El Banco Central del Uruguay (BCU) publicó este jueves el Informe de Cuentas Nacionales del tercer trimestre del año, que muestra la evolución de la economía en general y los diferentes sectores de actividad. Entre julio y setiembre, la economía no mostró crecimiento (-0,08%) respecto del trimestre previo, es decir, hubo un estancamiento de la actividad; mientras que frente al mismo período del año pasado, el producto interno bruto (PIB) creció 3,7%.
Los analistas indicaron, tras el dato, que existen señales de “enfriamiento” o “desaceleración” de la actividad. Esto porque si bien el PIB se estima que crecerá en torno a 5% en el año, la suba se concentra en el primer semestre, vinculado a los rubros agroexportadores, y en el segundo semestre hay un estancamiento a raíz de la baja de los precios internacionales a los que vende Uruguay al mundo.
Nicolás Cichevski, economista de CPA Ferrere, dijo a la diaria que era “esperable” una desaceleración por la baja del precio de la carne en los mercados internacionales y otros rubros exportadores, “quizás no se vislumbraba una caída de esta magnitud”. Para dimensionar la evolución del PIB, los informes previos del BCU mostraron una expansión de 7,9% y 8,5% en los dos primeros trimestres del año en términos interanuales, mientras que desestacionalizados -frente al trimestre previo- creció 0,8% y 1,4%, respectivamente.
El comercio por el lado de la oferta y el consumo privado desde la demanda crecieron 10,8% y 7%, respectivamente, respecto del mismo período de 2021. Las exportaciones aportaron, al aumentar 18,9% interanual, pero los analistas indicaron que hay prevista una reducción de este ítem hacia el cierre del año.
Lo que se está procesando, según Cichevski, es “un cambio en la composición del crecimiento, más apoyado en el consumo interno y menos en la agroexportación”. Entonces, el analista ve signos de “incertidumbre” hacia adelante: por un lado, hay un proceso internacional de “corrección del precio de los commodities [a la baja, tras alcanzar niveles récord a la salida de la pandemia]” que será el escenario base “para 2023”; y por otro el repunte del consumo va asociado “a la recuperación del salario real”, un objetivo del gobierno que deberá concretarse en la negociación salarial del año próximo.
Por su parte, el economista Javier de Haedo expresó que “previsiblemente la economía no creció en el tercer trimestre”, ya que había “varios indicadores que adelantaron el enfriamiento”, como la evolución del empleo y la actividad industrial. En su cuenta de Twitter, señaló que a esta realidad “en el cuarto trimestre se sumará la caída de las exportaciones, que se observa desde setiembre”.
A su vez, el economista Aldo Lema señaló en la misma red social: “En la actividad económica del tercer trimestre hubo fuerte heterogeneidad sectorial. Comercio (consumo privado), construcción (inversión fija), transporte y algunos servicios mostraron mejor desempeño de lo esperado, pero agro e industria peor, por frigoríficos y sequía”.
Esto porque en la comparación con el tercer trimestre de 2021 repuntan sectores como las actividades profesionales (9,3%), la construcción (8,4%) y el transporte (7,2%). Otros rubros muestran caída en el trimestre, como el agro (-7,4%), que había liderado la expansión del PIB en los registros previos, y también la industria (-2,8%).
Sobre los sectores en baja en el trimestre, el reporte del BCU mencionó la incidencia negativa de la ganadería y la carne, debido a “una menor extracción de ganado para faena y exportación en pie y, en menor medida, por una menor remisión de leche a plantas”; y a nivel de la industria manufacturera cayó la producción de los frigoríficos por la menor demanda externa.
Final del año y 2023
Cichevski dijo que en caso de que la economía no crezca tampoco en el cuarto trimestre, la expansión del PIB anual estaría en 5,5% según la proyección de CPA Ferrere, que previo al último dato esperaba un registro de 5,9% que revisó a la baja.
Pese al estancamiento trimestral, de llegarse a ese valor se trata de un buen nivel de crecimiento económico, con la salvedad que se sustenta en un aumento de la actividad lejano en el tiempo -concentrado en el primer semestre- y que tiene un efecto arrastre mayor a 3% de 2021, cuando la economía repuntó tras la baja de la pandemia y hubo inversiones que extendieron su efecto en el tiempo. En ese sentido, De Haedo subrayó que “el crecimiento propio de 2022 al cabo de los tres trimestres es de 2,1%”.
Por otro lado, Cichevski analizó que el consumo privado “era el componente más rezagado” en el proceso de recuperación pospandemia, y se vio afectado “en el primer semestre [de 2022] por el aumento de la inflación”. Esa evolución del nivel de consumo “se revirtió en parte durante el tercer trimestre”, algo que consideró “razonable porque se aplicaron correctivos por inflación” a buena parte de los convenios salariales, que permitieron a los trabajadores mejorar su poder de compra.
De la mano de una recuperación del salario real en 2023, el consumo y el sector comercio “deberían mantener el dinamismo”, excepto en las zonas fronterizas, donde “la situación no va a mejorar en el corto plazo”, en especial en los departamentos del litoral que sufren por la diferencia de precios con Argentina.
Al respecto, el economista complementó que hay “una interrogante” sobre cuál será el saldo de ingreso y salida de divisas, porque al estar más baratos los países vecinos cada vez más uruguayos salen a gastar fuera de fronteras. De hecho, en el segundo trimestre del año hubo un saldo negativo de 99 millones de dólares al comparar el gasto de turistas que recibió el país y el que realizaron los uruguayos en el exterior.
El turismo ahora se prepara para una temporada de verano mejor que la acontecida el año pasado, cuando aún había restricciones y fue el momento de la ola de la variante ómicron de la covid-19. “Seguramente la actividad turística sea mejor”, pero con diferencias entre las regiones y los públicos: “Los segmentos dirigidos a la clase alta argentina [en especial Punta del Este] estarán funcionando quizás a niveles similares a la prepandemia, pero Rocha y otras zonas de Maldonado que dependen más de Brasil o de la clase media argentina” no alcanzarán los mismos niveles de reserva y gasto de extranjeros, indicó el analista de CPA.
Tras repasar estos riesgos en el horizonte, Cichevski se preguntó si el BCU continuará con el proceso de suba de la tasa de interés que inició hace meses. La medida busca incidir en las expectativas de inflación, para contener el alza de los precios, pero tiene como efecto colateral una posible afectación de la actividad económica. Este punto ha sido advertido días atrás por la Unión de Exportadores y la Confederación de Cámaras Empresariales, que plantearon al gobierno la afectación por el llamado “atraso cambiario”, es decir la cotización a la baja del dólar, también un efecto derivado de la suba de las tasas del BCU.
“En el fondo lo que sabemos es que la economía se está desacelerando, sea por la tasa de interés o por factores externos [el precio de los commodities en baja]. Si a eso le sumamos el debate por el tipo de cambio, plantea un dilema para el BCU sobre mantener el escenario base de suba de 50 puntos básicos [0,5%] de la tasa de interés a finales de diciembre, o mostrar algún signo de moderación. Es una discusión factible”, concluyó Cichevski.