En 1918, la maestra Ana Armand Ugon creó la Escuela del Hogar en Colonia Valdense, una iniciativa que puso “en diálogo” las tradiciones de inmigrantes protestantes y las políticas diseñadas por el batllismo. Aquella escuela construida en el ámbito rural devino en una red de centros que hoy tiene 15 sedes y es administrada por la Intendencia de Colonia. la diaria conversó con los responsables de la muestra conmemorativa, que hoy se inaugura en el Espacio Cultural Valdense.
A mediados del siglo XIX, cientos de inmigrantes de origen valdense llegaron a Uruguay tras obtener la libertad civil en 1848 por parte del gobierno italiano, que los había perseguido durante más de cinco siglos. En primera instancia, los promitentes colonos obtuvieron tierras en el departamento de Florida, pero la oposición encabezada por la Iglesia Católica provocó que aquellas familias debieran trasladarse hacia Colonia, donde adquirieron parcelas que habían sido fraccionadas de una antigua y amplia estancia.
En pocos años, los valdenses lograron que su colonia agrícola alcanzara la prosperidad económica. En paralelo a esa laboriosidad, aquellos circunspectos hombres y mujeres también se concentraron en el desarrollo de la vida religiosa y educativa. En 1888 instalaron el primer liceo rural en el interior del país y contaban con seis escuelas primarias –las petites ècoles– distribuidas en sus áreas de influencia.
En 1918, Ana Armand Ugon (1882-1989, vivió 107 años) fundó la primera Escuela del Hogar en Colonia Valdense después de haber estudiado Magisterio en Montevideo y viajado por Europa gracias a una beca concedida durante la segunda presidencia de José Batlle y Ordóñez (1911-1915). El viaje que aquella joven realizó por varios países europeos terminó siendo un parteaguas en el plano personal y en el de su colectividad. En cartas que enviaba a Uruguay y en trabajos que posteriormente publicó en los Anales de Primaria, Armand Ugon puntualizó aquellas cosas que llamaron su atención y que luego intentaría replicar en estas tierras: “La racionalidad, los métodos, las cuestiones científicas aplicadas al quehacer doméstico”, explicaron las profesoras Juanita Bertinat y Carolina Clavero, dos de las responsables de la muestra denominada “Ana Armand Ugon. Entre el Uruguay y el mundo”.
Esa institución educativa se forjaría en base a valores caros a la tradición religiosa valdense, pero también a políticas impulsadas por los gobiernos colorados de las primeras dos décadas del siglo pasado. Para ambas, el hogar no era un espacio de confinamiento femenino, aunque las mujeres “debían cumplir” un rol protagónico en la “transmisión de valores”. El sistema diseñado por Armand Ugon apuntaba a enseñar el “método científico” en el manejo de la alimentación y a promover la construcción de “ciudadanía y de país” en el ámbito rural.
Historias
La propia historia familiar de la docente descarta la posibilidad de que ella pensara que la mujer debía estar recluida en el hogar. Armand Ugon estudió Magisterio y tres de sus hermanas estuvieron en la lista de las primeras graduadas en la Facultad de Medicina y en la entonces Escuela de Farmacia de la Universidad de la República (Udelar).
El sistema impulsado por la docente –señalan las investigadoras– no puede ser analizado de modo aislado, sino que debe “ponerse en diálogo” con las políticas educativas de principios del siglo XX y con las perspectivas de género. La Escuela del Hogar apuntó a “la educación de las niñas rurales en una sociedad donde ya era bien visto que la mujer trabajara”. “No se trató de un ejercicio para clausurar a las mujeres al espacio doméstico, sino para introducirlas en proyectos de desarrollo local, donde formaron parte las fábricas que se fueron abriendo de modo paralelo en la zona, que tuvieron que ver con el desarrollo agrícola que existía en la población. Esos aspectos deben ser puestos en diálogo para tener una lectura más compleja y rica de lo que fue esa experiencia”, apuntó Clavero.
Escuelas de dominio público
El historiador Óscar Gilles recuerda que en 1923 el gobierno nacional comenzó a subvencionar el funcionamiento de las Escuelas del Hogar. En 1935 pasaron directamente a la égida de la Intendencia de Colonia, sin que se generara ningún tipo de conflicto entre las partes. “Los valdenses crean instituciones educativas cuando el Estado no puede hacerlo, pero una vez que este puede hacerse cargo, la iglesia se retira”, explicó.
