¿Sabrá Alan Matturro quién fue el Viruta? ¿Facu González habrá visto en Youtube al Mono Orlando da Costa golpeando una caja de galletitas? ¿El Cepillo Franco González tendrá claro que anarquía rima con poesía? Hay una murga que la selección sub 20 canta cada vez que llega a un estadio. Ellos la saben. No son la Falta del 2007, no está Gerardo Dorado, El Alemán, dirigiendo el coro, pero está la influencia del Pájaro Juan Carlos García, que es médico deportólogo y presentador de tablado a partes iguales.
Rutina, esa palabra tan despreciada en los tiempos que corren, donde sólo parece que vale escaparse de ella, es clave a la hora de preparar un partido. Y cuanto más importante sea el partido, más imperioso se hace concentrarse en la rutina. Dicen los psicólogos deportivos que si los jugadores se concentran en hechos cotidianos, sencillos, repetidos y que se hacen de manera automática, se evita el estrés y los pensamientos negativos que pueden surgir en la previa de un partido. Es por eso que los días en que se juega se planifica al máximo: desayuno, vuelta a las habitaciones, activación, almuerzo, siesta (quien pueda), encontrarse en el lobby del hotel, subir al ómnibus, llegar al estadio, entrar al vestuario, cambiarse, masajes, charla técnica, entrada en calor, vuelta al vestuario, vestirse de gala, arenga, salir a la cancha, cantar el himno, jugar.
En toda esa rutina hay un momento íntimo, de la delegación y nadie más. Antes de los flashes, antes del protocolo FIFA con su atención a prensa y su creación de contenido para las redes. Es un momento donde se empieza a templar el corazón y el ánimo para lo que se viene, y en eso es clave, absolutamente clave, la música con la que se llega. Cada grupo tiene una canción que los identifica y el plantel de la sub 20 tiene como su canto de guerra “La bajada”.
Es y será
En una bañadera alguien dijo: “Dale, Zurdo, cantale a Felipe esa melodía tuya”, y el Zurdo, que es Freddy Bessio, le cantó a Felipe, que es Castro, una melodía en forma de “lalarero”. Estaban en Buenos Aires en una gira invernal de la Falta y Resto en 2006. La canción, aún sin letra, pegó y la cantaron de ahí en más en cada traslado. Por eso Felipe dice “no es extraño que haya terminado en un ómnibus de gente compartiendo una actividad, porque más o menos así nació”.
Aquella vez, después de escucharla, Felipe se puso manos a la obra con la letra para esa melodía: “empecé a escribir la letra, y rápidamente me di cuenta que tenía que ser una canción que sea contagiosa, y que la joda era que todo el mundo cantaba esa canción. Entonces, hice la primera estrofa”.
Va despuntando el alba y se empieza a escuchar
un cacho de bajada ansiosa por sonar
son dos o tres borrachos que un ensayo dejó
La vecina indignada los miró
Pero la melodía le quedó
Fue al puesto y la cantó
La letra va contando cómo se va metiendo en los rincones de Montevideo y se empieza a cantar por todos.
La aprendió la cajera y en suave tararear
Al quiosco de quiniela la bajada fue a dar
A los diez y a los veinte el barrio fue a jugar
Y antes del mediodía en el taller
en el bondi de labios del chofer se escuchó el canto aquel
¿Qué canto? Ahí Felipe tenía un tema. Llegaba al estribillo y no daba con la letra. Entonces una tarde se la muestra al Mono Da Costa y sucedió lo siguiente:
“Empecé a cantar la canción y cuando llegó el estribillo empecé a tararear. Y en ese momento nos quedamos mirando con el Mono y nos dimos cuenta que era eso, que no había más nada para decir”.
Aquel carnaval la Falta tenía un cuadrazo, la dirigía El Alemán Gerardo Dorado, estaba Javier Carvalho, la Coca Jorge Vidal, el Canario Arteaga, Ricardo Viera y el Zurdo Freddy Bessio en la cuerda, sin el bombo, algo no muy frecuente de ver en Carnaval. Y la dupla eterna del Flaco Raúl Castro y el Mono Da Costa, que hacía del Viruta, “el primer escrachador”. El espectáculo se llamaba Anarquía, la música era inédita de punta a punta y por primera vez una murga ponía en escena un micrófono para cada murguista. Pero había un problema, ese año la Falta tenía dos bajadas. Porque incluso antes que “La bajada” estuviera terminada, ya existía “Hasta el otro carnaval” y esa era la retirada.
Al Flaco Castro la idea de una bajada en otro lugar que no fuera al final no le convencía mucho, pero la murga lo convenció, como los jugadores que escuchan al DT pero que saben que adentro de la cancha deciden ellos. Fue entonces que el Viruta, que siempre terminaba en cana luego de cada escrache, se le ocurrió una bajada en el medio del espectáculo.
Del ómnibus
El Pájaro García se llama Juan Carlos, pero casi nadie le dice por su nombre. Es médico deportólogo vinculado a la selección sub 20 desde hace mucho. Pero hace aún más es presentador del tablado del Club Malvín, desde 1992 para ser precisos. Supo salir en Carnaval con Momolandia y también es uno de los fundadores del programa de radio Carnaval del futuro. Cuando el grupo armó la lista de canciones a sonar en el ómnibus para los trayectos del Sudamericano sub 20 todos metieron cuchara. Obviamente las canciones vinculadas a la camiseta celeste estaban a la orden del día, pero al Pájaro se le ocurrió proponer “La bajada”, y no sólo gustó, sino que los jugadores la eligieron como su canto de guerra. Se aprendieron la letra, pero lo que más suena es el estribillo, ese que no dice ninguna palabra pero dice todo.
Que esa canción aparezca como grito de guerra de un grupo de chiquilines que son futbolistas es algo que la propia murga predijo. Aquel año la Falta se iba diciendo:
“Pero como por encanto entre frases nostalgiosas
Se oyó un botija del barrio que a la murga acompañó
Cantando el último verso que quedó en su memoria
Y le asegura a esta historia su pronta resurrección”
Letra completa de La bajada
Va despuntando el alba y se empieza a escuchar
un cacho de bajada ansiosa por sonar
son dos o tres borrachos que un ensayo dejó
La vecina indignada los miró
Pero la melodía le quedó
Fue al puesto y la cantó
La aprendió la cajera y en suave tararear
Al quiosco de quiniela la bajada fue a dar
A los diez y a los veinte el barrio fue a jugar
Y antes del mediodía en el taller
en el bondi de labios del chofer se escuchó el canto aquel...
La ra ra ...
Del ómnibus la gente de a poco se bajó
Y por todos los barrios la bajada llevó
Ya sonaba en la Teja, en Belvedere, La Unión
La plaza Independencia y el cordón
Paso Molino el Cerro y Peñarol
Malvín y hasta en Colón
Al fin llegó la noche en aquel carnaval
Se iba a bajar la murga y el coro era infernal
Si hasta algún delirante asegura que oyó
En el silencio de la madrugada
Como un silbar fugaz esa bajada
Pues Momo la entonó...
La ra ra ra ra ...