Hace unos días apareció una edición limitada del EP S/T de Andy Adler & Coronets Gold en formato 10’’, que incluye cuatro canciones que también están disponibles en el perfil de Bandcamp del sello Catalina Records si se busca una escucha de mayor calidad a la que ofrecen otras plataformas musicales y la posibilidad de descarga gratuita. Adler, que fue parte de Chicos Eléctricos, tuvo un pasaje por Los Estómagos y comandó varias agrupaciones en el cambio de siglo, murió en 2020 tras una larga enfermedad.

Leonardo Peirano es quien está al frente de Catalina Records, y el catálogo de su sello cuenta con varias ediciones más bien perfiladas hacia el hardcore, aunque en los últimos años también incorporó otros sonidos, como el vinilo de Los Invasores (2023), aquella banda pionera del punk en Uruguay. Peirano descubrió estas grabaciones cuando Gabriel Barbieri, ex Chicos Eléctricos, ex Motosierra y bajista de los Coronets Gold, las compartió en su canal y encontró “un Andy Adler eléctrico y a la vez intimista, a medio camino entre lo que había mostrado en su disco con Los Ases del Beat [2002] y un concepto que cierra con Un adiós entre dos adioses”, cuenta Peirano, y añade: “Después de que lo recomendé en mis redes, Gabriel me escribió para editarlo en formato físico. Coincidía con el vigésimo aniversario de este EP inédito y los 25 años de Catalina Records como sello independiente, todo se alineó para concretarlo”.

La edición consta de 35 copias en formato 10’’ transparente, con dos postales incluidas y una versión mini CD del EP de regalo para las preventas, informa Peirano. Dada la repercusión que tuvo el lanzamiento, para 2025 prevén una tirada extra de esta vistosa edición, que cuenta con el arte de Jorge Puyol, quien replica la estética de aquella caja que traía los preservativos más baratos y estrechos de su época, porque los Coronets Gold tomaron su nombre de esa marca de condones. La portada incluye otro juego: la leyenda “Ready for an instant and prophylactic listening”. “El nombre es algo muy generacional, los peores condones de la comarca pero con terrible glamur por ser dorados”, recuerda Barbieri.

Los Coronets Gold, el power trío de Adler con Barbieri y Walo Crespo en batería, fue posterior a otro tan incendiario como Los Ases del Beat, también encabezado por Andy, pero junto con Juan Sacco (guitarra) y Martín Casal (batería). “Andy venía del disco El fin todo lo justifica y al principio tocamos canciones de ahí, pero después la banda fue componiendo sus temas. Duramos un par de años y poco más; al compartir el 66,6% de los integrantes con Motosierra, tocábamos mucho aprovechando los gigs que surgían y metíamos a Coronets Gold como un adosado. Sobre todo en Buenos Aires, porque en Montevideo, durante mi época con Motosierra, era muy complicado presentarnos, por la mala fama que teníamos, entonces acá hacíamos más fechas con los Coronets”, rememora Barbieri.

Foto del artículo 'Sonidos dorados: EP póstumo de Andy Adler & Coronets Gold'

Las canciones fueron grabadas en 2004 con el objetivo de contar con un registro de esas composiciones: “Después Andy se mudó a Buenos Aires, hay mezclas de estos temas hechos allá que nunca lo conformaron del todo y circularon como copias caseras entre amigos. Antes habíamos grabado todo el repertorio en un portaestudio de cuatro canales, pero nunca se registraron las voces. Es una lástima, porque suena muy similar a como éramos en vivo y hay muy buenas versiones de temas de Ases, Coronets y covers que hacíamos en los conciertos”, agrega.

Entre las influencias del grupo, el bajista menciona a The Gun Club, “los queridos Killing Joke” y cosas del primer Pink Floyd (versionaban “Arnold Layne”), además de volver a “las influencias de Chicos Eléctricos con el punk rock americano de los 70 y el santo triunvirato: The Stooges, MC5 y The Velvet Underground. En eso Coronets tuvo una gran amplitud musical”.

Sobre la dinámica creativa del grupo, Barbieri detalla: “Andy era el compositor y nosotros aportábamos nuestros arreglos. Cambió la dinámica, porque cuando él tocaba en Chicos Eléctricos se encargaba más de los arreglos que de la composición. En esa época con Walo éramos la base de Motosierra también, lo que nos tenía muy aceitados, ya que tocábamos mucho”.

Un tesoro de Eldorado

“Cuando el teléfono sonó/ supe entonces que eras vos/ Y cuán sola has de estar para llamarme a mí”, dice la primera línea de “El mérito”, que abre este EP, lo más parecido a un hit que compuso Adler, cumpliendo con el axioma del dolor de muchos contado como si fuese particular de uno. Antes de tal estiletazo sardónico, los 19 segundos de introducción instrumental palpitan su potencial, cabalgando el sonido épico-hípico de tres que parecen más cuando levantan una polvareda estridente, al estilo de bandas como The Jesus and Mary Chain, que intervenían sus melodías pop con puro ruido. El trío distorsiona hasta el “pa pa pa” tarareable que precede al estribillo: “¿Qué mérito encierra romperle el pobre corazón?/ A un tonto como yo/ Otra vez”. La letra adquiere verosimilitud y duende en la interpretación de Adler gracias al infinito gracejo que administraba y a cierta vulnerabilidad, a veces esmerilada con humor.

