Desde 1927, cuando se creó el primer Laboratorio de Ciencias Biológicas, Clemente Estable planteó una estrategia de trabajo multidisciplinaria, posiblemente como resultado de su formación de maestro, profesor e investigador científico. Esta visión se vio reflejada en los primeros estudios zoológicos realizados en la década de 1950, que involucraron a un opilión muy común en Uruguay, llamado Acanthopachylus aculeatus. En esa investigación, Estable describió una sustancia química que secretaba este opilión al ser molestado y la denominó Gonyleptidina. Así inició estudios referentes a su acción antibiótica.

Más tarde, en la década de 1970, cuando el Instituto de Investigaciones Biológicas amplió sus laboratorios, nuevamente don Clemente apostó a la investigación sobre la fauna uruguaya, al fundar el Laboratorio de Zoología Experimental. Heredero de ese pensamiento y esta visión, el actual Laboratorio de Etología, Ecología y Evolución (LEEE) fundado en la década del 2000, estudia el comportamiento, las interacciones con el ambiente y la evolución de un grupo de animales poco comprendidos: los arácnidos (arañas, escorpiones, opiliones, entre otros).

En el LEEE se desarrollan principalmente estudios que pueden enmarcarse dentro de la ciencia básica o investigación fundamental, aquella que se lleva a cabo para incrementar el conocimiento de los principios fundamentales de la naturaleza. A pesar de que esta forma de hacer ciencia no parece arrojar beneficios inmediatos, tarde o temprano los resultados son la base de aplicaciones prácticas, como desarrollos comerciales, nuevas técnicas o procedimientos en el sector productivo u otras formas de beneficio social. De hecho, toda aplicación se basa en conocimientos sólidos, previos, que no fueron necesariamente generados con fines prácticos.

Por lo tanto, contar con información previa nos acerca más rápido a posibles soluciones frente a los desafíos de este mundo cambiante. Las palabras de Clemente Estable son acertadas: “Suele haber incomprensión del alto valor de la investigación científica sin inmediata aplicación práctica. Ocurre que el criterio utilitario […] no permite percibir la realidad en todo su horizonte móvil, incluso en lo práctico y útil que trasciende lo inmediato. La misma ciencia aplicada no se aplica bien donde no existe la investigación científica como fin en sí: la rutina mata su espíritu”.

Pero, ¿por qué estudiar los arácnidos? Como mencionamos antes, los arácnidos son un modelo excelente para realizar estudios que involucran distintas disciplinas zoológicas, ya que algunas especies son relativamente sencillas de capturar y mantener en el laboratorio. Poseen estrategias comportamentales extremadamente singulares que pueden estudiarse en condiciones controladas.

Hoy sabemos que la distribución de las distintas especies no es azarosa, y que las estrategias que utilizan hoy para vivir y reproducirse tampoco son meras coincidencias; son el resultado de un proceso lento y complejo. En el LEEE hemos elaborado una lista de arácnidos prioritarios para la conservación en Uruguay. Es un paso inicial para crear un convenio innovador entre el IIBCE y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. El objetivo es estudiar la fauna de arácnidos de estas áreas y ayudar a proteger nuestro patrimonio natural.

Un ejemplo es la araña blanca de la arena Allocosa senex, exclusivamente asociada a ambientes arenosos dulceacuícolas y marinos. Su asociación con este ambiente tan particular permite determinar ―a partir de su presencia o ausencia― cuál es el grado de conservación de las playas. De esta manera se pueden proponer planes de manejo para amortiguar e incluso revertir daños ocasionados por la actividad humana. Asimismo, estudios recientes realizados en la Costa de Oro sobre la presencia de algunas especies de opiliones están arrojando resultados promisorios para conocer el efecto de la urbanización en el ambiente costero.

Otra característica sobresaliente de los arácnidos es que en su mayoría son depredadores obligados, y su principal alimento son los insectos. Las arañas son capaces de consumir enormes cantidades de estos, transformándose en importantes controladores biológicos, que evitan utilizar pesticidas perjudiciales para el ambiente. Estudios realizados con dos tarántulas (Acanthoscurria suina y Eupalaestrus weijenberghi) permitieron determinar que el “bicho torito” ―considerado plaga nacional por los destrozos que producen en las pasturas― es parte fundamental de su dieta. En las áreas donde coinciden, la densidad de este escarabajo disminuye significativamente.

Sin embargo, las tarántulas en Uruguay también tienen enemigos: los traficantes internacionales de animales. En 2007 y 2016 se detectaron dos casos en los que se pretendía enviar cientos de tarántulas para su venta como mascotas en el mercado negro europeo. Esta maniobra involucró a una de las arañas más longevas y grandes de Uruguay (Grammostola quirogai). Es una especie con un ciclo de vida lento, que tarda hasta siete años en alcanzar su madurez sexual y puede reproducirse cada dos años. Por lo tanto, la extracción de individuos de su ambiente puede tener consecuencias catastróficas para la supervivencia de las poblaciones locales. Frente a este desafío, investigar a las arañas, escorpiones y opiliones que viven en nuestro país es un deber, pues forman parte de nuestro patrimonio cultural y biológico.

Para cumplir con este objetivo, el LEEE retoma las enseñanzas de Clemente Estable, buscando transmitir a la sociedad la misma curiosidad que nosotros sentimos por estos maravillosos animales. Por ello, no sólo publicamos el resultado de nuestras investigaciones en revistas internacionales y nacionales, sino que también apostamos a hacerlo llegar a todo el público, mediante charlas a escolares y liceales, publicaciones de divulgación como la Guía de Arácnidos del Uruguay y el documental Arácnidos del Uruguay: maravillas de un mundo de ocho patas. Estos jóvenes 90 años del IIBCE nos encuentran preparados para nuevos desafíos, buscando, mediante nuestro trabajo, transmitir el valor y la importancia de estas curiosas y maravillosas criaturas de ocho patas.

Laura Montes de Oca, Rodrigo Postiglioni, Carlos A Toscano-Gadea | Integrantes del Laboratorio de Etología, Ecología y Evolución del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable.