Esta tercera edición del Congreso Nacional de Educación lleva el nombre de la fundadora de la educación para los más pequeños en Uruguay, el de la maestra Enriqueta Compte y Riqué. “No se encerró en la escuela, ni centró su actividad exclusivamente en la práctica educativa y en la actividad académica. Sabía que un maestro con conciencia de sus responsabilidades debe conocer y tomar partido en relación con los problemas de su época. Vivió y actuó las situaciones sociales, políticas y educativas, reflexionó y marcó su posición. Fue solidaria con personas y grupos sociales injustamente tratados, mostró comprensión y comunicó sus ideas desde y con movimientos sociales”. Así la presenta la profesora Marta Demarchi en el libro Maestra militante de la vida, de la colección de Clásicos de la Educación de la Administración Nacional de Educación Pública.
Compte y Riqué estudió en Montevideo cuando acababa de realizarse la reforma vareliana, se recibió de maestra a los 19 años y comenzó un camino de construcción y avance sobre la educación nacional. Su obra tiene dos grandes mojones: la educación inicial y la formación docente, al punto de que llegó a cargos directivos en el Internato Normal de Señoritas. En su vasta trayectoria, muy relacionada con la obra de José Pedro Varela, se destaca el viaje a Europa que se le encomendó en 1889, para estudiar la organización de los jardines de infantes. En esas visitas se inspiró para, en 1892, fundar el primer jardín de infantes y dar el primer curso de formación para las maestras en educación inicial.
A pesar de viajar a estudiar el modelo europeo, desarrollado por Friedrich Fröbel, un pedagogo alemán que creó el concepto de jardín de infantes como un sistema de enseñanza para los más pequeños basado en el juego como forma de aprendizaje, Compte y Riqué no lo imitó. Así lo explicaba a la Inspección General de Instrucción Pública de Chile en 1933: “Después de estudiar la organización de los principales de su género en Francia, Suiza, Alemania, Holanda y Bélgica, se propuso un plan análogo al de los Jardines de Bruselas, Lieja y Amberes, por considerar que las ideas de Federico Fröebel tenían en dichas ciudades una interpretación más vasta y más en armonía con las exigencias de la época. Aceptamos, pues, el plan de organización belga, dando sin embargo a nuestra institución un carácter independiente”.
Elizabeth Ivaldi, en su libro La educación inicial del Uruguay, señala que Compte y Riqué “desde el primer día que tuvo a su cargo el Jardín de Infantes, trabajó inspirada en la obra de Federico Fröebel, pero se concedió a sí misma la libertad de observar, estudiar, descubrir con el objetivo de mejorar la tarea emprendida”. La autora afirma que “es posible identificar algunas experiencias, iniciadas en el Jardín de Infantes de Montevideo durante el período fundacional, que conformaron, a lo largo del siglo XX, las bases de nuestra pedagogía nacional”, por ejemplo, el Programa para los Jardines de Infantes, elaborado por Compte y Riqué.
Sobre los cursos de formación docente que propuso a las pocas semanas de llegar de su viaje europeo, la autora comenta: “Este proyecto de formación para maestras de jardines de infantes incluía la educación de la mujer en general, como influencia positiva para el ejercicio de su rol maternal”. Según Ivaldi, “la preocupación, el compromiso y la capacidad de propuesta demostradas por Enriqueta Compte y Riqué durante esta primera experiencia de formación de maestras de Jardines de Infantes, unido al conocimiento adquirido en el desempeño de sus cargos de Subdirectora del Internato Normal de Señoritas y como catedrática de Gramática y Composición, fueron determinantes para su posterior desarrollo como formadora a lo largo del siglo XX”.
A pesar de estar siempre centrada en la educación de los más pequeños, la maestra se preocupó especialmente por la formación de los docentes. En su texto, Demarchi destaca “la continuidad y persistencia de la argumentación que sobre el tema manejó Compte y Riqué, y su postura en defensa de la profesionalización y consecuente autonomía del magisterio nacional, así como la crítica a la conducción no profesional del sistema educativo”. En esta línea fue que presentó, en varias instancias, su proyecto para crear una Facultad de Pedagogía.
En 1933 se realizó el primer Congreso Nacional de Maestros, que fue presidido por Compte y Riqué. En su apertura dijo, según recoge Demarchi: “Por primera vez, los maestros del Uruguay nos decidimos a poner de manifiesto, en un Congreso, nuestra capacidad colectiva de pensar, en materia de educación”. En esa oportunidad presentó un resumen de las propuestas que tenía en relación con la formación docente, que Demarchi resume en tres puntos: 1) que el futuro maestro debe tener una formación secundaria completa, 2) que el plan de estudios debía incluir “el conocimiento psicofísico de la naturaleza humana” y todo su avance hasta el momento y 3) que el estudio del niño parte de un sujeto real y está basado en los avances provocados por la propia observación y el conocimiento de los libros.
Demarchi la describe como “una mujer crítica y reivindicativa, que acostumbró a tomar partido en relación con temas de su contexto. De esto dan cuenta, por ejemplo, su participación en sociedades dedicadas a la atención de huérfanos, de presos y de alcohólicos; su adhesión y lucha por la República española; su enfrentamiento al terrismo y a la política educativa instaurada por el Arquitecto José Claudio Williman en el Consejo Nacional de Educación Primaria y Normal [...], su actividad en defensa del voto femenino”.
En el libro Maestra militante de la vida hay un apartado dedicado a la opinión de Compte y Riqué sobre el voto femenino. Figura allí una carta en la que la educadora escribe: “Por lo que a nosotros se refiere, pienso que la mujer, dueña de los derechos políticos en toda su amplitud, dará al mundo el ejemplo que ha dado siempre que su intervención se ha hecho sentir en cuestiones de trascendencia; que hemos de confiar en el resultado de cuatro décadas de instrucción pública, inspirada en principios universales. Consigamos la ley y trabajemos para conseguir que la mujer haga uso de ella con todo el vigor de su personalidad”.