“Formamos el primer equipo femenino en Uruguay compitiendo en una embarcación de 40 pies [12 metros aproximadamente], algunas de nosotras con reconocidos premios en la náutica a nivel mundial y campañas olímpicas”. Así se presenta el grupo Medusa, que se prepara para su primer objetivo: competir en la Copa Rolex Circuito Atlántico Sur (RCAS), del 15 al 22 de enero, en aguas uruguayas y argentinas.
En la previa a esta instancia, participaron en competencias como la 36ª edición de la Regata de la Prensa del Yacht Club Uruguayo, con una flota de 37 barcos, y en la regata Eduardo Polvarini del Nautilus Yachting Club, y en ambas obtuvieron el segundo puesto.
Idea en marcha
En 2021 los dueños del barco Memo Memulini, José Rinaldi y Aníbal Abella, comenzaron con el proyecto de llevar a cabo una tripulación compuesta en su totalidad por mujeres, integrada por sus hijas, Francesca Rinaldi, Catalina Rinaldi y Guillermina Abella. Invitaron a la regatista olímpica Dominique Knüppel, que representó a Uruguay junto a Pablo Defazio en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Knüppel aceptó el reto de ser la capitana, y formó la tripulación con Florencia Parnizari, Cecilia Coll, Justina Pacheco, Francesca Rinaldi, Francisca Volpe, Florencia Castellanos, Guillermina Abella, Catalina Rinaldi, Sofía Knüppel, Milena González, Victoria García, Mariana Foglia –olímpica en Río de Janeiro 2016– y la argentina Magdalena García, todas mujeres que navegan desde niñas en otros barcos. La mayoría sólo había integrado tripulaciones de cinco o seis personas.
El grupo es heterogéneo y variado. Las integrantes provienen de todas partes del Uruguay y también de Buenos Aires, tienen entre 19 y 40 años y sus experiencias son muy diversas. Algunas cuentan con gran trayectoria náutica, de relevancia nacional e internacional.
Además de la capitana, que compitió en Juegos Olímpicos y estará en la selección uruguaya para la Copa de Oro de la SSL, el primer mundial de selecciones de este deporte, se destacan los logros de otras tripulantes. Mariana Foglia fue, además de regatista olímpica, dos veces campeona mundial de la clase Snipe (2004 y 2006) junto a su hermana –también olímpica en 2012– Andrea Foglia. Florencia Parnizari obtuvo la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de 2019 en la clase Snipe junto a Ricardo Fabini. Cecilia Col participó en los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018, en la clase Nacra 15, y en la clase J70 compitió en el Mundial en San Francisco en 2016 y repitió en California en 2021, siendo la única mujer en una tripulación de cuatro personas. Justina Pacheco ha corrido tanto en el país como en Europa y navegó cruzando el Atlántico, por nombrar sólo algunas de las campañas de estas navegantes.
Todas acumulan buenas experiencias navegando en Optimist (clase internacional de vela ligera para jóvenes de hasta 15 años) y en otros barcos más pequeños. Algunas participaron en tripulaciones femeninas anteriores y desde hace algunos años fomentan los grupos exclusivos de mujeres para navegar.
Movilizadas desde el agua
En 2017 se formó una primera tripulación femenina para correr el RCAS, en un barco J24 de seis mujeres, pero ahora será la primera vez que una tripulación tan numerosa corra en un barco tan grande.
Desde ese año existe un grupo de alrededor de 100 mujeres que se reúnen con frecuencia para pensar instancias que fomenten la equidad de género en este deporte. En una de las regatas festivas que organizaron establecieron como requisito que todos los barcos contaran con al menos una tripulante mujer. En marzo del año pasado ya había seis barcos completamente femeninos y los restantes 30 tenían mujeres a bordo.
En setiembre de 2021 comenzaron a darle forma al grupo y a sus objetivos mientras entrenaban. Desde un principio se toparon con comentarios que, aunque alababan la idea, opinaban que no iba a ser posible la competencia. “No van a llegar, es muy grande”, contó Francesca Rinaldi que opinaron algunas personas al enterarse de la existencia del equipo Medusa.
La nave
El barco Memo Memulini modelo IMX 40, hecho en Dinamarca y armado en Argentina, fue utilizado en varias ocasiones por Ricardo Fabini, quien junto a Bernd Knüppel, padre de Dominique, apoya y promueve el proyecto.
El fin de semana pasado, Medusa entrenó en Montevideo para dejar todo a punto, con una lista de ítems a tener en cuenta, proporcionada por quienes ya navegaron con el barco de 40 pies (12 metros aproximadamente). En este tipo de embarcaciones los varones suelen correr con entre ocho y nueve tripulantes en regata. “Somos 12 para compensar el peso y la fuerza que en algún caso se puede llegar a necesitar, aunque sobre todo se necesita la habilidad y no tanto la fuerza”, dijo Francesca. Esto supone un desafío, “tiene sus complejidades, pero también disfrutes”, contaron las integrantes del grupo.
Por el tamaño del barco las velas son grandes, producen mucha fuerza, y por ende las maniobras son más complejas. En ese sentido hay un tema de seguridad importante, que se puede volver extremo con vientos fuertes. Para estar preparadas ante este panorama, el entrenamiento es fundamental.
