Al pensar en el desarrollo de una olimpíada de algún área de conocimiento como la matemática, la química o la filosofía, lo primero que viene a la mente es la idea de “un cerebrito” que se aleja del mundo por un tiempo para competir con otros, reflexiona Adelina Pintos, integrante de la Asociación Filosófica de Uruguay (AFU). Justamente, las Olimpíadas de Filosofía que organiza la asociación buscan trascender ese imaginario, por lo que no se plantean como una competencia. “Ni siquiera hay premios, sólo menciones”, agrega la profesora, quien de todas formas afirma que no considera que sistema sea mejor o peor que el que se adoptan en otras actividades del mismo estilo.

La consigna de este año es la pregunta: “¿Es verdad?” Desde la organización, integrada por AFU y por la Inspección de Filosofía de Secundaria, se prefiere plantear el tema a partir de una interrogante antes que de un problema ya delimitado, para ser más abiertos a la hora de dar las discusiones. Además, las actividades de la olimpíada no se concentran en dos o tres días, sino que se extienden a lo largo de varios meses. El lanzamiento de la actividad se hizo el fin de semana del 22 y 23 de abril en Colonia y se transmitió mediante videoconferencia a otros puntos del país, mientras que el cierre está previsto para el sábado 7 de octubre. Contrariamente a lo ocurrido en otras ediciones, cuando en el cierre se convocaba a los jóvenes a la producción de un ensayo como elaboración final, este año se apelará a la idea de proceso por encima de la generación de productos.

“Vamos juntando material para orientar a los profes. No necesariamente es algo que se trabaja en la clase, es una excusa para salir del aula con la filosofía. Hay actividades concretas que se van dando en distintos liceos”, señala Christian Burgues, integrante de AFU y profesor de filosofía. Por ejemplo, en el liceo de Sauce se organizó hace algunos fines de semana una actividad de cine, en la que en más de un salón se proyectaron distintas películas que tienen que ver con el tema. Otras de las actividades previstas será el 9 de junio, con la organización de un “café filosófico” en el liceo 48 de Puntas de Manga, o la realización de un intercambio entre estudiantes del turno nocturno del liceo 24, en el que también participarán jóvenes de otros liceos por medio de la red del Plan Ceibal, que se realizará el martes 30 de mayo. Según añadió Burgues, cada comunidad va construyendo la forma en que aborda el tema, y al mismo tiempo se apuesta a que se vayan generando textos escritos producidos por estudiantes, que sean objeto de intercambio con el profesor en el correr del año, para de esa forma ir enriqueciéndolos.

El docente recordó que para las olimpíadas del año pasado se organizó una actividad con invitados extranjeros en Sauce y se llenó. “Parecía que era el estreno de la película del Hombre Araña; cruzabas la plaza y había cientos de adolescentes”, recordó. En el lanzamiento de 2016, en el liceo 1 de Artigas, había 200 estudiantes en el patio discutiendo sobre filosofía, con talleres y otras actividades. Según señalaron los docentes, la convocatoria depende mucho del trabajo que realicen los docentes en sus centros educativos, aunque también hay un factor más difícil de medir: muchos docentes trabajan “anónimamente”, porque abordan el tema en los cursos que dan pero después no concurren a las actividades públicas. “Los programas son súper amplios y todos los años podemos cambiar de programa, construir un problema distinto. A veces, cuando te viene una temática la usás como excusa para que tu programa agarre un giro que no tenía”, destacó Burgues.

Para qué escribir

Otra integrante de AFU y también profesora de filosofía, Marisa Berttolini, planteó que, más allá, de una actividad para el acercamiento de los estudiantes a la disciplina, la participación en las olimpíadas también es una instancia de formación y actualización para los docentes. Por un lado, se puede interactuar con otros profesores acerca de distintos debates y discusiones filosóficas, pero también es una oportunidad de trabajar con los estudiantes en modalidades diferentes a las tradicionales, tanto dentro como fuera de las aulas.

Mauricio Langón, también profesor de la materia y miembro de AFU, destacó un “invento” que surgió el año pasado a partir del tema de las olimpíadas -que fue “tras el sentido de las utopías”-, cuando se convocó a los profesores a escribir pequeños ensayos, que fueron publicados en la revista de la asociación. Langón indicó que muchos de quienes participaron en esa instancia son profesores que no están acostumbrados a escribir para publicar, pero el hecho de que los publiquen y sus textos estén a disposición con aportes de reconocidos intelectuales funciona como incentivo y reconocimiento. En esa jornada participaron unos 15 profesores, que estuvieron reunidos durante todo un día. La dinámica consistió en leer los textos y discutirlos, y esa experiencia se repetirá este año, a partir del tema de las olimpíadas, a modo de “pretexto” para reunirse, comentó. Pintos señaló que si bien los docentes suelen ser “escribientes”, ya que escriben apuntes, síntesis y resúmenes, “no escriben formalmente”. “Capaz que los últimos trabajos que hiciste fue cuando fuiste al IPA, salvo que estés haciendo paralelamente una facultad”, añadió.

