“Me decías que el concierto del 25 va a rondar mucho sobre tus últimos cuatro discos”. “Y alguno de hace un poquito más también. Por ejemplo, un disco que creo que salió en 2019, pero en 2020 sacó el Premio Gardel al mejor álbum de música clásica de Argentina, un disco que se llama Leo Maslíah toca Bach, que es todo música de Bach. De ese disco va a haber dos cosas en el concierto”. Así anunciaba Leo Maslíah, en diálogo con el periodista Fernando Tetes, el recital que dará el sábado.

La respuesta del célebre músico, compositor, escritor y actor tenía un fin informativo y además un dato accesorio para nada casual: una inevitable expresión de orgullo por el galardón porteño y por la reivindicación de su perfil menos difundido que sus músicas asociadas –generalmente– al humor. Según el periodista Guilherme de Alencar Pinto, en un artículo para el semanario Brecha, la “superproductividad” es “uno de muchos puntos de contacto” entre el autor de “Perdón si te molesto con esta sonatina” y el creador de los Conciertos de Brandeburgo.

Para Maslíah han pasado 50 años desde la primera vez que tocó en público y 40 desde la grabación de su clásico “Biromes y servilletas”. A buena parte de su enorme, diversa y ramificada obra musical, hoy se puede acceder con relativa facilidad a través de plataformas digitales y echando mano a la precisa data cargada en la página web oficial del artista.

Las dos cifras redondas son la excusa para una nueva aparición por el teatro Solís, en esta ocasión junto a los músicos Elena Ciavaglia (voz, teclado y piano), María Bentancur (voz), Lucía Leite (voz), Tato Bolognini (batería y flauta) y Marco Messina (bajo y voz).

El repertorio del concierto también incluirá piezas de Leo Maslíah & María Bentancur en el CCK, Rendez-vous avec nous y Héctor Tosar por Leo Maslíah, tres LP editados por el sello argentino Club del Disco en 2023.

¿Quedará tiempo para “Superman”, “Corriente alterna” y “Agua podrida”? ¿El excéntrico pianista se despertará con ganas de incluir algo de su simpático álbum Cine mudo (Club del Disco, 2019)? ¿Recordará la letra de “Balderrama”? ¿Y la de “I lique rock”? ¿Se hará presente en la velada el concertista Alex Estragón? No faltará quien reclame un rato de Árboles (Perro Andaluz, 2005). ¿Podrá desempolvar una pieza de su popular Zanguango (Ayuí, 1996)? Aquí sólo hay más preguntas, las mismas que le enviamos por correo electrónico y que muy gentilmente respondió para esta entrevista.

¿Alguna vez soñó con una melodía inédita? Si es así, ¿logró escribirla?

Bueno, no sé si te referís a una melodía preexistente pero que no estuviera grabada o que no estuviera publicada ni si al decir “melodía” te referís literalmente a una melodía o si te referís a una música… Pero, bueno, varias veces soñé con músicas, sí, tanto preexistentes como creadas en el mismo sueño. Hay una que soñé cuando era adolescente y que escribí como borrador orquestado, pero nunca terminé de concretar, aunque sirvió de base para una canción del año 1979 (inédita en disco y en partitura), y hay otra que me apareció en un sueño de principios de los 90, pero como compuesta por una profesora que había tenido años antes. La escribí y la desarrollé como una especie de passacaglia que se llama “Fugazzetta”. Permanece inédita tanto en partitura como en grabación, pero creo que una vez la toqué, no me acuerdo con qué orquesta.

Aquel que busque sus discos en Spotify encontrará una composición con fecha 2024 bajo el título “Listón carcomido”. ¿De qué se trata? Tiene la apariencia de un candombe.

Es un avance de un disco de música microtonal que empecé al mismo tiempo a componer y a grabar en 2015.

En 1993 grabó “Marinette” de Georges Brassens, y más recientemente, el disco Rendez-vous avec nous, con Lucía Leite. ¿Las de Brassens eran melodías que se escuchaban en su infancia? ¿Cómo conoció su obra?

Conocí durante la infancia la música (no sólo las melodías) y la poesía de Brassens, sí. Primero gracias a un tío que se hacía traer sus discos desde Francia, y después, gracias a Pierre Pascal, profesor que tuve en 1966 en el Liceo Francés, que era amigo de Brassens (se puede ver en Youtube un video donde le canta a Brassens una parte de su traducción de “La mala reputación”, que luego grabara Paco Ibáñez; Paco después tocó la guitarra en un disco del propio Pierre Pascal, de canciones en occitano). Pascal nos hacía trabajar literatura francesa con letras de canciones de Brassens.

¿Cómo llegó a la lectura de Los cantos de Maldoror y qué propició la composición de una ópera alusiva?

No se trata de una ópera alusiva, sino de una adaptación operística de la primera mitad de Los cantos. Sabía de la existencia del libro desde mucho tiempo atrás, pero lo leí recién pasados los 40 años. Sé que lo vi y lo compré, pero no me acuerdo dónde. Me cautivó, pero también me inspiró mucha música.

Leí en un medio argentino que está preparando un libro de poesía. ¿Podría adelantar algunos versos para este medio?

Podría, sí, pero no en medio de esta entrevista. Preferiría, en todo caso, contar que tengo un libro de poesía publicado primero acá y después en Argentina que se llama Así las cosas / Poemas sueltos / Pastor de cabras perfectas y otro que se llama Crucigramas, que tiene ilustraciones de Sanopi y fue publicado hace años por Perro Andaluz.

¿Le interesan las herramientas de inteligencia artificial? ¿Ya las probó?

Sí, los que me siguen en Instagram lo saben.

¿Le parece justificado el espanto que causa en muchas personas?

