Cada estudiante debe llevar una pieza para construir una maqueta en clase en forma colectiva; un grupo de liceales mejoran su relacionamiento a partir de la realización de talleres y la organización de asambleas para tomar decisiones grupales; los docentes forman una cooperativa y gestionan el colegio en el que trabajan y también un club de niños. Todas estas experiencias tienen en común que se inscriben en la educación cooperativa. Con el objetivo de compartir experiencias y analizar el estado de situación de esta corriente en Uruguay, docentes, autoridades y personas vinculadas al sistema cooperativo se reunieron para intercambiar. El V Encuentro Nacional de Educación Cooperativa transcurrió en la tarde del viernes 1º de diciembre en el nuevo local del Instituto Nacional de Cooperativismo (Inacoop), donde se planteó la necesidad de seguir avanzando en la implementación de acciones para una mayor masificación de este tipo de prácticas en el sistema educativo.
En el encuentro, el director de Inacoop Juan Gervasio planteó que la puesta en práctica de esta corriente mejora la convivencia en los centros educativos, al igual que lo hace con los números de desvinculación del sistema. Una muestra de ello es la experiencia que presentaron Rosana Perdomo, de la cooperativa Red Dentis, y Walter Zurdo, de la cooperativa Kultura, que trabajaron con un quinto año Humanístico en el liceo 3 Dámaso Antonio Larrañaga, en Montevideo. Según contaron, en el grupo se vivían situaciones de violencia en forma cotidiana entre los estudiantes, y a partir del trabajo acerca de los valores del cooperativismo, los jóvenes lograron un cambio de actitud muy importante. Además, recordaron que al principio del trabajo en talleres encontraron una elevada resistencia entre los estudiantes, quienes además tenían una mirada negativa sobre el cooperativismo, al que consideraban “de viejos” y algo que no tenía utilidad. Si bien trabajaron durante varias semanas bajo la modalidad de taller, Perdomo recordó que fue un hito la realización de una asamblea para la toma de decisiones a nivel grupal, para que pudieran vivenciar la forma en que funcionan las cooperativas: la base en las asambleas está en saber argumentar y luego asumir la decisión del colectivo.
Para el trabajo en el aula, son muchas las herramientas que los docentes pueden obtener de esta corriente. Otro ejemplo son los juegos cooperativos, en los que, en vez de competir, los jugadores deben aunar esfuerzos en busca de un objetivo común.
Nilsa Pérez, directora general de UTU, planteó que la educación cooperativa también sirve para mejorar la calidad de los aprendizajes, y dijo que ello ocurre en la institución que dirige. Pérez habló de su convencimiento de que si se incorporan los fundamentos de esta corriente en cada uno de los espacios de trabajo del sistema educativo, estos van a mejorar. Sin embargo, advirtió que no es posible formar en cooperativismo si este no se vive en el quehacer cotidiano de los centros.
En proceso
Juan Caggiani, de la Unidad de Estudios Cooperativos del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio de la Universidad de la República, recordó cuando en 2012 comenzaron a trabajar en conjunto con Inacoop para llevar la educación cooperativa a todo el sistema educativo público. Contó que en el proceso muchas veces se encontraron trabajando en entornos en los que no se vivencian los valores que promueve dicha corriente, y destacó que fue clave ir al encuentro con docentes y estudiantes desde una perspectiva dialógica. Caggiani señaló además que otra línea de trabajo apuntó a impactar en el Consejo de Formación en Educación (CFE) de la Administración Nacional de Educación Pública, para llegar a quienes forman a los educadores que luego trabajan en todo el sistema. En concreto, trabajaron con los directores de los centros del CFE para pensar formas de abordar la temática, y a partir de allí se generaron diversas actividades con buenos niveles de participación. Para Caggiani, ahora es necesario pensar estrategias para profundizar esta línea de trabajo, que, según consideró, también es útil para pensar en la elaboración de políticas junto a los docentes.
Ricardo Pisciottano, de la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas, habló de los principios y valores que tienen el común el sistema educativo y el cooperativo, como la ayuda mutua y el trabajo en proyectos. Además, marcó la necesidad de avanzar en acuerdos institucionales para que en un futuro las líneas de trabajo que se desarrollen no dependan de iniciativas personales.
En la segunda parte del encuentro se llevaron a cabo distintos talleres para definir rutas posibles de cara a la incorporación de la cooperación y el cooperativismo a la educación. Allí se habló de la necesidad de trabajar dentro del aula y de generar espacios de evaluación adecuados a las pedagogías que se promueven, que no siempre son los más extendidos en el sistema, que tiende a la evaluación individual. Además, se planteó generar más espacios de trabajo cooperativo entre docentes para aumentar la coordinación temática entre ellos. También se valoró positivamente la incidencia de los núcleos docentes con los que ya se trabaja y se valoró especialmente la situación de UTU, en donde hay una mayor cantidad de espacios cooperativos en marcha. Consultada por la diaria, la directora de promoción y formación cooperativa de Inacoop, Cecilia Tenaglia, contó que ya se está trabajando con la dirección de Planeamiento Educativo de la ANEP y consideró que no es en la dimensión institucional donde hay más trabajo por hacer. Por el contrario, señaló que muchas veces están las condiciones dadas para el trabajo sobre educación cooperativa, pero no se desarrolla por motivos como la falta de capacitación entre los docentes que deben abordar la temática. “El desafío es aprovechar mejor lo que existe”, resumió.