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Esa fragilidad a veces está asociada en sus letras con la presencia o ausencia femenina y, durante este EP, adquiere gravedad en “Evelyn”. Es el único tema cantado en inglés y que cuenta con un invitado, Guillermo Querejazu, quien desde el piano acentúa la fatalidad de la composición tanto como la expectativa dramática que depara el primer golpe de batería. La sensación de pérdida aumenta durante la repetición hecha eco catártico sobre el final, con frases como “What once was heart, an open wound” (“Lo que alguna vez fue corazón, una herida abierta”); o antes: “You ever thought what it be like to go through the days lost in the sky?” (“¿Alguna vez pensaste cómo sería atravesar los días perdidos en el cielo?”). Esta canción con aire al Nick Cave circa Bad Seeds está inspirada en su madre, tal como sucedió en “Corazón necio”, del disco El fin todo lo justifica, de Ases del Beat; ese álbum, además, también finalizaba con una composición de tema filial llamada “Pater noster”.

La muerte, simbólica o carnal, es otro tópico frecuente en la obra de Adler. Dado el devenir de su historia, impacta advertir que el lado A termina con “Cremación” y escucharlo rematar el tema con la frase repetida “Yo quiero cremación”. Allí la banda luce su calibre flamígero y preciso, que ya se desata tras el pegadizo solo de batería inicial, que la hizo acreedora provisoriamente del nombre “Glam”: “a lo Gary Glitter, pero con una sola batería”, aclara Barbieri.

Por fuera de este EP, la muerte también ronda otro hallazgo reciente: “Querido vivido”, uno de los últimos temas que compuso con Ases del Beat, rescatado décadas después por Barbieri y Sebastián Bergeret, guitarrista de la primera formación de Chicos Eléctricos. “Fue un homenaje a Andy cuando falleció, reescribimos la música siendo fieles a su letra. Es una gran despedida a los amigos, somos de una época en que la muerte era parte de la vida, nuestros héroes se morían jóvenes, también la vida nos golpeaba, ambos perdimos a nuestras madres en esos años, algún amigo también nos dejaba y en esas letras está presente eso”, comenta Barbieri.

Obstáculos e ingenio

Grabado por Riki Musso en su estudio Tío Riki, S/T es el segundo registro de Adler editado post mortem y el cuarto de su cosecha –sin incluir los dos primeros casetes de Chicos Eléctricos–, que incluye Un adiós entre dos adioses, El fin todo lo justifica y la banda sonora del documental Mamá era punk (1988), mayormente instrumental. Para esa ocasión, Adler había formado Los Inadaptados de Siempre, con Orlando Fernández y Rafael del Campo, por entonces la base de Cadáveres Ilustres. Sabe a poco para un músico e ingeniero de sonido con una trayectoria iniciada en los años 80, y es otro contrasentido que, más allá de su gusto por el lo-fi, sus conocimientos técnicos no hayan encontrado una mayor infraestructura para aplicar a sus grabaciones.

“Era lo que se podía, si tenés plata hay mejores opciones, pero no siempre rinden proporcionalmente al costo. Hay una frase del sonidista Ottonello que decía: ‘acá el rock es chiquito’, hablando de cómo quería que sonaras en el escenario. Esa frase la traslado a este país, que nunca fue rockero ni tuvo cultura rock. Por algo quienes triunfan acá están lejos de esa cultura”, concluye Barbieri.

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Aun así, Adler se las ingenió para sacar el mayor potencial de la tecnología y los artefactos disponibles con información y creatividad, que también fueron sus diferenciales como instrumentista. Con personalidad y sin pirotecnia disimula el bajo ausente de los Ases del Beat recurriendo a los graves de su guitarra, despliega solos epopéyicos a lo Neil Young & Crazy Horse (“Excuse me”), trágicos (“Evelyn”), extensos y reverberantes (“Bola 8”), o con la fugacidad de una fragancia suspendida en el aire arribando al final de “El problema”. De esta canción sobresale la musicalidad del diálogo que representa como un guion, donde incluye referencias de acciones y contexto. El sonido de las palabras y los instrumentos orbitan la opresión invisible inherente a las rutinas, con una repetición circular agobiante que va in crescendo hasta estallar.

Esa intensidad es el común denominador de estas canciones y también de la sinuosa historia de una de las figuras relevantes y menos conocidas del rock uruguayo, pero de la que ahora se puede conocer algo más a través de esfuerzos como los de Barbieri y Peirano, o antes Ángel Atienza y los amigos del artista, que impulsaron la edición de Un adiós entre dos adioses. Dos memorables misiones comandadas por aquel soldado del rock & roll que decía fantasear con terminar sus días tocando “country & western” los fines de semana en el bailongo del club social de Arkansas.

S/T, de Andy Adler & Coronets Gold. Catalina Records, 2024. En Bandcamp y en vinilo.