Tus retos de español se publicó en tres volúmenes en febrero, uno por cada grado del ciclo básico de la enseñanza secundaria, y se presentan como manuales de trabajo no convencionales. La autora, Carmen Lepre, prefiere definirlos como “diarios de ruta que sirven para activar el trabajo en clase, pero sobre todo el trabajo de los jóvenes en sus casas”, según explicó en diálogo con la diaria. Lepre fue profesora de Idioma Español por 35 años, después fue inspectora de la materia en secundaria, docente en los Institutos Normales, en el Instituto de Profesores Artigas y en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Ahora, ya jubilada, se dedicó a crear la serie de libros “con los que había soñado cuando era docente, algo que uniera la comprensión de los textos, los trabajos con gramática y ortografía, y distintos ejercicios”.
La materia Idioma Español es parte de la currícula de todos los estudiantes de ciclo básico de enseñanza secundaria. En el primer y segundo año hay cuatro horas semanales, al llegar a tercero el tiempo se reduce a la mitad: “es poco tiempo”, determinó la docente, que agregó que “los chiquilines necesitan muchas prácticas y los manuales, hasta ahora, están pensados como modelos de clase: presentan un texto, ofrecen explicaciones y después algunas actividades; siempre faltó algo para hacer ejercicios en la casa”. Esta serie de manuales se presentan como una solución a ese vacío y un facilitador del trabajo para los profesores, porque “las tareas domiciliarias hay que programarlas, pensarlas mucho”. “A veces, cuando el docente tiene muchas horas de clase, no hay tiempo para hacerlo, y esta publicación ya los tiene pensados”, destacó.
Otra particularidad de estos manuales son los textos que la autora decidió utilizar como ejemplos. A los clásicos Tomás de Mattos, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, Mario Delgado Aparaín y Julio Cortázar, se suman autores que le escriben a un público juvenil como Roy Berocay, Federico Ivanier, Helen Velando y Magdalena Helguera. El motivo tras la selección está en que “los fragmentos son para que trabajen en sus casas; deben ser cercanos a los jóvenes”, detalló Lepre. Los libros están organizados de la misma forma en todos los niveles: un capítulo por unidad del programa; de esta forma, los estudiantes tienen ejemplos de textos con los que se pueden relacionar para aplicar el contenido de la unidad que están trabajando en clase.
La idea de trabajar con textos que les resulten cercanos a los jóvenes se basa en los últimos descubrimientos que aportó la neurociencia al campo de la educación: “Según las investigaciones, hay que trabajar los afectos, porque lo que viene desde el afecto es recibido de una manera que estimula mucho más lo cognitivo que si fuera un ejercicio lógico”, detalló la docente, aunque reconoció como una tendencia de la enseñanza del Idioma Español “el querer conducir al estudiante a un razonamiento lógico”. “Muchas veces presentamos el texto como algo que se observa desde afuera; lo que intenté al buscar fragmentos que estuvieran cercanos a las experiencias de los chiquilines fue que ellos lo sintieran como algo vivido”, explicó.
Lepre considera que la falta de afecto es un problema a la hora de enseñar. Según su experiencia, se nota sobre todo en el pasaje de la escuela al liceo: “En primer año de liceo se produce un descenso en lo cognitivo debido al bloqueo afectivo como consecuencia de dejar la escuela; eso hace que los niños se olviden de lo que venían trabajando”, comentó. A su entender, las instituciones que engloban a la enseñanza primaria y secundaria deberían estar “mucho más relacionadas”, para evitar ese cambio drástico entre un año y el otro. En el área del Idioma Español ese paso no debería ser tan grande, porque se manejan exactamente los mismos temas en sexto de escuela y primero de liceo; “eso es una prueba del disloque que hay entre primaria y secundaria”, enfatizó Lepre.
La autora entiende que los docentes en todos los niveles de la enseñanza están cumpliendo con sus objetivos. En su opinión, “no es cierto” que los niños salgan de primaria con malos niveles de lectura y escritura: “Hoy en día no podemos esperar que el chiquilín salga de primaria sin faltas de ortografía. Ese no es el objetivo, es algo que se estudia hasta la universidad y más allá. Podría haber sido un objetivo antes, para otras generaciones, cuando el paso a secundaria era un filtro para la carrera terciaria. Hoy, que se entiende el liceo como algo básico, es muy probable que lleguen al liceo con faltas”.
La clase de Idioma Español se renueva en sus prácticas pero no en sus orígenes. Según Lepre, los objetivos “son los de siempre: el programa pide un desarrollo de la comprensión, una producción de calidad, es decir, que escriban y hablen usando un lenguaje de calidad; y que puedan reflexionar sobre la lengua. Es importante que puedan comprender, escribir y que sepan gramática”.