió su decisión y, al igual que algunas organizaciones deportivas radicadas en Europa, anunció que Rusia no formará parte de la competencia que tendrá lugar en mayo en Italia.

Según un comunicado que emitió la organización, el cambio obedeció a consultas entre la directiva y las instituciones afiliadas, y se llegó a la conclusión de que la inclusión de Rusia “desacreditaría la competencia”, aunque recalca que la UER está “dedicada a proteger los valores de una competición cultural que promueve el intercambio y la comprensión” y que “celebra la diversidad a través de la música” en Europa.

El anuncio del jueves había producido reacciones fuertes en algunos medios pertenecientes a la UER. Por caso, la televisora finlandesa YLE anunció que no participaría en el certamen si había artistas rusos: “El ataque de Rusia sobre Ucrania es contrario a todos los valores que YLE y otras cadenas de televisión europea representan. YLE defiende siempre la democracia occidental, el imperio de la ley, la libertad de expresión y la dignidad humana. YLE no puede tomar parte en ningún acontecimiento en el que Rusia, que ha atacado descaradamente esos valores, pueda usar una de las marcas más reconocidas de Europa para promover sus propios intereses”.

Palabras y acciones

Para los artistas ucranianos, el problema es si podrán participar en eventos internacionales. Por ejemplo, el escultor Pavlo Makov, seleccionado para participar en la Bienal de Venecia que tendrá lugar este año, dijo a ARTNews que está en suspenso su instalación en el pabellón ucraniano de Venecia.

Otros artistas han expresado su solidaridad con Ucrania. Entre las más notorias está la performer serbia Marina Abramovic, quizás la creadora contemporánea más influyente hoy. “El año pasado trabajé en Ucrania y llegué a conocer a su gente. Son orgullosos, fuertes y dignos. Guardo la mayor solidaridad con ellos en este día imposible. Atacar a Ucrania es atacarnos a todos, es atacar a la humanidad. Hay que detenerlo”, comunicó Abramovic a través de su cuenta de Instagram el día de la invasión.

Entrevistado por Deutsche Welle, el escritor ucraniano Andrei Kurkov dijo: “Desgraciadamente, como autores y artistas en general, tenemos menos influencia en la situación que la que tenían nuestros colegas en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esto no significa que debamos callarnos. Lo que me extraña es la ausencia de una voz clara entre los artistas relevantes de otros países. ¿Dónde están los artistas de Francia, Alemania, Estados Unidos? Esos artistas son los que tienen que agitar a sus gobiernos”.

Hasta ahora, el acto de solidaridad más notorio proviene de artistas de la misma Rusia: las Pussy Riot, colectivo feminista y musical perseguido por el régimen de Vladimir Putin. Una de las cofundadoras del grupo, Nadya Tolokonikova, inició una campaña para juntar fondos en criptomonedas, con el fin de ayudar a los civiles ucranianos. Su proyecto, llamado Ukraine DAO, buscará vender 10.000 NFT de la bandera de Ucrania, acuñados en Ethereum. Lo que recauden se destinará a la Fundación Return Alive y a la ONG Proliska.