El ingreso del fútbol femenino a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) tiene muchas fechas destacables. Una muy importante es la del comienzo del primer torneo de fútbol 11. Por estas horas se cumplió un cuarto de siglo de aquel día.

El 27 de octubre de 1996 se jugó la primera etapa del Campeonato Inaugural, lo que hoy asimilamos como primer Campeonato Uruguayo de la historia. Al año siguiente se continuó con un Campeonato Uruguayo con formato de Apertura y Clausura, a imitación de lo que ya era regla en el fútbol masculino de la misma institución. Desde ese entonces se han jugado los campeonatos uruguayos sin solución de continuidad. No ha habido un año en que no se haya disputado. Esto es una gran fortaleza del fútbol femenino uruguayo si se lo compara con otros países americanos: sólo Argentina tiene un proceso de continuidad similar.

En realidad, ese mojón fundamental fue un hito importante y culminante, pero antes y después se produjeron hechos resaltables en aquel 1996. Más bien se debe hablar de un proceso fundacional del fútbol femenino uruguayo, que se desarrolló durante todo ese año y cuyo comienzo se puede rastrear, incluso, unos meses antes.

A mediados de 1995 llegó a la AUF una indicación que FIFA envió a todas sus asociaciones afiliadas: debían tener una competición femenina oficial y una representación nacional que participara en las clasificatorias para las Copas del Mundo, que habían comenzado a disputarse en 1991. El 8 de agosto de 1995 la dirección de la AUF nombró a la profesora Matilde Reisch responsable del fútbol femenino. Le adecuaron la sala más lejana a la entrada de la calle Guayabo y le dieron como mobiliario un escritorio de madera, algunas sillas, una vieja máquina de escribir y algunas carpetas. Eso sí: tenía una puerta-ventana que daba a la avenida 18 de Julio.

La profesora de Educación Física y de Matemática y exjugadora de vóleibol, que contaba en su haber con una gestión muy reconocida como directora de Deportes de la Intendencia de Montevideo, se dedicó a detectar y reunir distintos equipos, aunque no había ligas estables de fútbol femenino. Lo primero que hizo fue contactarse con equipos femeninos ya existentes, “pequeños fueguitos” que se prendían y se apagaban en competiciones intermitentes y básicamente inorgánicas. Heroicas mujeres los integraban.

Desde tiempo antes existían equipos que no habían podido encontrar procesos de institucionalización ni ligas perdurables. Fue un tiempo heroico con jugadoras “golondrinas” que volaban de un equipo a otro. Había que rescatar esos emprendimientos y darles un vuelo mayor, una seguridad de competición, propuestas serias y practicables. La AUF era el “llamador” adecuado. Reisch se puso en contacto con equipos de la costa canaria que jugaban “fútbol de salón”, con profesoras del Club Biguá que organizaron un equipo, con Rampla Juniors, Cerro y Nacional, que tenían equipos que, muy “de vez en cuando”, jugaban, y con algunos equipos barriales.

Existía una convicción: la actividad haría avanzar, organizar, mejorar e ir hacia el “fútbol once”, el fútbol en “cancha grande”. Pero el primer paso fue con “fútbol cinco” en “cancha chica”.

El torneo del Nautilus

La primera actividad fue jugar al fútbol, antes de tener la “oficina” armada. No podía ser de otra forma. Pero sucedió de forma utilitaria, en una cancha chica con pocas jugadoras por equipo y con alto espíritu de celebración, de alegría, de sentir que iba en serio y que se podía progresar rápidamente.

Fue claramente el primer paso del proceso fundacional ya mencionado. Empezó el lunes 29 de enero de 1996 en una canchita muy pequeña pero muy visible, la que mantiene idéntica forma, separada de la vereda sólo por una alambrada, en plena rambla del barrio Punta Carretas, en el Club Nautilus. La gente que pasaba por ahí en las noches montevideanas se paraba para mirar a esas mujeres jugando. Y comentaban: “¡Mirá!”.

Ocho clubes compitieron. Aquelarre (nombre que ocultaba el de Cerro, del que se sentían orgullosas representantes sus jugadoras), Rampla Juniors, Picapiedra (un equipo B ramplense), Nacional, Selección de Ciudad de la Costa, Lagomar, Alas Verdes (el de las profes del Biguá) y Sportivo Ferrocarril (un club del barrio Colón con gimnasio, del que surgiría River Plate a fin de ese año).