La preparación
La primera regata es desde Buenos Aires a Punta del Este, 180 millas náuticas (333 km) sin interrupciones. Se larga el sábado 15 y se navega día y noche.
Para este desafío se prepararon con un entrenamiento en un día de mucho viento, navegando hacia Piriápolis ida y vuelta, sin parar, de día y de noche, simulando la regata, con salvavidas y arnés, siempre aseguradas al barco.
Trabajaron en prestar atención todo el tiempo y estar concentradas. Esa práctica dejó mucho aprendizaje porque, entre otras cosas, en el trayecto se les rompió una vela, entonces debieron hacer la maniobra de bajar esa vela y subir otra. “Cuanto más tiempo estás sin vela más se mueve el barco y mas incómodo es, algunas se marearon, y eso nos sirvió para aprender a manejarnos en esa situación”, declaró Francisca Volpe.
“Todas esas maniobras de bajarla, guardarla, subir la otra... Todo ese movimiento es muy demandante y tuvimos que hacerlo con un viento de 30 nudos, son casi 60 kilómetros por hora, muchas olas, frío, mareadas, mojadas. Son muchos desafíos en un barco que es enorme”, agregó.
Estas vivencias les permitieron darse cuenta de que pueden manejar este barco y por ende están bien preparadas. “Es un barco muy grande que ha ganado muchas regatas y muchos RCAS en los últimos años con otra tripulación, es competitivo. Eso nos hace saber que podemos y nos permite demostrarnos a nosotras mismas y a los demás que tenemos la posibilidad, la fuerza y las ganas para estar al nivel”, afirmó Volpe.
La competencia se completa con cuatro días de regatas en las costas atlánticas de Punta del Este.
“Una de las primeras cosas que dijeron fue: no van a encontrar 12 mujeres buenas para navegar, y nuestra respuesta fue que teníamos una lista de 24”. Francesca Rinaldi.
Por más Medusas
Uno de los principales objetivos del grupo es que más mujeres se suban a barcos grandes: tanto en Uruguay como en el mundo son muy pocas en comparación con los varones. Sucede que para los navegantes “es hasta más cómodo invitar a varones, porque se precisan menos personas por la fuerza, o porque también piensan que no hay mujeres que naveguen”, consideró Rinaldi. “Una de las primeras cosas que le dijeron a mi padre fue: no van a encontrar 12 mujeres buenas para navegar”, y nuestra respuesta fue: “Tenemos una lista de 24, de las que seleccionamos 15, para contar con 12, porque en alguna regata sube alguna y baja otra, o para prevenir por el rebrote de covid”, explicó.
Entre otras cosas, buscan mostrarle al mundo y a Uruguay que se puede, y que no regatean sólo para divertirse sino para competir y pelear puestos. La vela es un deporte masculinizado, además de ser muy caro. En la mayoría de los casos los dueños de los barcos son varones.
Mujeres navegantes
Como suele suceder en la mayoría de los deportes, en la adolescencia y etapas formativas no es muy grande la diferencia entre la cantidad de varones y de mujeres que practican. La brecha de género se acentúa en la adultez. “En los barcos más chicos no hay tanta diferencia, este año fueron 19 chicos Optimist a correr el Sudamericano en Mar del Plata en diciembre y eran 11 mujeres, un número bastante interesante de chicas clasificadas”. Rinaldi, que además de deportista es psicóloga, asegura que en la adolescencia esto cambia porque los jóvenes suelen quedarse sin grupos de referencia, es decir, sin amigos o allegados que navegan.
“Para sostener un deporte la parte social es muy importante, y el apoyo familiar también. Sucede que muchas de nosotras somos hijas, hermanas o novias de varones que navegan, algunas con trayectorias desde niñas, otras no, pero si no se tiene ese apoyo, es difícil sostenerlo en el tiempo”, manifestó.
En cuanto a la realidad de las niñas y mujeres que practican esta disciplina en Uruguay, no hay datos calculados, pero se conoce la tendencia de que muchas niñas se interesan por la vela, pero al llegar a la adolescencia disminuye mucho la asistencia.
Para Francesca, influyen mucho los cambios corporales, “como puede ser el hecho de subirse al barco de viaje y que le venga la menstruación en un campeonato; esto influye porque la mayoría de las veces el líder del equipo es varón”, explicó.
Actualmente se está tratando de incluir una referente mujer, pero la representatividad de mujeres en el barco no sólo es menor arriba, sino en la parte técnica y dirigencial, en lo referente a entrenadoras, instructoras, jurados y oficiales de regata. “A nivel Uruguay estamos muy atrasados en cuanto a las mujeres en los distintos roles de la vela”, finalizó Rinaldi.
World Sailing, la federación internacional de vela, está fomentando la participación de mujeres en regatas de barcos grandes mediante sistemas de cupos, por ejemplo en la Ocean Race, que da la vuelta al mundo.
Rinaldi considera que no es la forma ideal, pero sí la que actualmente sirve para incluir mujeres en esos lugares. En este contexto hay varias iniciativas a nivel internacional; instituciones como un grupo llamado The Magenta Project, conformado por mujeres que corrieron la vuelta al mundo, crearon una fundación para acelerar y potenciar a mujeres, subirlas a regatas de veleros de gran porte.