Lo inverosímil se apodera de la realidad. En el continente sudamericano, fuertemente castigado por la pandemia de la covid-19, diez países y 21 ciudades retoman, por necesidad económica y en una suerte de informalidad de la salud pública, la Copa Libertadores de América, que tiene altísimas probabilidades de convertirse en la Copa Vectores de América: con más de 75.000 casos activos que se reparten de a millares en todos los países a excepción de Uruguay y Paraguay, a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) se le ocurrió que puede cumplir con sus compromisos comerciales sin daños colaterales.

Es inverosímil que a partir del martes 15 de setiembre, en más de una veintena de ciudades –Cochabamba (6.300 casos activos), Santiago (7.200 casos), Lima (2.300), Santos, Porto Alegre, Mérida, La Paz, Medellín, Buenos Aires, San Pablo, Asunción, Guayaquil, Tigre, Barranquilla, Caracas, Curitiba, Cali, Manta, Río de Janeiro, La Paz, y Montevideo–, se vaya a jugar 64 partidos de fútbol que implicarán por lo menos 62 viajes internacionales de delegaciones compuestas por 50 personas que, por hacerlo cuantificable, tendrán la posibilidad potencial de interacción con 150 personas en las cinco horas que puedan pasar en el estadio donde les corresponda jugar. Esos son los números que se desprenden del Protocolo de Operaciones para la reanudación de la Libertadores y la Sudamericana.

¡Salud!

En su introducción, el protocolo de la Conmebol dice “El mundo, y en consecuencia el fútbol, están inmersos en una nueva y atípica situación que nos obliga a responder de una manera apropiada y acorde a las circunstancias. Teniendo como premisa que la salud es lo más importante y nuestro bien más preciado, es que durante todo este período hemos hecho de la prevención nuestro mayor aliado. El compromiso firme de la Conmebol, poniendo la salud por sobre la competición, ha sido siempre el de finalizar la Conmebol Libertadores 2020 y Conmebol Sudamericana 2020”.

A priori, da la sensación de que la preocupación –y el estudio de la difícil situación– encarada por la Conmebol no alcanza para justificar salir a la cancha 64 o 93 veces en tiempos de coronavirus. ¿Acaso un exhaustivo documento, producto de profundos estudios, cálculos y estimaciones, podrá vulnerar la lógica del patrón de contagio del virus?

Parece difícil poder proyectar que todo se podrá desarrollar sin inconvenientes. Y no son sólo cálculos: es público que uno de los 32 clubes participantes, Boca Juniors, tiene con covid-19 a casi a la mitad su ampliada lista de 40 futbolistas habilitados. También Racing, rival de Nacional, tiene al menos dos jugadores con coronavirus.

¿Se podrá sostener el intercambio de colectivos que sumarían no menos de 1.500 potenciales vectores, que además se estarán moviendo en un número no inferior a los 700 viajeros durante cuatro semanas a tres países distintos de los suyos? Porque sí, en cada fecha estarán viajando 15 o 16 clubes (la excepción será Inter frente a Grêmio en su ciudad, Porto Alegre), contingentes que estarán dos o tres días cada vez en un país distinto. Como mínimo, en cada fecha habrá 600 hisopados, más por lo menos 200 que se tendrán que realizar al llegar a Carrasco los integrantes de las delegaciones de Colo-Colo de Chile, Racing de Argentina, Athletico Paranaense de Brasil y Alianza Lima de Perú.

Esto es por plata

Si bien la Conmebol se ha preocupado, priorizando la salud por encima de cualquiera de sus competencias o de sus contratos, y en su momento paralizó sus actividades, también es cierto que desde el primer día de actividad forzada en Luque –o en las teleconferencias– se ha estado pensando en el más regreso de las competencias lo más pronto posible, fundamentalmente las masculinas, que son las que están negociadas con contratos de muchísima utilidad económica, pero también de mínima elasticidad a la hora de los incumplimientos forzados.

Es que más allá de la natural y primitiva necesidad de competencia, de jugar, de promover espectáculos por parte de las organizaciones, subyace la idea de unidad de negocios con su modelo actual, en la que para que haya torta para repartir es necesario que haya quien pague los ingredientes, y eso por ahora viene de parte de las operadoras de imagen multimedia que, como han comprado fútbol a futuro, demandan que se cumpla con los compromisos acordados mucho antes de que supiéramos o imagináramos la existencia de la cepa SARS-CoV-2 y nuestro cambio de vida.

En julio, en la cumbre virtual de jefes de Estado en el traspaso de mando del Mercosur, sin ningún tipo de escrúpulo, el mandatario paraguayo, Mario Abdo, hizo un lugar para que participara el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, quien vaticinó: “Llegará el día en que los riesgos se reducirán y será posible reanudar actividades hoy paralizadas. Desde la Conmebol queremos estar preparados para ese momento. Por ello, un equipo de expertos especialmente convocados por nuestra institución elaboró un protocolo para los entrenamientos, viajes y competiciones, así como un manual operativo de llegadas y salidas de vuelos de delegaciones de fútbol y a los aeropuertos civiles y/o militares que serán utilizados”.

