–Murió Gary Brooker.
–¿Quién?
–El cantante y pianista de Procol Harum.
–¿Qué es eso?
–Los de “A Whiter Shade of Pale”.
–¿Lo qué?
El rock perdió hace tiempo su lugar central en el consumo juvenil de música y en el sistema occidental de referencias culturales. Ese consumo cambió radicalmente sus características, ese sistema se fragmentó y Occidente comenzó a perder también su posición hegemónica en el mundo. Además, las viejas estrellas de la constelación Rock se van apagando, y las muertes son más frecuentes que las creaciones nuevas relevantes.
Mientras tanto, abundan los intentos de remodelar el panteón. Muchas personas logran o buscan notoriedad con tesis revisionistas, y pululan las discusiones extravagantes sobre artistas presuntamente sobrevalorados o subvalorados.
De todos modos, la magnitud de algunos músicos permanece indiscutida, y también siguen siendo incomprensibles las historias de otros que no tuvieron sólo grandes méritos –fácilmente comprobables con un ratito en alguna plataforma de música online–, sino también enormes éxitos y trayectorias muy visibles, pero que no llegaron ni cerca de la fama que podría haberles correspondido.
Uno de ellos fue Gary Brooker, fallecido el sábado 19, aunque el hecho fue divulgado recién el martes 22. Hacía tiempo que recibía tratamiento por un cáncer, pero ningún medio de comunicación importante estaba atento a su evolución, y pasaron tres días sin que su muerte fuera noticia.
Brooker había nacido en 1945 y fue uno de los muchos jóvenes ingleses fascinados por la música afroestadounidense que, desde fines de los años 50, empezaron tratando de imitarla, la desarrollaron en direcciones nuevas y terminaron logrando que fuera revalorada y glorificada en su país de origen, donde buena parte de la población negra joven ya le había dado la espalda y la mayoría de la blanca prefería sus propias versiones descafeinadas.
El grupo de Brooker se llamaba The Paramounts, no se destacó y él quiso dedicarse por completo a componer música de canciones, junto con otro muchacho llamado Keith Reid, que era poeta y hacía las letras. Como no conseguían interesados en grabar sus obras, decidieron formar una banda para que las tocara, en la que Reid sería un tipo inusual de integrante fuera del escenario. Brooker quería que hubiera, además de la inevitable fórmula de batería, bajo y guitarra, dos teclados, su piano y un órgano. Él y Reid pusieron un aviso en el diario y apareció otro pibe, llamado Matthew Fisher.
La primera grabación editada del grupo fue “A Whiter Shade of Pale”, una de las canciones de Brooker y Reid, a la que Fisher le había aportado unas partes magníficas de órgano Hammond. Si todavía no la ubicaron, búsquenla y es probable que se den cuenta de que alguna vez la oyeron.
No se parecía a nada conocido, y eso era muy importante en mayo de 1967. La música era una rara combinación de Bach con rhythm and blues, la letra parecía un delirio psicodélico, y Brooker mostraba que era uno de los mejores discípulos británicos de Ray Charles, sin nada que envidiarle, por ejemplo, a Steve Winwood. El disco arrasó y en pocos días Procol Harum compartía cartel con Jimi Hendrix.
El grupo nunca tuvo otro éxito comercial como el de aquella canción, ni intentó clonarla, pero dejó más de una docena de álbumes estupendos, con distintas formaciones en las que Brooker fue la única constante. Si para muestra les basta un botón, busquen la canción “A Salty Dog” (1969), de una belleza extraterrestre. Si quieren botones de otros colores, prueben con “In Held Twas In I” (1968), “Whaling Stories” (1970), “Broken Barricades” (1971), “Grand Hotel” (1973), “As Strong as Samson” (1974) o “The Unquiet Zone” (1975). Si les gusta, sigan probando para siempre.
Ringo Starr decía de “A Whiter Shade of Pale” que “fue la canción de los años 60” y añadía: “Créanme, toqué en un par de las otras” (ya que estamos, a Paul McCartney le encantó “A Whiter Shade of Pale” y a John Lennon aún más). Brooker integró los All-Starrs de Ringo; tocó en el primer y más exitoso disco de George Harrison, All Things Must Pass, y estuvo en el Concierto para George, que homenajeó al ex beatle un año después de su muerte; dirigió unos años la banda de Eric Clapton y estuvo en la de Bill Wyman, ex bajista de los Rolling Stones. No se puede decir que haya pasado décadas en la oscuridad.
Sin embargo, ahora murió, hay que explicar quién era y uno intenta, no por primera vez, entender por qué.
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