Se jugó un nuevo clásico del fútbol uruguayo y todo se renueva. En cualquier circunstancia y en cualquier contexto, la emoción de las típicas camisetas no se mancha y pasan la vida, los años. Nacional recibió a Peñarol en el Gran Parque Central con miles de papelitos, humo con sus colores, figuras de sus seres queridos más eternos. Peñarol, con las casas y los barrios encendidos con la tele. Colgados de una vertical en el living, en el bar o en la plaza con los pibes desde el celu. Un país prendió fuego la tarde del sábado.
Fue el debut de Mathías de Armas arbitrando un clásico. El muchacho, de 29 años y con un montón de partidos arriba, fue hostigado durante el partido por propios y extraños. Toda una rebelión para su experiencia bancar la toma de decisiones, saber apoyarse en un histórico como Jimmy Álvarez y en sus líneas. Lo sostuvieron en las buenas y en las malas como hinchas, tuvieron un buen partido los árbitros encabezados por el debutante.
El primer tiempo tuvo un Gonzalo Carneiro muy activo, un pibe jugando con ganas a lo que más le gusta. Hubo un caño de Matías Aguirregaray que terminó en el primer pedido de amarilla. Del otro lado, Lucas Hernández pegó tres seguidas. Nacional tuvo en Carneiro una figura. A los tres minutos cabeceó en el área y Guillermo de Amores, en gran acrobacia, contuvo el cero. Carneiro entró en el diálogo del clásico, estuvo en todos los tumultos, se subió a un rival como un jinete en una imagen extraña.
A los 30 minutos ganó por cuarta vez en las alturas, esta vez para bajarle una pelota al Colo Juan Ignacio Ramírez para que este viviera la emoción de la red y el alambrado. Después se armó relajo y varios se fueron expulsados. Para empezar, Nelson Abeijón, que forma parte del cuerpo técnico de Recoba. En el banco aurinegro, por discutir con Abeijón, también vio la roja Thiago Cardozo. De los de cancha, Leo Coelho, que ya tenía amarilla, por discutir con Franco Fagúndez, que también se fue expulsado.
José Neris vivió algo que ni siquiera debe haber soñado. No había siquiera tocado el balón cuando al minuto del segundo tiempo recibió un gran pase de Matías Arezo y en dos toques definió frente al arquero. Se besó el escudo como a su propia vida.
Emmanuel Gigliotti hizo de ayudante técnico del Chino en Nacional. Recoba, en su debut clásico, probó con Zabala, quien en la primera jugada provocó un rebote que encontró a Gabriel Báez. Este, con mucha calidad, colocó el balón en la única línea hacia la gloria.
El diálogo, como en el truco, en este juego es fundamental. Carneiro habitó el juego, la magia y el diálogo. Fue el jugador completo de aquel Defensor que viajó al São Paulo y vivió la oscuridad. El fútbol uruguayo celebra. Se retiró cansado, lesionado y aplaudido.
A los 86 minutos, tras un tiro libre, Lucas Hernández encontró en el área chica un balón colgado y festejó el empate. Peñarol luchó, porque Liverpool es cada vez más grande y le peleará definitivamente el Campeonato Uruguayo. Nacional luchó por reivindicarse con su gente y por que un ídolo debute dignamente en un clásico como técnico. Pero ambos lucharon por ser quienes son, por mantener su estirpe, por ser más grandes.