Fue un éxito. Las jugadoras no tenían que pagar para jugar como pasaba en otras situaciones cuando debían contratar canchas o árbitros, o participar en torneos comerciales. Se disfrutó del fútbol con buenas jugadoras y muchas ganas de jugar.

La organización funcionó y el torneo terminó con el triunfo del Cerro disfrazado (vaya a saber por qué) en los cinco partidos que jugó, incluida la final, que coincidió con el clásico futbolístico del Cerro: el segundo fue Rampla Juniors.

Un viejo comunicado de prensa emitido por el Departamento de Fútbol Femenino luego del primer torneo dice lo siguiente: “El torneo inicial fue evaluado por el Departamento en conjunto con los delegados clubistas y de allí surgió la certidumbre de que se había cumplido con el objetivo de tener una competición ‘gatillo’ que disparara al conocimiento público la creación del Departamento de Fútbol Femenino, su puesta en acción y la decisión de la AUF de tomar el tema del fútbol y la mujer con total seriedad”.

Allí mismo, en Nautilus, en marzo se hizo otro torneo que ganó Rampla Juniors. Después, ya en pleno otoño, se jugaron dos torneos de fútbol cinco más en el club Peturrepe del Prado, en el que participaron nuevos clubes. Siempre en las noches.

Todo eso fue antes de las asambleas de clubes que llegaron cuando se avanzó en la constitución de clubes y estos empezaron a hacer experiencias en cancha grande, en cancha de once. El Departamento de Fútbol Femenino hizo una jornada experimental amistosa de fútbol once, importante, con varios clubes, un domingo de mayo en el Estadio Olímpico.

Rocío Alloza de Fénix, Giovanna Yun, de Defensor Sporting, y Pilar González, de Fénix, en el estadio Charrúa. foto: ernesto ryan (archivo, diciembre de 2020)

Rocío Alloza de Fénix, Giovanna Yun, de Defensor Sporting, y Pilar González, de Fénix, en el estadio Charrúa. foto: ernesto ryan (archivo, diciembre de 2020)

Foto: Federico Gutiérrez

Las asambleas de clubes

Ya en el invierno de 1996 comenzaron las asambleas de clubes semanales en la sede de la AUF. Era el órgano de conexión de la dirección del departamento con los representantes de los clubes que se iban sumando. Allí se planteaban y, por supuesto, se discutían líneas de acción hacia el futuro. A medida que los clubes se formalizaban se hizo necesaria la creación de mecanismos de participación y orientación directriz.

El acta de la primera asamblea de clubes, la del martes 23 de julio, se ha difundido mucho pero con error, al presentarla como acta fundacional, como que en esa reunión se había creado o nacido el fútbol femenino en la AUF. No es así. Allí se plasmó un sentir democrático de cómo llevar adelante los distintos planes, y en eso era decisiva la participación de los delegados clubistas. Las asambleas fueron un muy buen instrumento, pero el Departamento de Fútbol Femenino ya se había fogueado y afirmado en los cuatro torneos realizados en futsal o fútbol cinco. En esa acta se plantea el objetivo de “realizar actividad oficial, durante 1996, en futsal y fútbol 11”, y muy importante: “comenzar en forma previa a las competiciones el fichaje de las jugadoras” y “realizar una jornada especial el día que, por primera vez, se fiche una mujer en los registros de la AUF”. En esa primera asamblea participaron delegados de Basáñez, Cerro, Danubio, Liverpool, Nacional, Rampla Juniors y Rentistas.

Fue un acta escueta, que señalaba los objetivos finales y los pasos iniciales a dar en esos días para afirmar organizativamente la nueva actividad de la AUF.

Otro mojón del proceso fundacional: la noche del fichaje

El proceso fundacional continuaba y se comenzó a dilucidar en reuniones plenarias cómo se iba a formalizar el fichaje. ¿Quién iba a ser la primera jugadora? ¿Cuál el primer club? Se discutió eso largamente. Hubo propuestas de todo tipo. Una delegada propuso a su rubia delantera centro para que fuera la primera en fichar; otro delegado dijo que debía darse libertad y que, fijada una hora, la que llegaba primero se fichaba. Al final, primó el criterio de hacer el fichaje de forma organizada y se procedió de esta forma: se hizo un sorteo entre los clubes que integraban el departamento y cada club elegiría la jugadora que se fichaba.

