Para enseñar literatura a adolescentes de tercer año de liceo, para conocer “otras vidas y otros mundos a través de los textos”, la profesora de Literatura Silvia Bocchi asegura que los estudiantes tienen que partir de la base del manejo del vocabulario, “de ampliárselo, de que lo vean como un instrumento pero también que lo sientan con placer”. Con ese objetivo, Bocchi ha probado distintos proyectos con sus estudiantes: escribir y armar revistas del liceo, organizar grupos de booktubers o invitarlos a producir y conducir un programa de radio. Lo hizo junto a su compañero Daniel González en el liceo 22 de La Teja hace unos años, y este año invitó a los estudiantes del liceo 47, también de La Teja, a crear su medio de comunicación.

Varios estudiantes de tercer año aceptaron la propuesta y fueron los encargados de invitar al resto de los alumnos del liceo, y algunos de segundo año también se engancharon. No fue complicado conseguir una radio que pudiera transmitir el programa, ya que desde hace muchos años la radio comunitaria El Puente FM (que se puede escuchar en el 103.3 del dial o en internet en radios.com.uy/puente) desarrolla un fuerte trabajo comunitario en La Teja, donde, además de la radio, tienen un centro juvenil y un espacio donde organizan actividades culturales.

Las primeras semanas, los estudiantes, que van a clases en el turno de la tarde, se reunían de mañana a grabar el programa, en la biblioteca. Con el tiempo el grupo se consolidó y pudieron empezar a hacer el programa en vivo, todos los martes de 10.30 a 11.00. “Se van uniendo cosas que a ellos les interesa y muchas veces los sorprendés, porque no pueden creer que venga un profesor con una propuesta así; romper con los límites de la educación formal con la comunidad barrial no es fácil”. Quizá Bocchi cuenta con la ventaja de que también es de La Teja, lo que le permitió cruzar esas fronteras: “Pasa a ser lo mismo. Si te veo en el centro cultural, ¿por qué no te voy a tratar igual que en el liceo?”.

Los productores y conductores de Con Estilo 47 –así se llama el programa– son Evelyn Lizarazu, Wilson Núñez, Rocío y Ana Clara Chirico, Sabrina Sosa, Sebastián Almada, Agustín Ortíz y Victor Rodriguez, todos de 14 y 15 años. Sabrina explicó que cuando estaba en primer año también les habían propuesto armar un programa de radio para emitir en El Puente, pero en aquella oportunidad el proyecto no salió. “Cuando la profe volvió a decir de hacer el programa pensé que iba a pasar lo mismo, pero no, fue totalmente diferente”, contó a la diaria. Los jóvenes conductores aseguran que les llamó la atención la propuesta y en particular que los contenidos los definan ellos: “Es algo de nosotros. Hablamos de lo que queremos, de lo que nos gusta”, aseguró Evelyn.

Pasar a hacer el programa en los estudios de la radio motivó algunos cambios; por ejemplo Wilson, que había dejado de ir, volvió a participar. La luz roja generó nervios al principio: “Tenía miedo de trabarme, pero al final me pareció mucho más fácil, porque no tenés que andar grabando de nuevo cuando te equivocás. Sale todo más fluido porque estás interactuando con tus compañeros, haciendo comentarios”, dice Evelyn, y Sebastián transmitió, además, que al hacer el programa en vivo surge cierta solidaridad entre ellos, porque “si una historia es muy larga y no nos da la voz te ayuda un compañero, o si nos trabamos también, salta alguien con un chiste malo como para que retomemos”.

Corea y los científicos favoritos

Todos los martes a las 9.45 los jóvenes se encuentran con su profesora en el liceo y van caminando, por la vía principal de La Teja, Carlos María Ramírez, hasta la radio. En general el día anterior comentan entre sí qué contenidos tienen para el programa, pero si alguno no tiene un tema preparado lo empiezan a charlar en esa caminata. Cuando llegan al estudio elaboran el guion y, después de dárselo a Checho, el operador de la radio, y segundos antes de empezar el programa, se sacan religiosamente una selfie de todo el equipo. El programa que vimos en vivo contó con un especial sobre Corea del Sur, y la previa estuvo marcada por la preocupación en pronunciar bien el idioma. El interés por Corea del Sur llegó mediante una banda de música de ese país, BTS. Eso motivó llamadas a la Embajada de Corea del Sur y todo derivó en una entrevista al cónsul coreano en Uruguay, Choi Jincheol y, más adelante, en una reunión de intercambio cultural y en particular gastronómico: los chiquilines fueron a probar comidas coreanas, invitados por la embajada. El programa también tiene un espacio dedicado a la música (ese día pasaron la canción “Papelito”, una versión de “Despacito” interpretada por los estudiantes de la escuela 9 de Cardona, Soriano), un espacio sobre jóvenes, otro sobre deportes y otro sobre tecnologías. Una de las secciones más populares del programa es Todo se transforma, dedicada a la ciencia, en el que colabora la profesora de Química del liceo; ese día el espacio estuvo dedicado a conocer al científico favorito de docentes, estudiantes, vecinos y familiares, a quienes entrevistaron especialmente.

Voz adolescente

Los adolescentes destacan que el programa les permite la posibilidad “de expresarnos”, “de hablar de lo que nos gusta”, y aseguran: “No nos obligan a nada, podés traer el tema que querés”. Esa parece la clave que los motiva a hacer el programa fuera del horario de clase e, incluso, en las semanas de vacaciones: “No me importa levantarme de mañana”, asegura Agustín. Wilson dijo que le gusta “porque están ellos, la family, te sentís re bien, re cómodo”, y Sebastián comentó que haciendo el programa desde la radio “te sentís más importante”.

Bocchi asegura que el programa de radio genera “cambios importantísimos” en los estudiantes. “Lo principal es una evolución en su autoestima, empiezan a sentirse más seguros, tienen voz. No hablo de “poder” porque no lo ven así, para ellos es como un juego, pero sí hay una evolución importante en el carácter, en el crecimiento como persona; se sienten mas seguros, ven que pueden hablar con cualquiera si lo hacen con respeto, si tienen base. Resuelven por ellos mismos, se ayudan entre ellos, empiezan a trabajar en equipo”, enumera la profesora de Literatura. Este tipo de proyectos, fuera del liceo, permiten además que los estudiantes se puedan salir del rol que a veces adquieren en la clase: “De repente en la clase tal es el tímido, pero en la radio somos el programa de radio y tiene que salir bien, entonces si el tímido se frena el otro enseguida lo ayuda, y el tímido empieza a tenerle simpatía al otro”.

Bocchi asegura que el vínculo que logró generar con ellos es “fundamental” para poder enseñar, y menciona que “la mayoría de los docentes nos manejamos así”. “La educación no es sólo teoría escrita o exposición, tenés que lograr algo más con los chiquilines. Si no lográs eso vas a dar clase, pero no te podés llamar profesor ni docente, simplemente transmitís conocimiento”.