Supongo que en algunos casos sí y en otros no, pero habría que ver en cada caso qué es lo que consideran inteligencia artificial. Por ejemplo, hay gente que experimenta el temor a Dios y otra gente que no lo experimenta para nada, pero lo que unos y/u otros consideran o llaman “Dios” puede ser una multiplicidad de cosas muy diferentes.

Para su versión de la “Obertura a la francesa” de Johann Sebastian Bach utiliza un texto en el que lista y descarta las muchas formas del amor. Allí incluye la frase “No te cases nunca”. ¿Es un consejo que les daría a los más jóvenes? También habla de casarse con las profesiones. ¿Cómo definiría la relación con la suya?

La parte de la letra que dice “no te cases nunca” no termina ahí. La frase sigue. Es “No te cases nunca sin pasar por nuestras oficinas donde expertos profesionales te asesorarán y después se irán a suicidar”.

El escritor William Burroughs decía que la escritura compartía características con un virus y Mario Levrero tenía ideas similares al respecto. ¿Concuerda con este concepto? ¿Qué le pasa a usted con la música?

Me pasan cosas.

¿Qué opina sobre los músicos que experimentan un vínculo de afecto con un instrumento musical? Hay quienes hablan de su guitarra como una compañera; me pregunto qué le pasará a usted con el piano que tiene en su casa.

Somos muy unidos.

En su versión de la “Obertura a la francesa, BWV 831: VIII. Écho” de Bach, canta: “Quisiera que la Teletón fuera una maratón de puro reguetón”. Más que un deseo, el personaje de la canción parece dar a entender que hay alguna conexión directa entre las personas con discapacidades físicas y aquellas que disfrutan o practican la música de reguetón. ¿Ha tenido la posibilidad de estudiar ese ritmo musical? ¿Le ha encontrado virtudes?

No quise dar a entender eso de ninguna manera. En cuanto al ritmo llamado reguetón, en verdad no es un ritmo específico, es lo mismo que la milonga o la habanera, sólo que machacado con máquinas.

En su “Autorreportaje” de TV Ciudad, emitido en 2001, dijo: “En esta época la mayor parte del público parece necesitada de un grado muy alto de repetición de ciertas cosas, por ejemplo, rítmicas y de instrumentación”. La afirmación suena muy actual, ¿a qué adjudica esa tendencia?

Esa tendencia no se aprecia en los niños que no están expuestos a las redes ni a los celulares. Hay un bombardeo permanente que antes sólo venía de los grandes medios, pero en esta época el propio público se convierte en agente difusor de lo que recibe.

Hay quienes sostienen la idea de que la música es muy beneficiosa para la salud del ser humano, incluso le adjudican un poder sobre las plantas. ¿Qué sabe sobre el tema? ¿Qué diría sobre su propia experiencia como músico profesional y oyente musical?

Hay música que beneficia la salud y música de porquería, lo mismo que pasa con muchos otros tipos de creaciones humanas. En general, los que dicen esas cosas sobre la música, las dicen pensando sólo en ciertas músicas, no en la música, pero no lo confiesan ni lo asumen. Es lo mismo que los que ensalzan la lectura como si pudiera ser algo bueno de por sí. Y es lo mismo que los que hace algunas décadas denostaban la televisión, sin tener en cuenta que en ese lenguaje también había muchas maravillas.

Hay otros que dicen que todas las ideas artísticas ocupan un lugar común (el aire, por ejemplo) y que el artista sólo debe estar atento para entrar en algún tipo de sintonía con ese lugar. ¿Usted qué cree?

No conozco gente que diga eso.

Ha dicho que, en su juventud, en tiempos de dictadura y próxima apertura a la democracia, entre las razones por las que hacía música identificaba una función social. ¿Esa idea sigue vigente en el ejercicio de su profesión?

No tengo profesión.

Renzo Teflón fue un artista que siempre habló muy bien de usted. ¿Fue su alumno? ¿Cómo lo recuerda?

Sí, Renzo tomó clases conmigo en el Nemus [Núcleo de Educación Musical]. Nos divertíamos mucho. Cuando él llegaba bajábamos a la panadería a comprar Colet y bizcochos para amenizar la clase.

Sobre sus influencias literarias, en una nota anterior con la diaria, dijo que las novelas de Dostoievski no eran menos importantes que los relatos futbolísticos de Heber Pinto. En este mismo sentido, pero hablando sobre música, ¿qué influencias podría destacar además de los relatos de Heber Pinto?

Yo dije muchísimas cosas sobre esos temas. ¿Por qué querés privilegiar esa? ¿Por qué necesitás ese prólogo tan sesgado para poder hacer la pregunta?

Suma 50 años de trayectoria musical, pero todavía no lo han declarado ciudadano ilustre. ¿Qué reflexión le merece la no coincidencia?

¿Cuál sería? No me doy cuenta.

¿Qué tipo de vecino es? ¿Se destaca en el barrio, positiva o negativamente, por alguna característica?

Creo que no.

¿En algún momento de su carrera se vio tentado a perseguir la originalidad?

Nunca tuve carrera.

¿Cuál es su canción más querida?

Nombraría varias que me vienen a la mente: “Cielo de los tupamaros”, de Osiris Rodríguez Castillos, que nos hizo escuchar en clase mi maestra de tercero de escuela, “Canción del jardinero”, de María Elena Walsh, “Fidèle”, de Charles Trenet, que me sigue haciendo llorar cada vez que la escucho, “Tu imaginación no pide perdón”, de Eduardo Abel Giménez.

Leo Maslíah en concierto. Sábado a las 21.00 en el teatro Solís. Entradas desde $ 300 a $ 900 en Tickantel. 2 x 1 para la diaria Beneficios.