Actualmente, el sistema de Escuelas del Hogar tiene 15 sedes en todo el departamento, más dos “cursos volantes” que se dictan en pequeños parajes rurales, dijo la inspectora Zully Torres.
Asisten 3.228 alumnos –60% mujeres y 40% varones– y cuenta con una plantilla de 75 docentes y funcionarios administrativos. Economía doméstica y Confección de ropas son los cursos principales que se dan en esa institución. Si cumplen con los cuatro años de programas y tienen aprobada educación secundaria, los estudiantes pueden recibir el título de profesores. Los alumnos pagan una cuota mensual inferior a los 500 pesos y existe un plan de becas para quienes no pueden hacer efectivo ese pago.
Además, se dictan decenas de otros cursos –artesanías, idiomas, maquillaje, entre otros– mediante acuerdos con docentes. Torres destacó que en las localidades colonienses más pequeñas, la Escuela del Hogar es la “única alternativa” educativa por fuera del sistema formal.
La educación y el hogar son elementos que “tienen siglos de tradición entre los valdenses, y se insertan en el contexto de la época, porque también discutimos cómo analizar los aportes de Ana en el proceso de modernización del Uruguay”, acotó Bertinat. En 1923, Armand Ugon publicó Libro de cocina, en cuyo prólogo pueden verse “no sólo las recetas que se enseñaban sino también las orientaciones, el ejercicio de cómo pensar la administración de una casa, cómo elaborar un presupuesto, cómo generar ahorros, algo típico de las familias inmigrantes”. A diferencia de lo que se observa en las experiencias educativas que desarrollaba por entonces la Iglesia Católica, en las que se percibe “la asociación madre-esposa y ama de casa.”, Armand Ugon “no vincula directamente a la mujer con el rol de madre, sino que establece una formación para su propia dignidad”, estableció Clavero.
El rol “productivo” que debía cumplir la mujer era subrayado por Armand Ugon. En 1919 sostuvo: “No puede admitirse que la mujer, por razón de su sexo sea en la sociedad un elemento improductivo. Si no se trabaja, no se vive, no se progresa, se retrocede necesariamente”.
La creación de la Escuela del Hogar transcurrió en un escenario donde “se nota una mayor participación de la mujer, y el aporte de Ana resultó válido para vehiculizar esa mirada que había en el gobierno para formar a las mujeres” y como un “aporte a la participación política propia de aquellas décadas y para concretar algunos ideales sobre la construcción de ciudadanía”.
Si bien tuvieron origen en la comunidad valdense, estas escuelas no desarrollaron una función proselitista. “Los valdenses siempre defendieron la separación entre la iglesia y el Estado. Entonces, desde ese punto de vista siempre fueron aliados”. “Ana parece imaginar un proyecto nacional que trascendía a la comunidad valdense. Eso es lo que la pone en diálogo con Batlle, porque él, cuando le otorgó la beca, le pidió traer una idea de familia para engrandecer la patria”, explicó Clavero. Bertinat resumió: “Cada vez que nos adentramos en la historia de Ana, debemos sumergirnos más en la historia del batllismo”.
Cien años en una muestra
La muestra “Ana Armand Ugon. Entre el Uruguay y el mundo” fue diseñada con materiales que surgieron de investigaciones realizadas por académicos, docentes e integrantes de la Iglesia Evangélica Valdense, y otros que ya formaban parte del acervo del Espacio Cultural Valdense [Daniel Armand Ugon 1465, Colonia Valdense].
Allí se reúnen los resultados de las investigaciones hechas por Carolina Clavero, docente que realiza un doctorado en Educación en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar; Juanita Bertinat, profesora de Historia en el Centro Regional de Profesores de Colonia; Óscar Gilles, contador e historiador de ese movimiento religioso, y el investigador Mark Mac Melley.
La museóloga y bibliotecóloga Erika Velázquez es la encargada de la presentación. “Hemos buscado poner en diálogo el archivo, la biblioteca y el museo de la Iglesia Valdense, y resignificar los contenidos a partir de la investigación”, aseguró. El trabajo implicó cambios de iluminación, traducción de textos, grabación de audios y otorgar accesibilidad a los espacios físicos, de modo “que puedan conectarse niños y personas mayores. “Queremos resignificar continuamente la muestra que tiene que ver con la historia de los valdenses, y eso implica el trabajo de mucha gente”, afirmó.
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