Un joven tiene que dejar el liceo cuando sus padres se van del país. Hace años que una mujer está viviendo en el exterior; le ofrecen un ascenso, pero para acceder a él debe terminar las materias que le quedan en Uruguay. Un hombre se fue del país hace tiempo, planea la vuelta y quiere llegar con el liceo completo. Estos tres casos ilustran la situación de la mayoría de los usuarios del programa Uruguayos por el Mundo del Consejo de Educación Secundaria (CES). Desde 2010, este programa ofrece a los estudiantes residentes en otro país –temporal o permanentemente– la opción de hacer tutorías en aulas virtuales durante cuatro semanas para preparar el examen de la materia que deban y la opción de darlo en el consulado de la ciudad donde vivan. Actualmente están abiertas las inscripciones para el período de exámenes de noviembre-diciembre.
Claudia Cusati coordina el programa y es el nexo entre los consulados, los profesores y los alumnos. En sus manos está –entre otras muchas tareas– el armado de un gran rompecabezas que permite a estudiantes en distintas partes del mundo dar el mismo examen y terminar sus estudios secundarios. Durante las cuatro semanas que duran las tutorías, “los estudiantes tienen en el aula en línea un profesor que los va a orientar desde el punto de vista de la bibliografía, los materiales, que propone una guía de estudios para preparar el examen, y allí también tienen foros de intercambio donde pueden mandar dudas y preguntas”, comentó la coordinadora en diálogo con la diaria.
Entre esas tutorías asincrónicas también está habilitada la opción de videoconferencias que se realizan una vez por semana, “sobre todo en las asignaturas de idiomas, como inglés e italiano, que tienen el oral obligatorio, puntualizó Cusati. Según la coordinadora, el mayor problema que tienen los estudiantes es que “en la búsqueda de bibliografía aparecen montones de cosas, de ahí la importancia del tutor que ayuda en lo específico de los planes y programas vigentes en Uruguay, y orienta sobre los contenidos específicos de la prueba”.
Richard Delgado, coordinador general del Espacio de Educación y TIC [Tecnologías de la Información y la Comunicación], del que depende el programa, señaló que la importancia de estas tutorías radica en que para el estudiante del exterior “es mucho más difícil estudiar”. “En Uruguay un joven puede ir al liceo a preguntar la modalidad del examen, hablar con los profesores que van a estar en el tribunal, ver exámenes anteriores, pero estando en el exterior esa posibilidad se la da el programa”, que “actúa como una guía para preparar una prueba en concreto, no como un curso en línea”, aclaró.
La prueba escrita que los estudiantes realizan en los consulados uruguayos abarca los mismos contenidos que las que rinden en los liceos uruguayos, más allá de que “hay una pequeña modificación en las partes prácticas de los exámenes: se realizan simulaciones de los prácticos con datos, porque evidentemente no hay laboratorios en todos lados; los docentes encuentran la manera de ofrecer ciertos datos para que puedan demostrar la práctica por escrito”, detalló Delgado. La otra diferencia se da en las pruebas orales de los idiomas, que se llevan a cabo días después de la parte escrita, ya que en esa oportunidad el estudiante puede estar en su casa “por un tema de los diferentes horarios”, explicó Cusati.
La propuesta de examen que elabora el tribunal se programa para que se active a la hora acordada con el estudiante, y después de que se cumple el horario del examen, en el consulado lo escanean y lo suben a la plataforma. Se descartó la idea de hacerlo de forma virtual, porque no habría manera de controlar la conexión a internet de los estudiantes y porque no todas las instituciones disponen de un número suficiente de máquinas.
Delgado resaltó la importancia del “trabajo previo en la elaboración de la propuesta”. “Los docentes estamos muy acostumbrados a ir a nuestra clase, proponer el trabajo y estar ahí para responder alguna cosa. Hemos hecho comprender a los tutores que el estudiante va a estar ahí solo, con un funcionario del consulado. La propuesta tiene que tener la totalidad de los aspectos formales por escrito, indicar qué materiales se puede usar, el tiempo de duración de la prueba y esas cuestiones, y una especial preocupación en la consigna del trabajo, porque no hay chances de que te pregunte, aunque por suerte hay tutores que se conectan para estar en videoconferencia sin importar la hora que sea”.
Máquina aceitada
Según los coordinadores, el programa se desarrolla desde hace años sin mayores dificultades. “Es algo que está bastante aceitado. Todos los años le hacemos algún ajuste que se basa en las mejores que nos plantean, pero creo que es un buen ejemplo de trabajo interinstitucional”, dijo Delgado. En la nómina de estudiantes están inscriptos unos 950 usuarios que pueden elegir entre las tres ediciones anuales: febrero-marzo para los exámenes de marzo y abril, junio para los del período julio y agosto, y octubre para las pruebas de noviembre y diciembre. En febrero y marzo de este año, el programa recibió 185 inscripciones que trabajaron con 24 tutores en 26 espacios virtuales, en junio hubo 218 inscripciones con 26 tutores y 51 aulas virtuales, y para octubre hay unas 100 personas anotadas hasta el momento.
Los coordinadores consideran que los resultados son buenos. “Tal como sucede en cualquier instancia de enseñanza y aprendizaje, cuando el estudiante está comprometido con la tutoría y el docente sigue el ritmo, el resultado es bueno. Los exámenes se aprueban gracias a la preparación, sobre todo en el caso de los adultos que están desvinculados desde hace bastante tiempo, y por lo general hace mucho que no están en el ámbito de estudio”, apuntó Cusati.
El compromiso que requieren los estudiantes es muy grande, tanto o más que quien prepara un examen libre en el país. “Hay muchos que piensan que por ser a distancia va a ser más fácil, y se anotan a tres o cuatro exámenes, pero al empezar las tutorías se dan cuenta de que es demasiado, por eso se aconseja no preparar más de dos exámenes por período”, aclaró Delgado. A partir de estas situaciones se limitó la posibilidad de inscribirse en más de un período si en las dos instancias anteriores el estudiante no se presentó a la prueba. Según el coordinador, “la dificultad que enfrentamos es la de tratar de convencer a la gente de que no se anote en cinco exámenes, ya que es mucho trabajo”. “Es complicado hacerlo entender, porque la gente ha perdido cuatro, cinco, diez años de su vida como estudiante y quiere recuperar ese tiempo en pocas semanas”, explicó.