La escritura en los estudiantes es un tema que también ocupa y preocupa a los organizadores. A partir de las instancias de años anteriores, observaron que las producciones escritas de los jóvenes tenían problemas de redacción. “Hay mucho entusiasmo para el encuentro dialógico y el intercambio, existe mucha riqueza en eso, pero hay una gran dificultad en la producción escrita”, reflexionó Pintos. La docente explicó que eso hace que las producciones “no estén buenas”, y lleva a que algunas buenas reflexiones no obtengan menciones. Según detalló, el formato de convocar a los estudiantes a escribir en las instancias de cierre de las olimpíadas tenía el fundamento de apelar a lo momentánteo, además de evitar situaciones de plagio o que de fueran adultos quienes elaboraran los textos en lugar de los jóvenes.

Langón señaló que existen olimpíadas internacionales muy centradas en una prueba final con criterios de valoración como la capacidad crítica, la creatividad o la orignialidad. Según explicó, en Uruguay ese modelo “funcionó durante algún tiempo”, porque desde la organización no se planteó en forma obligatoria y desde el principio se organizaron actividades durante todo el año. “Si la última instancia era sólo escrita, se te hace competitiva, con preparación para eso y para algunos. Lo que hicimos es que se discuta al mismo tiempo que se escribe. Hacerlo en el momento supone que discutas el tema desde la mañana y de tarde cada uno escriba. Pero se toma en cuenta, también, la opinión del otro. En los últimos tiempos nos pasa que los muchachos no tienen más entrenamiento de escribir que el de los escritos, donde los van a evaluar si repiten”, señaló. El profesor planteó que para las olimpíadas de este año se encontraron con que los niveles de los textos de ediciones anteriores no alcanzan un nivel de suficiencia. “Se discutió durante todo el año, ¿pero se trabajó la escritura durante todo el año? Tal vez es mejor que lo vayas trabajando, que lo articules con otros. Si copiaste o no no es el objetivo, pero sí que no te acostumbres al recorto y pego. De cualquier forma, si la olimpíada está bien llevada, antes de la mitad del año el muchacho sabe que no debe copiar en un sentido profundo del término”. Además, este año no están excluidas las producciones audiovisuales.

La verdad

Berttolini explicó que la forma de concebir las olimpíadas también tiene que ver con cambios a nivel de la concepción de la enseñanza de la filosofía que se han impulsado desde las inspecciones y que fueron acompañadas por AFU. “Los profesores tienen la total libertad de asumir o no la cuestión, pero en general [para la organización de las olimpíadas] buscamos temas que puedan vincularse, por distintas facetas, con los contenidos curriculares” detalló. Con respecto al tema de este año, Langón señaló que se busca “abrir campos de la verdad”, como “el vínculo de la verdad con el engaño y la mentira, no con el verdadero y falso; si hay una única verdad o cada uno tiene la suya; y también qué se entiende por verdad, pero eso ya es una discusión histórico-académica que por supuesto es un aporte para la discusión”. Si bien el docente advirtió que en filosofía “es inevitable que alguien diga que un tema no se puede discutir a fondo con alguien que no lo domine”, entiende que esa postura “dificulta el diálogo filosófico”. “Lo que nos interesa es que quien dedicó toda su vida a estudiar un problema lo ponga a disposición de los demás sin decirle 'estudiá lo mismo que yo y después discutimos'”, ilustró.

Burgues rescató que la organización de este tipo de actividades exige trabajo, y que AFU es una asociación honoraria, compuesta en su mayoría por profesores de filosofía pero ello no es un requisito excluyente para integrarla. Por ejemplo, dijo que organizar un campamento filosófico, como el que cerró las olimpíadas en 2016, llevó muchas horas de trabajo, pero que vale la pena poner ese tiempo a disposición porque los profesores creen en lo que están haciendo.

Al respecto del campamento del año pasado, Berttolini recordó que participaron liceales y profesores de todo el país, y que los comentarios de los jóvenes fueron muy positivos. Burgues comentó que dicha actividad fue una novedad para el propio programa de campamentos educativos de la Administración Nacional de Educación Pública, porque en general llevan a dos grupos de liceos distintos y está hecho para ciclo básico. “Lo que vimos en esto fue una cuestión reivindicativa de aquellos gurises a los que les gusta estudiar y participar en estas cosas (a las instancias posclase vas porque tenés voluntad o interés) y también premiar eso, porque en general estas lógicas educativas están muy focalizadas en los gurises periféricos y en los que se están cayendo del sistema, como estrategias compensatorias. Y a chiquilines que están llegando a sexto año en Vichadero, por ejemplo, nunca les pasa nada”, agregó.