El sorteo lo ganó Cerro, que eligió a su puntera derecha Silvia Arébalo. Fue la primera; después de ella se registraron, una a una, las restantes según el orden del sorteo. Silvana Álvarez, la 10 de excelente técnica de Rampla Juniors, fue la segunda. Soraya Cabrera, la volante y capitana de Bella Vista, la tercera. Les sucedieeon Stella Maris Araújo de Liverpool, Marcela Bonifacino de Nacional, Silvana Castro de Basáñez, Mirta Díaz de Danubio, Marcela Alejandra González de Rentistas.

Fue una gran noche, la del 15 de agosto de 1996, la de la primera vez que entraban mujeres como futbolistas en el ámbito de la AUF. En esa jornada se ficharon un total de 17 futbolistas. A fines de 1996 se habían fichado 201 jugadoras, cifra que a final de 1997 ya ascendía a 377. Y de ahí en más...

Hubo alegría, disfrute, emoción. Al día siguiente fueron tapa en El Observador, entre otras repercusiones.

A las canchas grandes: el primer campeonato de fútbol once

Y ahora cerramos con lo que inició este artículo: contando, en síntesis, cómo fue aquel primer campeonato de fútbol once, el que se inició un día como ayer pero 25 años atrás. Y que se hizo en dos meses.

Siete clubes participaron en aquella gesta. Fue un torneo de siete etapas en las que cada club participante hizo de local en una de ellas. Tres partidos por domingo en el mismo escenario. Esa primera jornada se jugó en el Parque Nasazzi, según se lo conocía en esa época. Tiempo después ascendió a la categoría de estadio.

En el primer partido, jugado a las 13.00 del 27 de octubre, Cerró le ganó 4 a 3 a Liverpool. Todos los presentes nos mirábamos y comentábamos sobre la posibilidad de que los partidos entre mujeres fueran con muchos goles. La vida mostró después –en el mismo torneo incluso– que no: eso iba a funcionar igual que en el fútbol de varones. Luego, a las 15.00, Danubio venció a Basáñez 3 a 1 y, finalmente, el local, Bella Vista derrotó a River Plate 2 a 0. Rampla Juniors tuvo libre en esa jornada: debutaría en su Estadio Olímpico una semana después y al final del torneo se coronaría campeón, el 22 de diciembre, en Jardines del Hipódromo.

Al comenzar esa primera edición se cumplía el objetivo básico: que existiera un torneo anual de fútbol femenino. Por eso, esa fecha del 27 de octubre será designada, seguramente, Día del Futbol Femenino Uruguayo.

Las siguientes etapas se jugaron en el Tróccoli, en Belvedere, en el Parque Méndez Piana (designado por River Plate), en La Bombonera. Culminó el 22 de diciembre en el estadio Jardines del Hipódromo, que hoy lleva nombre de mujer, María Mincheff de Lazaroff.

El domingo 22 de diciembre de 1996 se coronó Rampla Juniors como el primer campeón al vencer a Danubio 3 a 1 en la última etapa, a la que llegaron tres clubes con chance de titularse, Rampla con 13 puntos, Danubio y Cerro 12. Cerro perdió su chance al empatar sin goles con Bella Vista en el segundo turno, a las 16.00.

Rampla fue el campeón con 16 puntos (cinco ganados y uno empatado). Lo siguieron Cerro con 13, Danubio con 12, Bella Vista con 9, River Plate con 4, Liverpool con 3 y Basáñez con 2.

La jornada final en Jardines sirvió para que el director técnico de la primera selección ya designado –Aníbal Gutiérrez Ponce– viera por primera vez partidos de fútbol femenino y tuviera en sus manos los nombres del plantel que él dirigiría.

Este último asunto, la integración de la selección uruguaya, será otro mojón de eso que llamamos proceso fundacional del fútbol femenino uruguayo. Hubo prácticas inmediatas.

El año siguiente, 1997, se comenzó a jugar el Campeonato Uruguayo con el mismo formato que el masculino, con Apertura y Clausura. Participaron diez clubes al sumarse Central Español, Nacional y Rentistas. Más adelante, se establecerían diversos formatos, llegarían nuevos clubes, y en 1999 comenzarían los torneos juveniles.

Y la historia continuaría...