El día después

Parece que llegó el día... el día de cumplir con 93 partidos ya negociados en forma millonaria, que son los que debe la Conmebol a quien le negoció los derechos televisivos por la Libertadores, tal como fue planificado el campeonatos antes de la catástrofe. El acreedor tiene en su cuenta el debe por parte de la organización americana de 64 partidos de fase de grupos, más 16 encuentros de octavos, más ocho de cuartos, más cuatro de semifinales, y uno de la final.

La argumentación está en el propio Manual de Operaciones: “Desde el punto de vista económico, resulta esencial el retorno de las dos principales competiciones, aunque sea con restricciones de público. No obstante, debemos analizar la situación que agrupa las competencias en otras disciplinas como futsal, fútbol playa, juveniles y femenina, pues todas dependen de las inversiones directas o indirectas provenientes de nuestras dos principales competiciones”.

La burbuja uruguaya

Uruguay ha sido el país de América que mejor ha logrado controlar la epidemia. No ha sido porque tenemos la celeste puesta, ni por porque somos una nación especial, o cosas por el estilo. Seguramente, en cuanto haya posibilidades de explicar el fenómeno en Uruguay pesarán muchísimo en la explicación los distintos desarrollos logrados para sostener una situación tan dramática, los distintos sistemas de salud, de la educación, y el entramado social que ha logrado establecer sistemas solidarios para contención de la situación. La población ha tenido un comportamiento ejemplar siguiendo los lineamientos establecidos por bases científicas.

Recientemente el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, resaltó el sistema de salud que tiene Uruguay y su respuesta ante la pandemia: “Uruguay tiene uno de los sistemas de salud más fuertes y resilientes de América Latina, con inversiones sostenibles basadas en el consenso político sobre la importancia de invertir en salud pública”, dijo el director de la OMS, quien además destacó que “aunque las Américas han sido la región más afectada, Uruguay ha reportado el menor número de casos y muertes por covid-19 en América Latina, tanto en total como per cápita”.

Junto con Paraguay, la diferencia de casos y muertes con el resto de los países sudamericanos es notoria; sin embargo, este enorme esfuerzo por el control de la situación se pone en riesgo a través de la excepcionalidad de permitir la entrada y salida de delegaciones, contraviniendo el decreto aprobado en medio de la pandemia por el que se exige cuarentena a todos quienes ingresan al país.

Uruguay fue el último país en aceptar el Manual de Operaciones e impuso además medidas extraordinarias por fuera del protocolo de la Conmebol. El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, hizo saber las medidas especiales para competencias en Uruguay o con clubes uruguayos, que incluye que todos los traslados sean en vuelos chárter de punto a punto, aislamiento total de los deportistas en pisos de hotel especialmente acondicionados para ellos, con cuartos individuales, test PCR negativo de cinco a siete días previos, y un nuevo hisopado al llegar al aeropuerto, además de viajes con mascarilla y distanciamiento físico sostenido. Las delegaciones sólo podrán salir para sus actividades deportivas o para comer, pero cumpliendo con los protocolos de los restaurantes. El personal de los hoteles deberá usar la ropa de protección correspondiente.

Peñarol y Nacional deberán establecer una burbuja sanitaria en Uruguay, que para el caso de los aurinegros comenzará el lunes 14, antes de viajar a Chile, y terminará recién el 2 de octubre, una semana después de volver de Bolivia: para Nacional, por su parte, comenzará el miércoles 16 de setiembre y culminará el 30 de octubre, siete días después de volver de Venezuela.

Los aurinegros irán a Chile primero para enfrentar a Colo-Colo, el martes 15, y a la semana siguiente jugarán en Bolivia enfrentando a Jorge Wilsterman en Cochabamba, el jueves 24; mientras que los tricolores estarán en Argentina para enfrentar a Racing de Avellaneda el jueves 17 para, a la semana, jugar en Venezuela el martes 22 con Estudiantes de Mérida. Los partidos que jugarán de local en Montevideo son seguidos en fechas, la quinta y la sexta, pero no seguidos en cuanto a semanas, dado que la quinta fecha está programada para la semana del 28 de setiembre al 4 de octubre, y la otra recién para el 20 y 21 de octubre, en función de la posible ratificación de las dos primeras fechas de la clasificatoria mundialista para Catar 2022.

En cada uno de sus retornos desde Santiago y Cochabamba, desde Buenos Aires y Mérida, las delegaciones de hasta 50 personas deberán permanecer aisladas, sin retorno a sus hogares ni contacto con sus familias, aunque si podrán jugar sus partidos por nuestro Torneo Apertura.

Surgen dudas: ¿qué tienen pensado hacer con los rivales uruguayos que enfrentarán en el torneo local? ¿Qué sucederá si quieren combinar jugadores que hayan viajado con otros que hayan quedado en Montevideo para jugar por el Uruguayo?

De ahí para adelante seguirá la Libertadores, y después se empalmará con la Sudamericana, sumando más delegaciones y más ciudades.

Difícil diagnóstico. Un cuadro complicado.