Esta nota se basa en una intuición que podrá resultar algo obvia una vez planteada pero que puede ser útil para pensar en forma prospectiva. Al final de la nota hago un disclaimer para que el lector no tome la parte por el todo. La intuición refiere a la capacidad de programar y a la educación de nuestros niños. Tal y como sucedió con los escribas de la Antigüedad y con las lecturas colectivas de la Edad Media y posteriores, pero de forma mucho más acelerada, mi percepción es que en las próximas generaciones saber programar va a ser equivalente a saber escribir o, dicho de otra forma, será otra dimensión de lo que se considerará alfabetización –y, por consiguiente, analfabetismo–.

En este escenario desaparecerá la profesión del programador como la conocemos porque parte de ese expertise será compartido por el individuo promedio –al menos en el mundo desarrollado–. Otra posible consecuencia es que habrá una brecha digital entre quienes sepan programar y quienes no. Parece razonable pensar que este cambio se verá acelerado por la combinación de la incorporación progresiva de tecnología a nuestras vidas y el también progresivo avance del código abierto. Esto generará un impacto tremendo en las posibilidades de las personas de conseguir empleos de calidad, profundizando aun más la brecha de habilidades. O al menos existe la posibilidad de que esto pase.

La pregunta que surge entonces sería: ¿en qué lugar nos va a encontrar este cambio? En Nueva Zelanda y países europeos los niños ya aprenden a programar en la escuela (Ver http://www.nzherald.co.nz/nz/news/article.cfm?c_id=1&objectid=11348036https://jaxenter.com/the-countries-introducing-coding-into-the-curriculum-120815.html. En Uruguay, más allá del fantástico Plan Ceibal (en mi opinión, por supuesto), ¿usan los niños las computadoras en la escuela?, ¿navegan en internet o aprenden el lenguaje? El propio Plan Ceibal y el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CIEP) están comenzando un piloto en 50 escuelas para que niños de quinto y sexto año se inicien en la programación. Esta es una gran noticia, y espero que rápidamente este piloto se extienda a todo el sistema y a edades más tempranas. Ahora, a partir de algunas entrevistas realizadas para otros proyectos en los que estoy trabajando, mi percepción es que en muchas instituciones no se visualiza este problema y existe la idea sobre que el uso de esta tecnología termina en las búsquedas de información en internet o en el uso de procesadores de textos y hojas de cálculo.

No soy ingeniero, pero en mi campo es cada vez más importante saber programar tanto para obtener información como para analizarla. Mi generación corre de atrás, así que es probable que para la próxima generación tal vez sea un requisito o una limitación importante. Ahora, el disclaimer. Mi percepción es que hay que avanzar hacia un currículo que integre de mejor forma las artes, las lenguas, los deportes y el ocio. Entiendo que todos son importantes, pero la nota refiere específicamente a las lenguas. En este sentido, si no integramos la programación al currículo junto al castellano, el inglés y las matemáticas –y tal vez incluso el lenguaje musical–, es posible que haya círculos en los que nuestros hijos o hijas no puedan participar. Y eso nunca es buena noticia.