La extensión y su organización en la Universidad de la República (Udelar) fue una de las áreas que vivió mayores cambios en los últimos años, a raíz de una reestructura del servicio que, entre otras cosas, apuntó a la creación de una unidad académica y la descentralización de la extensión a los servicios. Mario Barité, prorrector de Extensión de la Udelar, explicó ayer, tras la apertura de las Jornadas Nacionales de Extensión, que comenzaron el lunes y terminarán mañana, que tras ese “choque de modelos”, el encuentro de esta semana “nos permite sentarnos a rediscutir la extensión, a redefinirla, a resignificarla y a tratar de que aporte como función universitaria de la mejor manera”. La generación de un evento del área fue también una de las propuestas de Barité al asumir el cargo, en 2017. Durante esta semana se presentan, en actividades en distintos puntos del país, más de 150 ponencias, y habrá talleres y conferencias que darán cuenta de los 25 años del programa Apex y de los diez años del Programa Integral Metropolitano (PIM) y de la consolidación de las unidades de extensión en las facultades y servicios universitarios.
Barité evaluó que en estos años la Udelar vivió un proceso de maduración tras el que “acepta la extensión de otra manera: hoy ya nadie niega en ningún lado, en ninguna facultad, que hay que tratar de integrar las funciones universitarias”. Mencionó, por ejemplo, los Espacios de Formación Integral que existen en todos los servicios y permiten curriculizar la extensión, y también que la creditización que se impuso con la nueva ordenanza de grado “dio la oportunidad de que la extensión pudiera tener mayor reconocimiento”.
De la reestructura que llevó adelante el anterior rector, Roberto Markarian, el prorrector destacó algunos de los cambios importantes: la creación de la unidad académica para el desarrollo de las funciones de extensión, una propuesta de redimensionamiento del Programa Apex que “en breve” se discutirá en los órganos de gobierno universitario, y el comienzo del proceso de efectivización de cargos del PIM. Además, mencionó que tiene “la sensación de que en el interior la extensión ha pegado un salto muy grande”. Una de las metas, en la que coincidió también el actual rector de la Udelar, Rodrigo Arim, es “naturalizar cada vez más la extensión”.
El prorrector aseguró que el modelo “asistencialista” de la extensión “está caduco”. La tarea, señaló, apunta a que la extensión “nos barra de la cabeza ese modelo por el cual el estudiante universitario que se gradúa obtiene un logro individual, para su propio beneficio y para el ejercicio profesional, y que sustituya esa idea por el hecho de que un profesional universitario no tiene que pensarse como alguien que va a ser distinto de los demás, sino como alguien que tiene la responsabilidad de ser igual a los demás y de comprometerse con los problemas del país”. Esto, dijo, pone en tensión “la idea de formación universitaria como privilegio frente a la idea de formación universitaria como responsabilidad: los estudiantes universitarios son privilegiados aunque no lo quieran, porque solamente un segmento porcentualmente bajo de la población puede acceder a los estudios universitarios, y eso los obliga a ser responsables socialmente, a involucrarse y a tratar de participar en la solución de los problemas desde la universidad”.
Como desafíos a futuro, el prorrector consideró que la Udelar se debe “involucrar más con la agenda de derechos humanos” y acompañar la actividad de los movimientos sociales en el país: “Muchas de las leyes importantes del último período tienen que ver con un impulso muy fuerte de los movimientos sociales, más o menos organizados, más o menos institucionalizados, entonces es una forma de ir adelante con los que están impulsando los cambios”, opinó.
Al encuentro de las necesidades
En la apertura de las jornadas, Arim coincidió en que “la democratización de la educación superior, y del conocimiento en general, es hoy una tarea perentoria” y apuntó que la extensión tiene un rol a jugar en “la valorización social del conocimiento”, ya que muchas veces los incentivos internacionales o las instituciones que financian investigaciones “muchas veces no salen al encuentro de las necesidades objetivables de una parte de la población”. “El uso socialmente valioso del conocimiento tiene que ver con políticas expresas y deliberadas, que salgan al encuentro de la necesidad, con una visión amplia de esas necesidades”, aseguró, porque “si no lo hace la vida universitaria no lo va a hacer otra institucionalidad”. Aseguró que la Udelar ha avanzado mucho en la curricularización de la extensión, pero mencionó que también “hay riesgos”: “El más importante tiene que ver con pensar la extensión como un espacio de especialistas. La extensión se va a naturalizar como práctica universitaria en la medida en que sea incorporada en la vida cotidiana de todos los integrantes de la Universidad: estudiantes, docentes, funcionarios no docentes. Tenemos que participar todos”, afirmó, y planteó el desafío de “construir una cultura institucional que acepte una mirada plural de la extensión, sin banalizar el concepto”.